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11 Historias Capitulo 10: Sola (parte 1)

11 historias – Capitulo 10: sola
—¡¡Franco, date prisa, llegaremos tarde!! — grita Esther desde su habitación a su pequeño hijo de 9 años quien se encontraba en su alcoba, terminando de alistarse para una reunión a la cual tenían que asistir.
— ¡¡ya casi estoy, mami!! — responde.
— ¿tienes problemas con el zíper? Puedo ayudarte…— le dice dirigiéndose donde el pequeño. Acomodándose los aretes.
— estoy bien, mamá, — responde Franco colocándose el saco de su elegante traje.
Esther Surcos era una muy reconocida Psicóloga, talentosa y exitosa. Esa noche asistiría acompañada de su pequeño hijo a una reunión de gala organizada por la asociación de especialistas en salud mental, ella y muchos otros prestigiosos doctores en psicología, psiquiatría y otras áreas similares serian premiados por sus logros a través del año, por su puesto Esther sería una de las que recibiría mayores halagos y premios esa noche.
— te ves tan lindo, franco, tan elegante con ese terno. — le dice a su pequeño agachándose y arreglándole la camisa y la corbata que traía algo de lado. — esta es una noche muy importante para mami, ¿ok? Así que prométeme que te portaras muy bien… Milena, la hija del doctor Efrén estará ahí, y cada vez que te juntas con esa niña se te pegan sus mañas y su mal comportamiento, así que debes comportarte, no quiero que nada arruine esta noche, ¿si, amor? — Le da un beso al terminar de arreglarlo — confió en que te comportes. — le sonríe.
— No te preocupes mamá, me voy a comportar… — le dice sonriendo a su querida mamá.
— Estoy segura que así será, amor, — se pone de pie — ahora apurémonos, ya van a ser las 7, y debemos estar ahí a las 7:30PM
Esther sube a su hijo a su lujosa camioneta y se dispone a salir apresurada, estaba con el tiempo sobre ella, no podía llegar tarde a la reunión más importante del año.
Para su mala suerte la carretera principal estaba bloqueada por reparaciones del sistema de drenaje y tuvo que tomar una carretera alternativa, pero esta no estaba muy fluida.
— vaya, este tráfico sí que es horrendo, así no llegaremos jamás…— reniega Esther al ver que los autos no se movían y que estaba en un embotellamiento bastante espeso, ya eran las 7:02 Pm, tenía menos de 30 minutos. — Celebro las reparaciones que hace el alcalde — le dice a franco a su lado — pero pues cuando interfieren con mis planes si me molestan un poco, ¿Qué opinas, guapo? — le pregunta sonriendo.
El pequeño solo le sonríe y mira por la ventana las luces del alumbrado público, no estaba muy interesado en lo que su mamá le explicaba, después de todo era solo un niño, los problemas de la sociedad le era algo indiferente.
El celular de Esther suena entonces.
— Edward, — lee en la pantalla del móvil, rápidamente contesta. — hola, Edward, ya estoy en camino… lo que pasa es que estoy metida en un horrible embotellamiento.
— Si, lo supongo — le responde por el móvil —no es normal que tu no hayas llegado a una reunión 2 horas antes — ríe.
— Tampoco es para que exageres, ya estoy en camino, aunque… — asoma la cabeza por la ventana del auto, —… no parece que esto avance muy pronto, creo que ha sucedido algo adelante… espero que nos movamos pronto…
— igual yo, la reunión ya está comenzando, pero bueno, tampoco es que perderte el discurso de Harry sea la gran cosa, como yo lo veo pondrá a dormir a media audiencia — sonríe nuevamente y hace sonreír a Esther. — bueno, espero estés aquí pronto, te mando un besote, salúdame a Franco.
— eso hare, un beso para ti también, amor, nos vemos en un rato.
Cortan.
