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Fantasía

En la precaria casa de adobe escondida entre los cerros que se ven tras el bosque de pinos, vive el Moncho, "Totolao'". Él, es un corpulento hombre que porta una enorme barriga producto del alcohol al igual que el rojo de su piel, y es el "cuidador" de un vasto campo perteneciente a la mujer de un anciano que murió asesinado.

Totolao está casado, o al menos eso sabemos todos, con una menuda mujer que conversa hasta con las plantas a falta de amistades. Su nombre, como el toda mujer de campo es Juanita (pudo haber sido Rosa o tal vez María).

La Juanita y el Totolao son como cualquier matrimonio de campo. Ella cocina y cuida la huerta, mientras él ara la tierra o al menos eso parece. Ambos se consiguen año a año calendarios o afiches de propaganda política de su candidato preferido. Ese candidato que les ofrece el cielo a mentiras. Ellos son conscientes del engaño, pero no pierden la esperanza de obtener algo. La pareja, por supuesto es cristiana. Dan gracias a Dios por el insecto que se posa en sus pies y piden respuesta divina cuando no encuentran la pala.

Todo es muy común. Lo que los hace especiales es "Fantasía".

Cuando era pequeña y en las trillas me hacían bailar rancheras con sujeto borracho que existiera, miraba a Fantasía con temor. Todo era mejor que bailar cueca con él.

Fantasía es un hombre pequeño de piel rojiza y endurecida por la tierra que hace muchos años llegó como hijo a la casa oculta en los cerros.

De edad no debe ser menor que la Juanita, osea tiene más de 55 años. En realidad su edad da lo mismo porque cada detalle en él tiene la inocencia y pureza de un niño.

Su nombre verdadero es Ricardo, o así le puso su madre postiza, quien le dice sus labores día a día y lo reta cuando anda con las manos en los bolsillos o ensucia mucho su ropa.

Fantasía no sirve mucho como cuidador de campo, pero le encanta. Sonríe con cada pequeño trabajo que tiene que hacer, lo hace con energía y cariño, aunque después lo reten por no haber cumplido bien su labor.

Cuando a Fantasía lo mandan a buscar algo, va corriendo a pasos cortos y torpes, a veces vemos una mueca en su cara pero dura sólo hasta cumplir lo que se le ordenó.

A él no le importa que la gente se burle de sus gestos o le piden que deje de hablar inglés, y es capaz de agotar las fuerzas con tal de que yo no lleve nada en los brazos.

Él no se preocupa del dinero, la ropa o cualquier cosa material, no diferencia entre un par de zapatillas nuevas o las que le fueron regaladas por mi primo cuando sus pies crecieron.

Fantasía agradece su plato de comida y su infaltable jockey, sonríe a la vida sin prejuicios.

Cuando le quiero tomar una foto, hace como que no quiere y se oculta sin prisa, pero termina posando y riendo...como con todo.
Fr10 de diciembre de 2007

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