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La Breve y Cruel Vida de Chago Morales (el Narquillo)

--¡Han salido de la nada!-- Exclamó Erick “el chivo” a su par de compinches escondidos detrás de la gran Escalade blindada.

-- ¡diviso a dos! checa en la guantera, hay varias granadas de fragmentación Ruy! – gritaba Chago morales al belicoso Ruy Rosas. El único del grupo que traía una R15 con lanzagranadas integrado.

En medio del Boulevard Constitución, el desfogo de armas de uso militar, rafagas de metal incendiario rebotaban en el blindaje de la camioneta.

Sobre la avenida Juan Pablo, 4 camionetas pick up, repletas de federales.
Al Este en la calle Juan Escutia un cerco militar, establecido en cuestión de segundos para cerrar paso a la Escalade. Desde el noreste, En el edificio de Famsa, un escuadrón de la policía militarizada martillaba la capota con calibres grandes.

--¡ahora si ya nos cargo la verga comandante!—dijo frenético Chago dirigiéndo su mirada asustada hacia Erick “el chivo”.

Impávido, Erick, se asomó por la parte frontal de la camioneta y lanzó una llamarada con su AK – 47 al tejado del negocio, lo que resultó en 3 o 4 impactos de bala en su pecho y cuello, se desplomó como un costal de papas al suelo. Comenzó a brotar sangre a chorros. Uno de los disparos había lacerado una de sus carótidas. Y lo había propulsado 2 metros desde su posición original.

– ¡Comandante!, ¡verga! Ruy, ya se chingaron al comandante.
--¡Que ta valga verga!... ¡cubreme la espalda cabrón, la voy a tirar en la chompa al chorcho! –
Dijo mientras se abalanzaba a la posición trasera de la camioneta con la R15 cargada con la granada. Con un acento belicoso, una mezcla entre guatemalteco y el propio de un cabrón que ha sniffeado 10 rayas de psicotrópico.

-- ¡perate, verga!, ¡te van a chingar güey! –

Haciendo caso omiso a la advertencia de Chago. Ruy salió por la parte trasera y disparó la granada hacia el cerco militar. La trayectoria elíptica del explosivo, incurvada por la imprecisión de un repentinamente injuriado brazo, no se acercó ni un poco a su objetivo. Por el contrario, explotó a 3 metros del hombre caído, las esquirlas perforaron sus ojos, el rostro y los hombros. Por la posición en decúbito a la que se vió reducida su figura.

Luego de ese patético último ataque, cesó el fuego.

Chago Morales estaba aterrado. Traía una metralleta semiautomática. Para la distancia de tiro de los soldados y los federales, esa cosa era absolutamente inútil. Además, si contáramos la cantidad de soldados, federales y los cabrones de la terraza, serían más de 34 hombres.


Pobre Chago Morales, tenía apenas 1 mes que había entrado a las filas del Chapo Loera, solo había recibido 1 mísero pago de 1500 pesos, con lo que había comprado un pantaloncito Levy’s (mismo que ya había orinado presa de su pánico), un perfume y una cadenilla de imitación de oro.

--¿Por qué no le hize caso a mi jefita?, ¿Porqué no me casé con Melisa, estaba bien wenota, y solo tenía 12 años, Porqué no me quedé a trabajar la tierra de mi padre (bueno del terrateniente, íntimo amigo y proveedor de mi padre)? -- Se dijo para sus adentros entre lagrimitas de dolor.

Sus patéticos lamentos fueron interrumpidos, desde hacía varias centésimas de segundo, una granada flotaba sobre su cabeza, la sombra del bólido aumentaba sus dimensiones en su cabeza conforme descendía.

.Y así fue como la explosión terminó con la miserable vida de Chago Morales.
O Chaguito (como le decía su mamita).
Hellraiser10 de junio de 2013

1 Comentarios

  • Hellraiser

    Obviamente mi historia es una sátira... A excepción del nombre del narco mayor, todos los demás son inventados, incluso Chago. Incluso las calles de la ciudad donde ocurrió imaginariamente el evento. :)

    10/06/13 10:06

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