— ¡Mami, cómprame eso, cómprame! — dice franco emocionado por un vendedor de llaveros que a esas horas se paseaba por la autopista tratando de vender algo. — mami, cómprame un llavero del conejo de la televisión. — insistía el emocionado niño.
El vendedor observando al niño poner su atención en él se acerca a mostrarle los juguetitos de los llaveros.
— Franco, no es hora de comprar llavero, amor, además ya tienes muchas cosas de ese conejo, ya te he dicho que no es bueno comprar cosas en medio de la calle, yo…
— mami, por favor, solo ese de color amarillo… — insistía el pequeño.
Al ver que el niño estaba inquieto y al ver que los autos no se movían decide acceder a las peticiones de franco y baja la ventana del copiloto, donde estaba franco.
— Buenas noches, ¿Cuánto cuesta ese de color amarillo, amigo? — pregunta amablemente Esther.
— Ese está…
Antes de que el vendedor pueda terminar la frase, por el lado del piloto, un sujeto aparece y amenaza a Esther con un arma en la cabeza.
— ¡¡No te muevas, muñeca, si te mueves te jodes tu solita!! — Le dice dejándola muy sorprendida.
— ¿Mami? — el pequeño no entendía y se asuata.
— Tranquilo, niño… no pasara nada si su mamá colabora con nosotros… — le dice el vendedor quien también saca un arma y apunta al pequeño niño quien se pone a llorar.
Esther se queda paralizaba, mirando a su alrededor, las armas, aquellos 2 sujetos y a su pequeño quien estaba muy asustado y llorando.
— Tranquilo, Franco, todo estará bien, todo….
Luego de esa noche la vida de Esther no volvería a ser la misma, luego de esa noche todo lo que ella pensaba era una vida normal, ordinaria se convertiría en una amenaza, en una pesadilla de la cual no le sería fácil escapar.
6 meses después de esa noche.
— ¡¿franco, ya estás listo?¡ tú nueva maestra viene en unos minutos, hijo… —Esther ingresa al cuarto del pequeño quien se alistaba. — ¿aún no te colocas los zapatos? — le pregunta.
— pero si estoy en casa, mamá, no sé por qué tengo que colocarme zapatos, además no estudiare con los pies,… ya me canso de cambiarme cada vez que venga la maestra…— dice renegando el pequeño.
— No reniegues, no seas maleducado, — Esther comienza a acomodarle los zapatos, — sabes que es importante mantener una buena presencia, además es como ir a la escuela.
— Yo iba a la escuela… — dice bajando la mirada algo decepcionado.
Esther inhala y exhala profundamente.
— Franco, amor… ya sabes que… mamá no puede llevarte y… no quiero que… no quiero que salgas… es peligroso ahí afuera... — le dice mirándolo fijamente y sentándose en la cama a su lado.
— Lo dices por lo de esa noche, ¿verdad? Pero… eso ya pasó y… estamos bien… no debes tener miedo, mamá… yo te cuido… ya estoy grande…— le sonríe a su mamá.
— si, estas muy grande, mi amor, — sonríe también— pero… no es buena idea, esa vez tuvimos suerte, no nos… no nos pasó nada, estamos bien, como dices, pero… pudo haberte sucedido algo horrible, o a mi… y pues… eso hubiera sido… no lo hubiera soportado… seguramente me hubiera vuelto loca… aun mas loca… — sonríe.
— pero tu me dijiste una vez que no hay que tener miedo, mamá… yo ya no tengo miedo, yo quiero salir a la calle, quiero regresar a la escuela… extraño a mis amigos…
— pero ellos vienen a veces a visitarte, franco, ¿Qué no vino Marilyn la otra vez? Y Peter… ¿no vino la semana pasada a jugar con tus muñecos del conejo? — le pregunta.
