La tenebrosidad se hizo de nuevo lóbrega
el apetito manó desflorado, trágico,
dejando esquirlas en mi piel, sangrando por ti,
sangre de un duelo de amores, volviste a atravesar el corazón,
lo laceraste, saltando en mil esquirlas que sangrando,
fueron abandonadas solas en el suelo,
abandonadas a su suerte sin posibilidad de regresar a mi corazón,
roto, seccionado, atravesado por tu maldad, una vez más.
Transitaron nuevas vidas de nuestra rencarnación
y mis llantos se transformaron en muerte para tu dolor
mi grandeza se celó, soy sombra, soy hiel, soy la venganza,
soy unos dientes atravesando tu cuerpo haciéndolo inmortal,
para la eternidad, pero también para el dolor, esa es mi resarcimiento,
ahora quien se desangra eres tú, y con la garganta abierta,
intentas sorber el aire, mientras tus esquirlas de sangre brotan por tu cuello,
resbalan la sangre por él pidiendo una clemencia que no te daré.
Esquirlas de sangre dejaste en mi piel,
en el antaño de los amores perdidos
esas que jamás se arrancan, solo se lamen
para que el cuerpo desnudo se arquee y fluya semen,
y un liquido húmedo llamado saciado de ti;
sirva para que un verbo tenga significado y significancia,
para que dos serpientes se fundan en una,
y funden un pecado que arda en cruces invertidas,
para que ningún exorcista lo deshaga y haga nuestro mal eterno.
Yo estaba con el alma desnuda,
para ser penetrada y ser ángel del mal eterno por ti,
mis senos desnudos, mis brazos en cruz, mis piernas,
ávidas de ser atravesado por tu sexo maldito,
deseaba ser eterna para ti,
pero tú me vendiste sola como esclava al diablo,
yo no quise dejar todo atrás, preferí la condenación eterna,
a no ser amada, poseída, violada, deseada penetrada mil veces,
por ti, por el diablo que llevabas dentro,
eso me costó ser pasto de orgías de fuego,
de todos los arcángeles caídos
y seguir pudriéndome el alma, y el ser
ahora soy sólo una fiera del averno,
sólo espero que me digas dos letras
espero que de tu boca de fuego digas:
te amo.
