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Solo FuÍ un Testigo...

El pasado 12 de Octubre seguí intentando cazar historias, éste cuento es producto de una de las historias que pude atrapar… Es tal vez una historia triste, pero créanme la historia real puede ser más triste todavía…

Él la vio… Solamente la vio y eso bastó para creer que junto a ella valdría la pena ser diferente, que podría volver a confiar. De repente tuvo miedo de no volver a verla. “Qué ridículo”, pensó, y sintiéndose amenazado intentó distraerse y no mirarla más. Pero ella lo hacía difícil, tal vez ella quería sentir su mirada. Cuando él se marchó de la fiesta sintió un poco de alivio creyendo que al darle la espalda aquel sentimiento desaparecería, aunque se llevó de ella su número telefónico. Lo vi alejarse y yo sonreía mientras pensaba que una buena historia nacería de aquel encuentro.




Lo conocí hace algunos meses, una noche, pasaba frente a la plaza del pueblo y lo vi sentado en uno de los bancos, no sé por qué pero decidí acercarme y cuando lo hice me sonrió saludándome amablemente. Me senté junto a él y el alcohol le permitió revelarme su pena. Fue víctima de un engaño, había entregado su corazón por completo e ilusiones a una mujer que parecía corresponder sus sentimientos. Vivía para ella, dispuesto a construir las bases para un futuro seguro junto a ella. Creyó amarla y creyó ser amado por ella. Pero un día descubrió que no fue así, él solo fue su juguete… Desde entonces se convirtió en un animal nocturno, en un lobo cazador, un maestro de la seducción. Su objetivo eras distraer su alma en pena con aventuras y conquistas pasajeras...




Con el tiempo creyó olvidar que una vez amó. Aunque esa noche me confesó no sentirse satisfecho con su estilo de vida, en ocasiones no había forma de ignorar el vacío en su corazón, pero intentaba ahogarlo en el viejo bar frente a la plaza. Lo escuché atentamente y cuando sus lágrimas enmudecieron sus palabras le hablé de la esperanza, de mi teoría de que los eventos desafortunados tienen como propósito llevar al ser humano a un proceso de auto-conocimiento, pero es necesario no maquillar nuestras emociones y crear ilusiones destructoras que llevan a comportamientos nocivos y que nos distraen… Le hablé también de mi Dios, del plan soberano, del destino dibujado desde el principio. Me escuchó atento y luego se despidió. Supuse que al día siguiente él podría haber recordado mis palabras y tomar un rumbo diferente o pudo haberlas olvidado como cualquier otra tertulia nocturna.




Me sorprendió verlo en la boda de mi amiga el 12 de octubre. Lucía un poco diferente. Desde mi mesa noté la atracción que sintió por ella y sospeché que ella también fue atraída por él. Observé su destreza y concluí que realmente era un maestro de la seducción al estilo Mystery, aunque un poco más moderno e innovador en su entrada a un set.

Dominó el grupo que la rodeaba, atrayendo las miradas y guiando las conversaciones como todo un “macho alfa” hasta abrirse paso hasta ella y sacarla del set. No hubo abuso del contacto físico, dos o tres ligeros toques con su dedo índice en el hombro izquierdo de ella, la misma cantidad de veces que la vi sonreír por las ocasiones en las que supongo él dijo algo como: “lastima que la fiesta va a terminar, seguro vas a extrañar mi compañía”. Sus escasos toques luego de comentarios como estos revelaban un excelente juego interno y una audacia estableciendo aros psicológicos durante el abordaje incrementando en ella la atracción que seguro sabía que había despertado en ella durante el manejo del set.

Dos minutos antes de despedirse lo vi observar su reloj y luego tomar el número celular de ella que se lo daba sonriendo. Luego con su mano derecha tomó la izquierda de ella y me esforcé por leer su labios: “Valió la pena haber venido solo para robarte tu numero telefónico”. Le dijo y se alejó de ella sin permitirle pronunciar una sola palabra. Un cierre perfecto, inédito. Se acercó a los recién casados, y luego cruzó la puerta y salió de la fiesta. Pensé en acercármele mientras caminaba desde el punto donde estaban los recién casados hasta la salida y recordarle que yo era aquel muchacho que se sentó una noche a su lado en la plaza, y convertirme así esa noche en un elemento activo de la historia, pero me conforme con ser solo un testigo, hoy lo lamento.

Los ojos de ella le siguieron hasta la salida. A ella yo no la conocía, pero también me bastó verla para pensar que podría ser la heroína del cuento, la damisela que rescatara al buen hombre escondido dentro de aquel lobo cazador.