— si, pero no es igual, yo quiero ir al parque, correr… y no me dejas. — baja la mirada y hace un puchero. — y en este nuevo vecindario no tengo amigos…
— entiende, franco, yo… yo me preocupo por nosotros, no quieor que nos suceda nada, ni a ti ni a mi, mucho menos a ti, por eso lo mejor es que te quedes en la seguridad de la casa, y que estudies aquí, te prometo que estos era algo pasajero… si, pronto…. Pronto podremos salir y… pasear por ahí…
— lo mismo me dijiste hace unos meses y seguimos aquí dentro sin salir…— replica.
— estoy en eso, estoy tratando de mejorar… de… superar esto que sucede… — besa y abraza a su niño. — si necesito apoyo de alguien ese es de ti, amorcito… ¿verdad que mi hombrecito me apoya y me entiende? — le sonríe tomándolo del rostro.
El pequeño niño aun cabizbajo levanta la mirada y le sonríe a su madre a quien abraza.
— sí, mami, pero… tienes que tratar de curarte y dejar de tener miedo… yo ya no tengo miedo… deberías hacer lo mismo.
— estoy en eso, amor, estoy en eso.
Esther no podía sacarse de la cabeza la imagen de esa noche, la imagen de esos 2 sujetos apuntándole a ella y a su hijo, era un recuerdo que la asustaba, atormentaba y la hacía temblar de solo recordar. Luego de esa noche, al regresar con su pequeño, ambos temblando y muy asustados, ella decidió mudarse de la ciudad, irse a otro vecindario, alejarse, lo que al inicio parecía de por si una decisión algo extremista se convirtió en una paranoia y en un trauma psicológico, poco a poco ya no quiso salir de su nueva casa, decisión que en una persona con su experiencia en traumas, y personas con problemas psicológicos, era una contradicción total a sus creencias y estudios, era difícil pensar que una persona como ella, con sus estudios, diplomados y experiencia en psicología pudiera llegar a sufrir de un trastorno como la agorafobia.
Este temor a la calle, a los peligros cotidianos la habían llevado a una sobreprotección con su hijo, al cual no envió más a la escuela, contratando a una maestra particular para que le diera clases en casa, algo que a Franco no le agrada mucho, ya que como todo niño de su edad necesita la libertad para salir a jugar con los demás niños.
En cuanto a su vida social; esta se ha, obviamente, reducido a nada, perdió su trabajo en la clínica en la que trabajaba, por suerte era una mujer ahorrativa, por lo que hasta ahora puede vivir fácilmente con los ahorros que tenía en el banco, pero estos no le van a durar para siempre, menos pagando a la profesora particular y los gastos de ella y su hijo.
Dado que ella no puede salir, una vecina se encarga de comprarle los alimentos cada cierto tiempo, es ella la única conexión que tiene con el exterior.
En tanto a sus amigos, no los ha vuelto a ver, y aunque su teléfono suena constantemente, esta no contesta, muchas veces.
La vida de Esther se ha reducido a los muros de su casa, despertar, limpiar un poco, preparar el desayuno, repasar las tareas con franco, ver algo de televisión, preparar las comidas y sentarse a leer sus libros de psicología, buscando una forma de ayudarse a sí misma, para recuperar su vida. Aunque la sola idea de salir a la calle la atormentaba.
El día de hoy una nueva maestra estaba por llegar, la anterior profesora estaba de viaje de urgencia y no podía seguir dándole clases a franco quien por ningún motivo podía atrasarse en los estudios.
2 días antes una profesora particular, una joven llamada Nancy había respondido al anuncio colocado por la vecina a pedido de Esther en un instituto del centro, aparentemente la joven está preparada y hoy visitaría a Esther para que esta le diera el visto bueno, hablarían y si parecía calificada comenzara a trabajar con el pequeño.
La puerta de la casa suena y Franco corre a intentar abrir, su mamá va tras él, ya que él tiene prohibido abrir la puerta. Ella lo alcanza y por la mirilla de la puerta ve, se trataba de la vecina Verónica, quien le hace las compras a Esther.
