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Notas de Piano

Sus ojos no se habían parado desde que entró por aquella puerta de madera color caoba con toques rojizos, la alfombra que daba la “Bienvenida” parecía que iba a juego con la fachada. Había tenido que subir tres escalones y traspasar un par de metros bajo una hilera de piedrecillas que iban cambiando de tamaño y forma, todas con un color oscuro, llamativo.
Un césped no muy bien recortado, quizás aquello era lo único que no iba acorde con el resto de la casa.
Paseó por el recibidor sosteniendo su mirada contra la figura que yacía frente a él. Largos espejos caían en forma de cascada, uno frente a otro, amigos o enemigos. Pero allí estaban, sin poder dejar de mirarse. La luz del recibidor entraba por un amplio ventanal decorado a uno de los lados de la casa. Cuadros, dibujos, fotografías y mil historias guardadas entre las paredes de aquella habitación. Deseando ser contadas, deseando ser transmitidas.
Una alfombra persa le había llamado mucho su atención, se parecía a la que él tenia en casa. No paraba de observar detalles. Una estantería, llena de libros y de sentimientos escritos.
El agudo silbido de la cafetera, un par de segundos para estar solo. Aún estaba allí de pie en la puerta de aquél característico salón.
La mujer que le sonreía desde la butaca color canela dio un pequeño salto en su sitio, soltó alguna palabra para sí y pasó fugaz por su lado pidiéndole que estuviera cómodo, que enseguida volvía.
Liam entro en aquella habitación tan especial y tan diferente a la de su casa. Una televisión pequeñita al fondo, rodeada por unos grandes sofá, se veían muy cómodos.
Más a la izquierda, cerca de la butaca donde estaba sentada aquella señora, una chimenea que ahora, al ser verano, estaba apagada. Una mesa redonda y un sin fin de muñequitos y cuadros decorativos.
Todo muy normal, excepto algo que le llamó la atención en uno de los rincones de aquella habitación.
Medio cubierto por una tela blanca que caía hacia los lados, como queriendo pasar desapercibido, y alejado del resto de la ambientación de aquella sala, había un piano sencillo. Un piano que pedía a gritos que posará sus manos sobre él y se dejase llevar por el momento, por las sensaciones y que se liberase.

Acabas de leer un trocito del 5º Capitulo de la historia que estoy escribiendo! Si te ha gustado y Quieres terminar de leerlo métete en mi blog. Te espero!

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Equivocados06 de agosto de 2012

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