TusTextos

La Posada Ciega

Regreso a la casona vieja y abandonada; la que me vio dar mis primeros pasos. El polvo la cubre; huele a nostalgia, a rincones ocupados de recuerdos. En la mano conservo las llaves, indeciso de irme o quedarme.

En la primera habitación, los cuadros colgados en las paredes me invitan al pasado: sonrisas al mayoreo, imágenes que fingen emociones y esconden defectos. Los rostros fríos de fantasmas atormentados que se resisten a morir, ocupan los primeros marcos; uno en especial, se percata de mi llegada.

El viejo capitán de un barco, encallado sobre un arrecife de egocentrismo, alumbra con lumbre de alumbre, su ojo impío; atiende sus asuntos y deja un aroma agrio en el aire. Otros rostros, necios a desaparecer o devueltos a la lenta agonía de la casa, se reúnen al pie de las escaleras. Hay novedades por debajo de las sábanas.

La gracia de un sueño en lírica, viene a acogerme, y la bienvenida es motivadora, pero el señor bufón que cuelga de las llaves, no cambia su sonrisa al saber que mi indecisión desaparece. Comienzo a descubrir los muebles para recuperar el confort del viejo hogar.

"No había cartas en el buzón" –recordé, asintiendo la ilusión de encontrar algún mensaje. Continúe por las escaleras y visité las puertas de algunos conocidos, sin atreverme a tocar, por prudencia... "¿Imprudencia?" –de nuevo la consciencia reclamaba desde el fondo de la maleta. El bufón del llavero reía a carcajadas, sabiendo lo que encontraría al llegar a mi habitación.

Al lado de mi puerta, estaba la de ella. Una nota acusaba de una mudanza no muy lejana. "Desgano" –decía la impronta. ¿Soledad?, preguntaba mi corazón. Sin embargo, mi mano derecha atrapó a la izquierda justo antes que los nudillos se estrellaran en la madera. ¿Qué estas haciendo? –me preguntó otra voz familiar, desde el otro lado de mi puerta, y dijo: Entra ya y deja en paz a los difuntos. Retome mi rumbo.

La chapa de la habitación estaba oxidada, pero la llave conservaba el truco para infiltrarse. Coloqué la maleta sobre el viejo baúl de madera, y me recosté en la cama. Los colores separados de la luz, dibujaban un paisaje en el techo; hacían, en conjunto a las grietas del yeso, una escena de campo figurada en mi mente: el cielo azul, los pastos y bosques verdes, las montañas heladas rasgando las nubes y el azul claro de un río que culminaba mis ensueños.

He vuelto.
Elmalevolico28 de enero de 2015

1 Recomendaciones

2 Comentarios

  • Sonoridario

    Un excelente inicio. La memoria histórica en TT. me lleva a recordarte. Precioso el detalle final. La descripción forma parte del cómo imaginamos la realidad, aunque sea una ficción. Un texto que discurre en una excelente construcción. Excelente. Un gran saludo.

    28/01/15 07:01

  • Elmalevolico

    Muchas gracias Sonoridario, como todo viajero, nunca se olvida el nido y y volver un día futuro, se vuelve promesa implícita. Aunque los años no pasen en vano... Saludos!!!

    28/01/15 08:01

Más de Elmalevolico

Chat