Esther saca las llaves del bolsillo de su bata y abre los cerrojos de la puerta.
— ¿Vecina, cómo está? — Saluda Verónica a Esther — Franco, buenos días — saluda también al pequeño quien le responde con una sonrisa y tomado de la mano de su madre, para que este no saliera corriendo por el jardín, algo que se moría por hacer el pequeño.
— buenos días, vecina. — responde Esther.
— Me dirigía al súper y pensé que quizás necesitaría que le haga algunas compras o que le trajera algo… — le dice.
— Pues ahora que lo pienso… ya se ha terminado la leche y el arroz… solo me quedan fideos y patatas… yo… espere un instante… — Esther cierra la puerta con la llave y se dirige a su habitación, Franco hace un puchero al no poder quedarse mirando al exterior y se dirige a la sala a sentarse en el mueble, enciende la televisión.
— ¡nada de televisión a esta hora…! — grita Esther desde su habitación.
Esther revisa la caja donde guardaba su dinero y ve que solo había unos cuantos billetes, y que no serían suficientes para las compras semanales… se dirige entonces a la cómoda y abre su bolso de dónde saca su tarjeta de crédito.
Se dirige a la puerta, Franco va tras ella al verla pasar.
— creo que tendrá que llevarse mi tarjeta esta vez, vecina, me estoy quedando sin efectivo, pero en la tarjeta tengo suficiente como para que compre lo necesario… — le dice a la vecina.
— de acuerdo, no se preocupe, vecina, ¿lo mismo de la última vez, cierto?
— sí, lo mismo… pero… ya no traiga del papel más caro, tráigame algo más… económico, — sonríe algo avergonzada.
—No se preocupe vecina, la economía ha cambiado y ya no nos podemos dar el lujo de vivir como reyes en estos días… bueno nos vemos más tarde vecina.
— sí, hasta pronto. — la vecina se va y franco forcejea ligeramente para querer salir, pero Esther lo detiene e ingresa.
— Mamá aunque sea déjame ver televisión hasta que llegue la maestra… — dice Franco dirigiéndose a la sala.
— ok, ok, pero apenas llegue la apagas… ¿ok?
El pequeño festeja sonriente y corre a encender la tele, pero la puerta suena nuevamente paralizando su felicidad momentánea.
— vaya, si es la maestra; tienes mala suerte, mi amor. — Esther sonríe y el niño deja el control remoto en el mueble y va tras su mamá.
Esther llega a la puerta y ve por la mirilla, tras la puerta una joven muchacha tocaba la puerta con una sonrisa en el rostro.
— No parece una maestra… — comenta en voz baja Esther mirando a franco quien estaba muy curioso.
Esther abre la puerta y saluda a la sonriente joven.
— Buenos días usted debe ser la señora Esther, hablamos ayer en la tarde, — la joven le da la mano a ella y a Franco — Soy, Nancy Pereda, la maestra.
— Buenos días, Nancy, adelante.
La Joven ingresa a la casa.
— eres puntual, eso me gusta, llegaste exactamente a la hora que dijiste que lo harías. — le comenta mientras cierra con llave y coloca los cerrojos a la puerta lo que llama la atención de Nancy.
— Es una zona… peligrosa, esta, ¿verdad? — pregunta.
Esther gira a verla.
— ¿lo dices por los cerrojos? — pregunta Esther, Nancy asienta con la cabeza. — No, no se trata de eso… soy... adicta a la seguridad… — sonríe. — aunque no se aún mucho del vecindario llevo aquí tan solo unos 6 meses.
Solamente la vecina estaba al tanto del estado mental de Esther, la anterior maestra ignoraba totalmente que ella no podía salir de la casa por su trauma, y Franco tenía prohibido mencionarle algo a la maestra, ya que no era de su interés, solo tenía que preocuparse por estudiar muy duro.