Una gran batalla inició desde el momento en que puso un pie fuera de la fiesta… Fantasmas corrían detrás de él armados con imágenes del pasado, montados sobre temibles corceles cuyo aliento podía congelar el alma de cualquier mortal en pena.

Él la vio esa noche y quiso entregarle su corazón… Quiso soñar con un destino junto a ella. Deseo ser suficientemente valiente como para rendirse a ella y así ella pudiera tocar su alma e internarse en sus pensamientos… Pero los fantasmas hacían de aquel sentimiento una burla y pronosticaban un fracaso seguro y una pérdida irrecuperable…
… Mientras caminaba se atrevió a argumentar contra aquellas burlas. ¿Acaso las tecnicas aprendidas los últimos dos años no podrían permitirle el éxito en una relación estable? ¿No es ese el verdadero fin del arte de la seducción?

“Ya no eres el mismo de antes… Ahora posees conocimiento. Hasta ahora lo has usado para conquistas pasajeras, pero puedes cambiar la dirección solo debes enfocarte”.

Pasó frente al bar, tal vez ya era la medianoche cuando frente al bar decidió que esa noche no bebería. Siguió caminando la cuadra pendiente y llegó a su casa.

Al entrar a la habitación rememoró cada detalle de aquel encuentro. Se concentró primero en el color de los accesorios que ella llevaba. Él sabe que los colores que una mujer decide llevar van más allá de una combinación de acuerdo a la ocasión, de hecho el criterio de los colores convenientes para alguna ocasión esconde claves que permiten descubrir ciertos rasgos del perfil psicológico de una mujer. Luego recordó el maquillaje de su rostro. Así podría tener cierta idea del grado de auto valorización ante la presión social en su entorno. Es normal ver a una mujer muy bien maquillada en una reunión como aquella, pero más normal es ver mujeres exageradamente maquilladas reflejando así problemas de autoestima, como intentando compensar en la apariencia del rostro la carencia de destrezas sociales, revelando problemas de timidez. Analizó el desempeño de ella y las reacciones durante el abordaje, interpretó su lenguaje corporal.

Sin duda alguna aquella mujer era especial, sencilla y sincera, dulce, con criterios definidos, firme para alcanzar sus metas. Nunca me dijo como lo dedujo pero creyó saber también que ella esperaba con ilusión la llegada del verdadero amor, que deseaba soltar las cuerdas que sujetaban su ternura, que también tenía sed, sed de amar y ser amada, y no por ser víctima de alguna traición, sino porque ella había nacido para amar y solo amando se sentiría completa. Pensó que esa noche ella, acostada en su cama estaría pensando en él, recordando cada palabra que le pronunció, deseando otro encuentro, no una cita, él sabe que ella no es buena reaccionando ante las citas, ella desearía otro encuentro casual. Seguro ella soñaría con una relación en la que pudiera depositar sus ilusiones reprimidas por no haber encontrado un hombre que le brindara confort emocional.

En su habitación pretendió haber vencido a los fantasmas. Pero sintió ansiedad ante la posible decisión de abrirle las puertas al amor, sentía que perdía el control. Casi la una de la mañana, decidió salir y sentarse frente a la calle de espalda a su casa. Encendió un cigarro y lo absorbía como si del humo dependiera su vida.

La batalla aun no había terminado. Los fantasmas solo se habían ausentado un momento, el tiempo suficiente como para mutar la apariencia y cambiar la estrategia…

“¿Crees realmente que mereces ser amado?”

“¿Qué tal si terminas hiriéndola?”

“Ya no eres el mismo de antes… Tus hábitos terminarán venciéndote”.

Sintió que aquellas palabras golpeaban su alma y de inmediato se puso en pie, apoyando su espalda en la pared que cerca su casa…

“Es cierto – reflexionó – ella merece a alguien mejor”.

Y hubo un ganador, y una sentencia desfavorable para él, pero seguro a favor de ella, al menos así lo pensó él.

Casi las 2am, caminó la cuadra de regreso al viejo bar, ya saben para ahogar sus penas.

Eran las 5:15 a.m. cuando pasé frente a la plaza en dirección a la casa de la cultura y nuevamente lo vi sentado, fumando. Me acerqué, apenas me vio sonrió torpemente y me dijo: “¿Quieres escuchar una historia?”… Me senté a su lado…

Ayer supe que ella aun espera su llamada y recuerda con curiosidad que aquella noche mientras él caminaba desde donde estaban los recién casados hasta la salida de la fiesta él le envió un mensaje a su celular, el mensaje solo decía: “tengo un plan”.
Gusmar23 de octubre de 2008

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