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Mariposas.

Ella siempre quiso ser mariposa. Miraba por la ventana de su jardín y soñaba con que un día volaría tan alto que nadie la iba a poder atrapar, Y más aún cuando se asomaba a su terraza, desde allí podía ver toda la ciudad. ¡La adrenalina de sobrevolar todos los edificios, calles, patios y rincones de su gris ciudad! Era impagable.
Miraba al infinito y ansiaba que desde su espalda brotaran alitas. Hacía fuerza, mucha fuerza, cerraba los ojos y esperaba… resulta que no. Una y otra vez. Su espalda era la misma.
Era entonces el momento en que dejaba correr un par de lágrimas por sus mejillas…. Vaya casualidad que en esos instantes sobrevolara una tierna mariposa. Ella lloraba más aún.

Siempre quiso ser mariposa. Porque ellas si que son libres, si que no tienen problemas, deambulan por la vida y son realmente felices. Porque ellas viven, intensamente, toda su vida como si fuese solo un día. Porque literalmente viven un día.

Ella ansiaba la transformación. Su cuerpo no la satisfacía, su espíritu no entraba en la cárcel de huesos que le habían asignado. No quería sus burdos ojos marrones, necesitaba los vidriados negros. No quería esas piernas feas y sin forma, Necesitaba las patitas flaquitas que pueden posarse en las más suaves flores.
Pero más que nada, necesitaba alas. Necesitaba irse, Ya no quería tener nada que ver con el ajetreo diario, con la inútil monotonía a la cual inevitablemente se veía arrastrada. No quería mas vivirse odiando, como si cada día fuese un infierno. Ansiaba tener la capacidad de vivir intensamente… justo como las mariposas.

Resulta que una noche, cansada de tanto llorar, se acercó a su terraza. Vio un cielo claro, sin nubes y plagado de estrellas. La luna la llamaba, le pedía que fuese a visitarla. Y vio una invitación a convertirse. Allí se quedó, esperando que amaneciera, porque sabía que no podía traicionar a su primer amor para ir a ver a la luna primero.
Cuando notó que violento el alba despuntaba, se paró frente a la pared de su terraza. Cerró los ojos con fuerza, de cara al infinito e imagino una hermosa mariposa de brillantes colores, para la cual no existía ni la mentira, ni el rencor, ni la soledad. De tanto llorar, sus lágrimas recrearon un par de alas transparentes, que comenzaron a asomarse por su espalda. ¡Por fin las sentía!

Allí estaban, las puertas a la libertad. Entonces, secó sus lágrimas, abrió los ojos y se dirigió a ella. Abrió las alas y voló.
Cuentan que fue imposible darle sepultura a su cuerpo inerte que yacía en la vereda de su casa. Al instante se transformó en miles y miles de pequeñas criaturas, de todos los colores, que sobrevolaron la gris ciudad hasta perderse entre las pocas nubes de ese día soleado. No habrá sido en esta vida, pero ella terminó transformándose en mariposas.
Flor10 de diciembre de 2007

3 Comentarios

  • Mentalmentedivergente

    Por eso hay que tener los pies sobre la tierra xD jss.. me gusto mucho tu escrito.

    12/12/07 06:12

  • Luisinho

    Interesante... me gusto mucho...

    12/12/07 02:12

  • Flor

    (Gracias a ambos por màs que haya pasado mucho tiempo!)

    Mira lo que encontre Mejorana! yo sabía que en algún momento tus mariposas me habían inspirado a mi tambien je je

    24/10/08 03:10

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