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Ni Mejores Ni Peores (reflexiones de Carácter Social y Cristiano)

Ocho menos cuarto de la noche. Buena hora para meditar algo sobre la genuina personalidad de Jesucristo. Él no escogía ni a los mejores ni a los peores, él sólo diferenciaba entre verdaderos y falsos. No es lo mismo ser mejor que ser verdadero como no es lo mismo ser peor que ser falso. Algunos, al parecer, no saben distinguir estas cuestiones.

Ser los mejores supone, para este mundo, ser los más sobresalientes... pero muchas veces los sobresalientes no son los más verdaderos... no siempre. Es un tema relativo pero real. A veces, solamente a veces, coinciden ambas cuestiones pero la Historia está llena de personajes que fueron tachados como sobresalientes pero no fueron precisamente verdaderos.

En el sentido opuesto sucede lo mismo. A veces, algunas veces los peores son también falsos... pero también sucede que muchas veces los peores son los verdaderos... aquellos que fueron desechados por estar considerados los peores fueron los verdaderos.

¿Sabéis por qué se producen estas paradojas humanas? Porque los humanos se dejan guiar, en demasiadas ocasiones, por las apariencias. Jesucristo, no. Jesucristo nunca se mueve por las apariencias. Si tiene que elegir a los mejores no siempre elige a los más prestigiosos, a los mejores vestidos, a los más elegantes... a veces... quizás muchas veces más de lo que los humanos creen... para Jesucristo los mejores no son nada prestigiosos, ni van bien vestidos, ni son precisamente los más elegantes. He visto muchas veces estos sucesos en el mundo.

Al seguir el Camino de Jesucristo, se descubre que la Verdad de Dios no es la Verdad Humana... al seguir el Camino de Jesucristo, te das cuenta de que la Vida de Dios no es la Muerte Humana. Paradojas. Muchos piensan en casualidades nada más. Y se vuelven, otra vez, a equivocar.

Los seres humanos se equivocan demasiadas veces, muchas veces, más veces de lo que ellos mismo creen... pero Jesucristo jamás se ha equivocado nunca. Lo que sucede es que la gloria de los humanos no es la Gloria de Dios; lo que sucede es que la fama de los humanos no es la Fama de Dios; lo que sucede es que el paraíso de los humanos no es el Paraíso de Dios. Si muchos seres humanos que se creen sabios porque son muy intelectuales, que se creen inteligentes porque son muy cultos, que se creen los mejores porque siempre son los más elegantes (tanto dentro como fuera de las iglesias cristianas) pudiesen comprender estas cosas... tendrían más corazón de niños, más ideas juveniles, mayor conciencia de Dios.

He visto a veces crecer bien alto a algunos estudiosos de la Palabra de Dios y, sin embargo, les he mirado bien y no me han resultado atractivos. No es que siempre ocurra esto pero ocurre muchas veces; quizás demasiadas veces. He visto, también, a muchos que no están en lugares altos en cuanto a los estudios de la Palabra de Dios y, sin embargo, tiene una sabiduría profunda sobre las cosas de Dios; quizás porque no necesitan leer tantas veces la Sagrada Biblia Cristiana, estudiar tantos años Teologías Divinas, aprenderse de memoria tantos textos bíblicos porque, de una sola lectura efectuada con un corazón humilde, lejos de la altanería de los más elegantes, lejos de los afectados modismos que solo son capa nada más, y lejos de creerse que son los grandes maestros cristianos... son los verdaderos... son aquellos que Jesucristo (sean cuales sean sus condiciones sociales y humanas) los ha elegido como los verdaderos.

Ocho en punto de la noche. Hora precisa para poder pensar. Hora precisa en que quizás el silencio de la cercana nocturnidad a más de uno le haga meditar cuánto de verdadero o cuánto de falso hay en sus sabidurías, en sus capacidades magisteriales, en sus condiciones para poder dar juicios sobre lo que consideran o dejan de considerar. Ocho en punto de la noche. Quizás muchos de los que se creen los más sabios, los más elegantes, los más intelectuales, los más sobresalientes... tengan que aprender bastante todavía para ser los mejores. Quizás sea esta la hora apropiada para que sepan cuándo deben dar sus veredictos hacia las formas de actuar de otros y de otras, cuándo deberían callar a tiempo antes de hablar a destiempo. Y no estoy hablando de los no creyentes sino de los que se creen los mejores creyentes sin apenas darse cuenta de que es Jesucristo, y no ellos, por muy altos estudios universitarios y teológicos que tengan, quien decide quiénes son los mejores y quiénes son las mejores; quien tiene el derecho de juzgar quiénes actúan mejor y quiénes actúan peor. A lo mejor esto hacer meditar a hombres tan intelectuales, tan dogmáticos, tan teológicos, tan creyentes de sí mismos como para dar veredictos sobre lo que creen que es la realidad, como Tomás y algunos otros que son como Tomás...
Diesel27 de marzo de 2012
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