Llega un momento en el que te cansas de tenerle miedo a la vida, de girar la cara cuando te encuentras de frente a tus debilidades. Justo en ese mismo instante decides confiar en ti, en tus posibilidades y capacidades, en tus ganas de vivir y no de sobrevivir.
La confianza viene cuando te permites experimentarla y para ello es necesario aprender estar en soledad. Es imprescindible aprender a conocerte, a darte tu tiempo y tu espacio, para poder crecer personalmente.
Nadie va a empujarte a ese abismo del amor propio o a obligarte a confiar en la vida, nadie más que tu tiene la responsabilidad de amarse en soledad y de salir ahí fuera con la cabeza bien alta.
Hay que confiar porque tener miedo no ayuda, hay que confiar en que todo lo que ocurre es con un propósito mayor al que podamos imaginar, para bien o para mal. Confía en tu potencial, en tu inteligencia, en tus habilidades, confía simplemente en ti.
