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Cara O Cruz

En la huimilde barriada popular madrileña de Lavapiés vivían, en el mismo viejo edificio, el joven Pablo y la bellísima Margarita. Íntimos amigos desde la infancia como suele suceder en estos caso, ambos compartían a menudo todas sus emociones. La verdad es que Pablo amaba profundamente a la bellísima Margarita en silencio y, también en silencio, Margarita amaba profunddamente a Pablo. Pero Pablo no se decidía, presa de miedos infundados, a declarse alguna vez su amor a margarita y esta, por simple pasividad, siempre esperaba que Pablo diese el primer paso.

Sucedía que, poco a poco, fueron cada vez más los jóvenes de la humilde barriada de Lavapiés que se iban fijando en la cada vez mayor belleza exterior e interior de Margarita. Y a Pablo, que todo lo observaba, comenzó a entrarle tremendos celos que, cada día que pasaba, iban en aumento.

Pablo se desesperaba ante esta situación agravada, además, por el hecho de que ya no fueron solos los chavales de Lavapìés sino que comenzaron a aparecer jóvenes varones procedentes de los barrios lujosos y elegantes del norte de Madrid a galantear a la cada vez más hermosa Margarita.

Pablo se sumía cada vez más en el silencio y se martirizaba a sí mismo pensando en cómo declararse a Margarita. Hasta que un día se deicidó. Como no tenía valor para decírselo opcionó por tirar una moneda de un euro al aire. Si al caer en sus manos salía cara inmediatamente le diría a Margarita todo lo que la amaba. Si, en cambio, salía cruz, callaría para siempre.

Sacó una moneda de un euro de su bolsillo y la lanzó al aire. Fue una eternidad el vuelo. La moneda subió mientras temblaban las piernas de Pablo. La manó cayó y quedó atrapada por las manos de Pablo. Sólo faltaba abrir las manos para saber qué decisión había dado la moneda. Pedro sudaba de ansiedad. Los dedos da las manos le temblaban convulsivamente . Por fin se decicidó a abrir las manos con los ojos cerrados. Abrió lentamente los ojos... !!Cruz!!. !´!Había salido la fatídica Cruiz!!. Y Pablo se juró asimismo guardar para siempre silencio.

Los meses pasaban y ya era una legión de hermosos y valientes jóvenes que, procedentes de todo Madrid, galanteaban a la cada vez más hermosa (por fuera y por dentro) margarita que cada vez iba aumentando también en personalidad.

!Y sucedió lo que sucede siempre en estos caso!. Que Margarita pensó que Pablo no la amaba y fue olvidando lo que creía un imposible amor hasta que se enamoró locamente de Javier. Y Javier, un joven elegante y caballero de los barrios lujosos de Madrid, no echó ninguna moneda de un euro al aire y le declaró su amor a Margarita. Esta le dijo sí.

El día en que Javier y Margarita se estaban casando y jurándose amor eterno ante el altar... en esos mismos momentos, en la completa soledad de su humilde hogar de lavapiés, Pablo se tragó una caja entera de Nembutal y poco a poco... poco a poco... se fue muriendo... muriendo... muriendo... hasta que cerró definitivamente sus ojos, su corazón dejó de latir y terminó por dejar de existir.

!!Cruz!!. !La moneda de un euro había salido cruz!.
Diesel30 de marzo de 2009

2 Comentarios

  • Dama

    Qu? tristeza de cuento.
    No podemos dejar nuestro destino en las manos de una moneda y menos en la de un euro.

    Si no le plantamos cara al asunto nunca avanzaremos en esta vida.


    Besitos amigo Diesel.

    P.D.
    Come todas las manzanas que puedas hoy por que se cierra el mercado y se acabaron las existencias.

    30/03/09 08:03

  • Diesel

    Que pena... ahora tendr? que ir a comprarlas al supermercado... y no es lo mismo... en fin... besitos tambi?n para ti.

    30/03/09 01:03

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