Sebastián apura el paso entre la gente. Con un pequeño salto evade el charco formado a la orilla del cordón y cae sobre una línea de la senda peatonal. Trota con la campera sobre su cabeza, que enmarca su panorama como en un túnel violeta oscuro. Al final del túnel, en la otra vereda, la gente aguarda absorta en sus preocupaciones. Una niña mira los autos a su izquierda, aguardando. Sebastián se detiene, el túnel gira a su izquierda. Con un relámpago la lluvia se calma, sin detenerse.
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