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Blanca, Nieves y El Enanito Gruñón (1)

Capítulo Primero: De cómo Blanca y Nieves tomaron conciencia...

Blanca y Nieves estaban ya verdaderamente hartas. Hartas de esperar, inútilmente, la llegada de sus Príncipes Valientes (azules, rojos o de cualquier otro color porque ya no estaban los tiempos como para poder elegir). Hartas, también, de restregar y frotar, frotar y restregar interminablemente las marmitas y perolas de sus Siete Tíos protectores. Hartas, igualmente, de limpiar el barro y el fango de aquellas insufribles y cuarteadas botas acharoladas que tenían, obligatoriamente, que dejar, todas las noches, más limpias que patenas.

Hartas estaban Blanca y Nieves de coser y zurcir aquellos estrambóticos trajecillos verdes, !Y qué decir de los esperpénticos gorritos de lana con cascabeles sonando todo el día y de aquellos gruesos calcetines con más colorines que los del arco iris primaveral!. !Hartas de cocinar tantas pringosas sopas de setas que se engullían los Siete Tragaldabas sin decir tan siquiera Amén!. Hartas de tanto esmerarse en sacar espartanmente brillo con Netol a aquellas enorme y herrumborsas hebillas de los anchos cinturones de cuero de los que colgaban las abultadas barrigas de los Siete Panzones. !Y, sobre todo, hartas de recibir tantísimos sermones admonitorios del apocalíptico Tío Gruñón, el más intransigente de todos ellos, que no hacía otra cosa sno que amonestarlas continuamente por todo y en todo momento, sin dejarlas descansar ni un sólo minuto!.

Así que aquella mañana, nada más salir sus Siete Tíos a cortar leña, decidieron aprovechar el espléndido día que hacía, para atravesar todo el bosque del Spassart Rhon (cosa que tenían terminantemente prohibido) y llegar hasta aquel límite que tanto les tenía vedado el Tío Gruñón. Y caminando, caminando, llegaron, por fin, a la frontera del bosque.

- ¿Qué hacemos ahora, Blanca?.
- Seguir adelante, Nieves.

Siguieron el camino de arena hasta legar a una amplia autopista. !Nunca habían visto Blanca y Nieves cosa igual!. !Ni tan siquiera se lo habrían podido imaginar!. En el centro de la autopista había un letrero metálico con tres direcciones: A Hanau. A Offenbach. A Francfurt. Eran señalizaciones para los automovilistas pero ellas no lo sabían. Aunque lo más espantoso que descubrieron aquella mañana fue la contemplación de la existencia de aquellos artefactos metálicos que circulaban, en ambas direcciones, a velocidades estrambóticas. !A más de 180 kilómetros por hora!.

- !!Blanca!!. ¿Qué es todo esto?. ¿No será producto de algún maleficio de brujas o de la magia de algún nigromante?.
- !!Vámonos de aquí, Nieves!!. !!Regresemos al bosque!!. !Esto debe ser el infierno de Dante!.

Corrieron, dando marcha atrás, hasta llegar al camino de arena. Y no pararon de correr hasta llegar, nuevamente, a la frontera del bosque. Se encaminaron hacia la Casa de los Siete Tíos totalmente asustadas, arrepentidas en cierto modo, pero sobre todo con una gran interrogativa en sus inocentes mentes: ¿qué sería aquello de Hanau, Offenbach y Francfurt?, ¿y qué serían aquellos monstruos metálicos que corrían a muchísima más velocidad que cualquier carroza que ellas habían conocido?.

Cuando llegaron a la Casa de los Siete Tíos todos estos estaban de un malhumor mucho más elevado del que tenían por costumbre tener.

- !!Blanca!!. !!Nieves!!. ¿Dónde habéis estado?. !!Hace ya más de dos horas que hemos regresado del trabajo y vosotras todavía ni habéis encendido el fogón!!.
- Se nos hizo tarde, Tío Gruñón. Se nos hizo un poco tarde...
- ¿Un poco tarde decís a más de dos horas de retraso?.
- Perdón, Tío Gruñón. Esta mañana hacía un excelente sol de primavera y nos entretuvimos un poco más de la cuenta en el bosque.
- Sin quererlo se nos hizo un poco tarde.
- !!Un poco tarde!!. !!Un poco tarde!!. !!Vaya excusa más absurda e infantil!!.
- No volverá a ocurrir...
- !!Eso espero!!. !!Por vuestro bien!!. !!Si vuelve a ocurrir algo parecido juro que os corto el pelo al cero!!. !!Con mis propias manos!!.

Rápidamente Blanca y Nieves hicieron la pringosa sopa de setas, el sabroso manjar de manzanas y la deliciosa sidra. Todos estaban silenciosos y malhumorados. Nadie dijo ni una sola palabra. Sólo se escuchaban los desagradables sorbidos que hacían al tragar la sopa, los chasquidos de lenguas y dientes con que devoraban el pastel y algún que otro eructo al beber la sidra. Y después todos se fueron a dormir la siesta. !A dormir la siesta a pierna suelta lanzando ronquidos más atronadores que los del Gigante Karkonosze!.

Blanca y Nieves, mientras tanto, lavaban los cubiertos y vajilla, limpiaban la cocina, fregaban el suelo...

- Blanca... yo ya no aguanto más...
- Paciencia, Nieves, paciencia...
- Está bien... pero esto tiene que acabar alguna vez...
- Estoy segura de que así será...

Durante la cena se volvió a repetir el mismo silencio sepulcral. Los Siete Tíos no querían hablar con ellas. !Estaban castigadas con el más cruel de los desprecios!. Después... !a volver a dormir a pierna suelta!. Todos, excepto Tío Gruñón, se fueron a las camas mientras Blanca y Nieves se dirigían a continuar con su eterno trajinar.