— Bueno, él es franco, mi hijito. Saluda, Guapo. — le dice al niño el cual se acerca a la profesora y le da un besito.
—Qué lindo es, será un gusto trabajar con un chiquitín tan guapo… — le sonríe y hace sonrojar al pequeñín. — como me lo pidió traje mis papeles, mis referencias, curriculum, y recomendaciones de mis profesores y anteriores jefes y directores de los colegios donde di clases… creo que le va a parecer más que suficiente, modestia aparte. — le da el folder.
— Me parece bien, los revisare… — los toma y caminan a la sala.
Ya ahí les da un vistazo y parece quedar convencida y conforme con la información y la preparación de la joven maestra.
— Tus referencias en pedagogía son muy buenas, y tienes una especialización en psicología infantil… interesante.
— Si, me tome muy en serio esto de ser profesora, no me gusta hacer las cosas a medias, me propuse que si iba a ser profesora y trabajar por niños debía estar preparada en todo sentido, no solo saber sobre matemáticas, historia y demás cosas , debía estar preparada para todo, para guiarlos psicológica y pedagógicamente. — le comenta muy seriamente.
— vaya, eso me sorprende, yo soy psicóloga clínica… no te lo mencioné, pero… comparto mucho de lo que me dices, pensaba igual que tú en la universidad.
— Mi padre era psicólogo, él quería que siguiera su carrera, pero me incliné más por la pedagogía… pero la psicología clínica es muy interesante, creo que será interesante trabajar cerca de una psicóloga… claro si es que me da el trabajo. — sonríe.
— Tienes las dotes suficientes, es más, creo que está demasiado calificada — sonríe.
Conversaron un rato más y luego de eso le dijo a Nancy que comenzara a trabajar con Franco, que se pusiera al corriente de donde la anterior maestra había dejado las clases, quedaron en hablar de los honorarios al final de las clases del día de hoy.
Al final de la tarde luego de que Nancy y Franco terminaron de ponerse al día este se despidió y se fue a su habitación para que su madre y la maestra pudieran conversar en la sala.
— La anterior maestra dejó a Franco en un buen nivel, es un niño muy bien preparado, no será difícil que se ponga al día, incluso hoy como jugando avanzamos bastante, Señora. — le dice Nancy a Esther mientras bebe una taza de té que Esther le había ofrecido.
— si era una buena maestra… — bebe también — y creo que tu serás un buen remplazo, ella regresará el otro año, tuvo unos problemas y salió de la ciudad, así que necesitare tus servicios por al menos el resto del año, para que mi hijo no se atrase, así que… que te parece si te doy 500 a la semana. — sugiere.
— Me parece bien, me parece muy justo, — se pone de pie y le da la mano. — entonces… ¿le parece si comienzo a trabajar desde este lunes que viene? Así tendré tiempo de preparar las clases, conseguir los materiales didácticos, sé que tiene algunos, pero no son los más actuales y pues quiero darle a su niño lo mejor que pueda — sonríe.
— El lunes está perfecto — responde Esther y sonríe.
— así tendrá oportunidad de este fin de semana llevar a Franco al cine o de día de campo, ya que soy muy estricta a la hora de estudiar he… — hace un gesto de villana y sonríen.
Era obvio que aunque deseara hacerlo, Esther no podría sacar a Franco a pasear.
Luego de esa conversación la maestra se retiró y Esther continuó con sus cosas.
Como cada noche, Esther tiene problemas para conciliar el sueño y se pone a leer hasta altas horas, a veces se pasea por los cuartos de su casa, visita y cuida del sueño de Franco y a veces ve por las ventanas cuidando de que nadie este rodeando la casa, muchas veces también no duerme en toda la noche, solo se pasea de un lado a otro perdida en sus pensamientos y miedos, cada ruido le causa tención y la alerta. El mas mínimo sonido sospechoso la altera y le hace pensar que alguien o algo intenta hacerle daño a ella o a su niño. Una condición normal en personas con el problema de Esther y aunque ella lo sabe, le cuesta darse cuenta que todo es parte de una alucinación y que todo estará bien.
