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Guapos Eran Los de Antes...!

Desperté a las once de la noche con la sensación de que alguien me había despertado tocándome el hombro, pero al abrir los ojos me hallaba igual de solo que cuando había decidido por fin irme a dormir.
A pesar de la irracionalidad de la situación comencé a sentir miedo, como la niebla que se cuela tras la puerta sin poder hacer nada… en la oscuridad y el silencio de la habitación todo parecía más tétrico, más aterrador…
Ahí me encontraba yo como un niño mirando a mi alrededor a pesar de no ver nada, agudizando el oído ante cualquier sonido extraño. Me daba miedo encender la luz tengo que reconocerlo, la oscuridad me daba cierta seguridad ante lo que podría haber en realidad y así se quedó por varias horas.
Intenté relajarme, debía dormir ¡esa era la solución! ¿Pero cómo hacerlo otra vez sin miedo a ser interrumpido por aquella fuerza invisible?... ¿Y si lograba filtrarse en mis sueños?... No, mejor debía ser quedarse despierto hasta ver el sol.
Entonces, de repente, el ruido ensordecedor del reloj en la pared comenzó a hacerme compañía, y después a acosarme en cada segundo como una amante ninfomana que apura el coito tan esperado.
Mis nervios ya eran incontrolables y el miedo fue cediendo terreno a la furia quien me llevó velozmente a encender la luz. Tomar del cajón de la mesita de noche el arma que por años guardaba por precaución y cargarla por vez primera.
Cinco tiros se escucharon en la noche porteña… muchos aseguro, habrán pensado que eran fuegos artificiales adelantando la navidad o por algún partido nocturno que concluía…
En la hipersensibilidad de mi noche, después de ajusticiar el reloj de la abuela Fernanda me sumí por fin en un sueño profundo y agradable como hacía tiempo no experimentaba. Como cuando niño saltaba en cumulonimbus de colores hasta encontrar la adecuada para dormirme una siestita... Que lindas las noches de Buenos Aires que tienen ese… qué sé yo ¿viste?…

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Emme24 de mayo de 2011

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