- !Esperad un momento!. !Quiero hablar con vosotras!.
- Sí, Tío Gruñón...
- Ahora que estamos solos quiero que me déis una explicación con todo detalle de dónde habéis estado toda la mañana.
- Tío Gruñón, nos perdimos en el bosque...
- Si os perdistéis en el bosque es porque debéis haber ido más allá del Círculo Restringido.

El Cículo Restringido era el área que tenían permitido conocer. Más allá estaba totalmente prohibido para ellas.

Blanca y Nieves eran por otro lado, ingenuas y no sabían mentir. Así que le contaron toda la verdad al Tío Gruñón. Bueno, para ser exactos, sólo le contaron una parte de la verdad. No toda.

- Verá, Tío Gruñón. Llegamos hasta el límite del bosque porque teníamos una sana curiosidad - dijo Blanca.
- ¿Sana curiosidad llamáis a la desobediencia?.
- No quisimos ser desobedientes - se quejó Nieves.
- !Pero lo fuísteis!.
- Sólo hasta que vimos un camino de arena con un letrero de madera que decía "A Hanau". Y nos volvimos hacia atrás porque nos dio miedo - mintió por primera vez Blanca.
- ¿No fuísteis más allá?.
- No, Tío Gruñón, nos volvimos enseguida- mintió por primera vez Nieves.

Y mintieron tan bien que Tío Gruñón las creyó.

- ¿Qué es Hanau? - preguntó Nieves tras un breve silencio.
- !!Hanau es el infierno!!. Os voy a dar un buen consejo. Hace exactamente 190 años que fuísteis entragadas a nuestra custodia por vuestros padrinos Jacob y Wilhelm Grimm. Entonces teníais 20 años de edad y ahora seguís teniendo la misma. ¿Por qué ocurre eso?. Porque en el bosque de Spassart Rhon nunca pasa el tiempo. Pero si desobedeceis y váis algún día a Hanau comenzaréis a cumplir edad y pronto os haréis viejas... tan viejas como el resto de las mortales. Es mejor que viváis felices aquí hasta que lleguen vuestros Príncipes Valientes.
- Está bien, Tío Gruñón. No volveremos a desobedecer.
- !!Ahora a limpiar la cocina!!. !!Y quiero ver todas esas botas, mañana a primera hora, más brillantes que el Sol!!.

Al poco tiempo se oía a Tío Gruñón contar una y mil veces, dentro de su habitación, aquella multitud de monedas de oro que guardaba en un gran cofre. !!Tío Gruñón era, además de intransigente machista, un avaro incorregible!!. Blanca y Nieves estuvieron calladas hasta que Tío Gruñón quedó profundamente dormido y roncando !más fuerte que el mismísimo Gigante Karkonasze!.

- Blanca...
- Sí, Nieves...
- A mí me parece que en nuestras vidas hay algo muy extraño...
- Sí. Aquí hay gato encerrado...
- Me da la impresión de que eso de los Príncipes Valientes es sólo un cuento de hadas...
- A mí también. Un cuento de hadas o un cuento chino...
- A mí me parece que Hanau no debe ser el infierno...
- A mí también. Hanau debe ser otra cosa distinta...
- ¿Y has visto cómo nos mira últimamente Tío Gruñón?.
- Sí. Nos mira con ojos de concupiscencia. Sobre todo cuando bebe sidra un poco más de la cuenta...
- A mí me da miedo...
- A mí también. Y no sólo es Tío Gruñón quien nos mira así. También lo hacen los otros Seis Tíos. Incluso Tío Mudito, el más pequeño de ellos, no quita la vista de nuestros cuerpos.
- !Qué horrible!. Si lo de los Príncipes Valientes es sólo un cuento eso quiere decir...
- Que algún día nos utilizarán para traer a este mundo muchos bebés de color verde...
- !Y pensar que no cumpliremos nunca más de veinte años de edad y que estaremos siempre siendo esclavas de los caprichos de estos Siete Esclavistas!.
- !Y aañade a eso la de bebés que vamos a tener que estar siempre criando!.
- Escucha Blanca... he estado pensando durante todo el día y estoy dispuesta a escapar esta misma noche.
- ¿Lo dices en serio?.
- A Hanau...
- Pues yo te acompaño.
- Mira, Blanca, tengo un plan perfecto...
- Cuenta, cuenta...
- Ahora que están todos totalmente dormidos, entramos en la habitación de Tío Gruñón, tomamos las monedas de oro, porque de algo debemos vivir, y nos largamos para Hanau.
- De acuerdo, Nieves, de acuerdo. Tomemos las monedas de oro para poder vivir y vayámonos a Hanau.

El cucú de la cocina hizo sonar las diez de la noche. En el exterior se escuchaba el ulular del viejo búho que vivía en el cercano abeto.

(Continuará)
Diesel16 de abril de 2009

5 Comentarios

  • Lya

    uy uy uy... ojal? no tarde esta continuaci?n...

    16/04/09 06:04

  • Quimera

    Diesel, ya me tienes enganchada a este cuento...eres fant?stico haciendo historias.

    Un abrazo

    16/04/09 06:04

  • Naptera

    Siempre me pregunte porqu? la reina independiente era la malvada madrastra y la docil blancanieves la buena del cuento...me alegra saber que alguien mas se hacia la misma pregunta....que ganas de leer como sigue...

    16/04/09 06:04

  • Andreadelmar

    Un cambio radical al cuento, bien logrado. Continuar?...

    16/04/09 08:04

  • Diesel

    !Gracias Andrea por leer!. Ahora mismo voy a escribir el Cuarto y ?ltimo cap?tulo del cuento. Un besote amistoso...

    16/04/09 08:04

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