Como en muchas otras ocasiones el teléfono suele sonar, pero ella no responde, solo deja que la contestadora acepte los mensajes, siempre son de la misma persona.
“Esther, soy yo Edward, por favor respóndeme, sé que estás ahí, quiero ayudarte, ya respóndeme… puedes confiar en mí, no está bien todo esto, me preocupas mucho, y… te extraño también… un día de estos me gustaría ir a verte a tu casa… dime donde estas… desapareciste, necesito verte, ha pasado mucho tiempo, yo no me he olvidado de ti… solo quiero ayudarte….sé que ya no me quieres ver, sé que… sé que me dijiste que no me entrometa, pero no puedo, ¿sabes lo complicado que fue encontrar tu numero? Peor no importa… yo te quiero…”
Esther solo escucha recostada en una pared y mirando al vacío, ignorando totalmente el mensaje y en muchas ocasiones borrándolo.
El fin de semana ella y franco se pasaron la tarde viendo películas que había alquilado la vecina para ella, películas que franco disfrutaba ver una y otra vez aunque siempre fuera la misma. Era ese básicamente todo su entretenimiento, ver películas y jugar juegos de meza, practicar algo de matemáticas y leer libros de aventura que franco disfrutaba mucho, aunque se moría de ganas de salir aunque sea al jardín de la casa a tirarse en el pasto.
—mañana es lunes, amor — le dice Esther a Franco la noche del domingo acostándolo en su cama… — ya sabes que debes poner mucha atención a Nancy, ella parece buena persona, le agradas le será fácil trabajar a tu lado y debes ayudarla… quiero buenas notas…¿si? No la enloquezcas como a la otra maestra. — sonríe y le hace coquillas al pequeño.
— No te preocupes, mami, también me agrada Nancy, no parece profesora…
— sí, es muy joven pero está muy preparada… — le da un beso en la frente y se pone de pie — … ahora a dormir, amor…
— ¿no te quedas un rato conmigo? Hasta que me duerma… como antes…
— Mmm… puede ser… — Esther se sienta acuesta a su lado y lo abraza.
Más tarde esa noche mientras finalmente Esther había logrado conciliar el sueño al lado de su bebé algo la despierta.
Un extraño ruido que se escucha desde la sala de la casa, el sonido era como de pasos, como si alguien estuviera caminando, lo que la atemorizó, rápidamente se escurrió de la cama sin despertar a Franco y tomó un bate de basebol que franco tenia entre sus juguetes, paso a paso lentamente se fue acercando a la puerta de franco la cual siempre estaba abierta, Esther no dejaba de respirar rápido, mientras sudaba y el sonido se acercaba, prácticamente lo sentía en el pasillo, lentamente se acercó a la perilla y cuidadosamente comenzó a cerrar la puerta hasta, el sonido de los pasos seguía avanzando, el terror en el rostro de Esther era claro, solo se colocó detrás de la puerta y sosteniendo fuertemente el bate se quedó ahí hasta que no escuchó nada más y la luz del sol iluminó el cuarto.
Es ahí cuando esos sonidos y esas ideas parecen desvanecerse de los pensamientos de Esther, quien sabe que todo está en su mente, pero está en esos instantes lo hace parecer tan real que la asustan, la hacen sentir un miedo tan real, que es incapaz de reconocer la realidad de la ilusión.
Así eran muchas de sus noches.
Finalmente inició la semana y Nancy muy temprano acudió a trabajar, puntual y muy preparada, estaba dispuesta a demostrar lo capaz que era con el pequeño niño.
Como ya era su costumbre mientras franco estudiaba con su maestra; Esther se sentaba frente a su computadora a buscar información, investigar y a tratar de conocer más a fondo todo acerca de su mal, para ayudarse, leyendo sus libros, una y otra vez, buscando una salida a este problema que sabía hundía a su hijo también con ella.
