Llueve dentro del alma, con un gotear continuo que enerva la razón hacia el grado de la inconsciencia. El viejo peón caminero ya no tiene otra cosa más que un par de gatos flacuchentos que parecen moverse haciendo equilibrios en el aire. Es su hogar, ahora, una humilde chabola desradicada de los grandes mapas... en un rincón oculto del páramo silvestre.

El viejo peón caminero sólo espera... espera... espera... mientras llueve dentro del alma un continuo sopor de nieblas. Son sus recuerdos. Su perdidos recuerdos. Los que le hacen, de vez en cuando, mover la cabeza en sentido opuesto a las agujas del reloj.

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4 Comentarios

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  Avelibre

  La medida de éste relato es exactamente la correcta.
  Sin demasiado, lo dices todo.
  Se presenta el "viejo peón" que habita en cada uno de nosotros.
  Diesel, te has lucido!
  Me lo llevo.
  Un beso

  20/07/09 07:07

• 

  Unsilencioquenocalla

  Verdaderamente adrenalínico. Sutilmente exhorbitante, como la vida misma. Me hiciste recordar a Pedro Páramo.

  20/07/09 08:07

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  Mejorana

  Es cierto lo que te dice Avelibre, es la medida correcta, para el contexto en el que nos desenvolvemos.
  Yo también recuerdo una caseta de peón caminero donde me regalaban tiernos higos para que le recitara una poesía.
  Es un bello recuerdo.
  

  20/07/09 09:07

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  Diesel

  Gracias a los tres por comentar. Los viejos peones caminero, Mejorana... siendo niño los veía como seres de otro mundo...

  21/07/09 01:07