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Viaje por Las Islas.

La segunda isla era un lugar habitado pero aparentemente desolado, de aire oscuro, que pasaba por la metáfora negra sin llegar a lo siniestro ni al morbo. Con el ambiente forjado por vieja gente esteparia de carácter seco pero inteligente y que ahora se asomaba a observar que invasores del eco habían llegado del cielo. Nunca por chisme, sólo por defensa. Se paraban en las puertas de sus cabañas y casas cruzando los brazos y se apoyaban en sus ventanas a disparar frías miradas repelentes. Gente cerrada, de aire superior que no se agrupaban de a más de tres por estar alérgicos al montón.
Existían en ese lugar, sujetos con todo tipos de fantasmas. De esos que están rodeados por abandonarse a pensar.
Sujetos que desbarajustan el sueño por desembarazar la mente que hacen de la noche una confesión escrita y no aceptan más maestro que su cuerpo mismo. Que sus sueños mismos. Y aquel que a estas personas le enseñe algo, nunca lo sabrá con seguridad.
Individuos que por más de piedra que parezcan en realidad su material es el hielo. Algo que sí puede llegar a lo blando.
Hombres de la metáfora en la frente. Sea cual sea el lugar donde se encuentren parados. Héroes sentados, inventores y difusores de la reflexión de bolsillo. Y en sus pasa-cintos, cargadores llenos de sarcasmo del estilo fuerte.
Portadores de un loco síndrome de portar un loco. Espectadores de la pupila mojada, de la desierta y de la perdida en otra pupila.
Íntimos enemigos, casi discípulos, de sus otros yo
Esos sujetos se comportan como el vidrio de algún frasquito de veneno. A veces son muy amigos del lobo y otras veces son cazadores de emociones, y se arrinconan a acechar en mitad de cualquier pared.
Personajes que veo cuando me miro en el agua, por que usan su sudor y sus lágrimas como tinta. Y que sin importarles que existo, son aun una buena descripción de aquello que soy o fui.
Por todo esto y personalmente, a mí me parecía un buen lugar. Por que es así como yo hubiese dibujado las paredes de mi mente. Y es así como supe comportarme un largo periodo de mi vida. Movido por la desconfiada filosofía de creer que el interior del ser, es una máquina persuasiva y suicida que provoca a ser desensamblada y que uno mismo debe cuidar. Mostrarse entero es bajar la guardia, dejar que la máquina refriegue oro y carne por la pobre y hambrienta inmortalidad de los demás lobos. Mostrarse completo es indicar el camino a la puerta sin llave que esconde el antídoto contra tu propia esencia.
De seguro una combustión parecida ardía en el corazón de esta isla y sus seres.

Fragmento de mi libro "Dernier cri - La Muerte del Inmortal"
Erre17 de julio de 2009

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