A Nancy le parecía algo extraño que Esther no saliera para nada durante todo el día, no le preguntó por qué pensó que sería inapropiado, pero tenía curiosidad, suponía que trabajaba en casa, o que estaba preparando una tesis o algún trabajo, al verla encerrada en su habitación en la computadora y solo saliendo para verla y preparar café eso supuso. No pasaba por su mente en ningún momento nada fuera de lo común, solo curiosidad.
Al pasar algunas semanas, el avance de franco era fantástico, había alcanzado y pasado por mucho la curricula escolar del año, estaba muy avanzado, Esther estaba muy contenta con el trabajo de la nueva maestra quien se esforzaba muchísimo.
Una tarde algunas semanas después.
Esther se había quedado dormida y franco y la maestra trabajaban como siempre en la meza del comedor
— bien, hiciste un buen trabajo… terminaste los ejercicios antes de lo que supuse, sin duda estamos muy adelante, franquito. — le dice al pequeño y le sonríe. — descansemos 15 minutos. — le dice.
Franco festeja levantándose y saltando de alegría.
— shhh…. No hagas ruido, tu mami está dormida… — ve en dirección a la alcoba— eso creo, ah estado muy callada… — se pone de pie y avanza sigilosamente hasta la puerta de la habitación.
Franco va tras ella igual de silencioso.
Efectivamente Esther estaba dormida, cansada de tanto leer y de todo lo que tiene en la cabeza había sucumbido ante el sueño, estaba acostada en su cama con la portátil y los libros a su lados. Nancy cierra la puerta silenciosamente y regresa con franco a la sala.
— Tu mami trabaja mucho, — le dice a franco en voz baja mientras caminan — debe estar trabajando en algo muy importante.
— si, — contesta franco — es muy importante lo que hace.
— ¿sobre que es su trabajo? — pregunta llegando a la sala.
— Mamá no me deja decir acerca de que trabaja…— baja la mirada el pequeño.
— entiendo, no te preocupes, no tienes por qué decírmelo, pero… debe ser muy importante, no ha salido de casa desde que estoy aquí… solo la vecina va por las cosas… sin duda debe ser un trabajo tremendo.
Franco asienta y se acerca a la ventana desde donde se ve el parque frente a la casa, cruzando la autopista, a unas cuadras.
Nancy se acerca a el y ve la mirada del niño.
— Mmm… creo que por ser tan buen niño te ganaste el salir al parque… — le dice sonriéndole.
— ¡¿de veras?! — dice franco emocionado y brincando de alegría, hasta que recuerda que su madre le tiene prohibido salir y detiene su emoción mirando en dirección a la alcoba de Esther.
— ¿Qué pasa? ¿Pensé que eso te alegraría?... ¿no quieres ir? — le pregunta la maestra.
— es que… mi mamá…
— dejémosla dormir, cuando regresemos ya abra despertado, así descansara mejor sin nuestras voces haciendo eco en la casa… ¿vamos? Te invito helado… tengo algo de calor — dice la maestra dirigiéndose a la puerta, ella ignoraba que franco no debía por ninguna razón salir a la calle.
Pero el niño ansioso y travieso hizo caso omiso, simplemente ignoró la orden de Esther y con una sonrisa fue tras Nancy, suponiendo que reversarían antes de que Esther despertara.
Continuara...
Franckpalaciosgrimaldo30 de enero de 2012

1 Comentarios

  • Joanna

    La verdad es que la violencia nos ha robado la paz. ¿De que país eres? de donde yo soy, los asaltos son el pan de cada día, yo misma he vivido dos en carne propia, aún así tengo que continuar mi vida y seguir trabajando. Seguiré tu historia, veremos en que termina.

    30/01/12 04:01

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