El sol en el oeste cae herido de muerte, vuela una mirada inflamada en lágrimas; "respira hondo y aguanta"; un pensamiento claro cruza el mar caótico de su cabeza mientras que de su garganta anudada en dolor no se emite una sola palabra. Sólo gemidos y profundos suspiros se anidan en su boca.
Encerrada en piedra ya descansa, convirtiéndose en polvo, hasta el olvido último de la sangre futura. El polvo de los milenios cubrirán nuestras memorias, dejando alguna huella, imperceptible y palpable, en este mundo de hace tantas generaciones decadente.
Caminando, con una ausencia violenta de uno de los suyos, hacia una soledad plagada de una presencia tan fuerte, tanto que aún se escuchan sus risas y sus bromas. Y así, con nostalgia de los pocos ayeres que se trataron, vivirá en el recuerdo y en las oraciones. Mientras, en este penoso instante, creciendo la noche y respirando este viento fresco, seguirá existiendo un océano de sueños andando.
"Andando", el sufrimiento ya no alcanzará mas ni a su alma; pervive en la memoria del colectivo de su semilla, el recuerdo de lo que fue, sin mancha, sin rencor; sólo la sombra de lo apacible y lo afable que ha sido se quedará en cada rincón de su anterior morada.
"Andando", esperando al destino que nos cubra en su oscuro sepulcro, continuamos la existencia sin los que se han ido. Lagrimas añorando el pasado, la luz del futuro proyectando esperanza en el mañana.
