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Carta Desde América (octubre de 1528)

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Querido hermano, te escrevo desta tierra de gracia y como ya os he dicho dàquí al día que vine, et a judgar por toda desta linda provincia, non tenedes idea ca cosas face Nuestro Señor.
Debo dezir a vos una cossa clara y en lenguaje commo débese:
He venido a el Paraíso que nómbrase en nuestra Santa Biblia, lo es.
E ansy digo nuevamente q has de fiar de mi palabra, que tengas anymo e no dexe por ningún temor a venir a desta enorme campiña. Todo deste
continente é abundoso, tierras fertilísimas en grado sumo, tanta fechura como en primavera en la España, deso habedes que vedes tantíssima frutas, flores, muy grands árboles, animales, aves.
Háseme que non vi en mis viajes, tierra más bella commo d’esta comarca, todo es lujurioso, brillante.
Sus habitantes son de fermosa estatura e piel, andan desnudos e sin sandalias siquiera, algunas pocas d’las mujeres se cobijan su parte pudiente con un minúsculo pañuelo de algodón e sus redondos lindos pechos podere verlos al’aire. Flaban lengua extraña, más he ido entendiendo a poco.

En otro día, de mañana, la ventura me trujo por denstro de una espesura allende al poblado, quando topé a orillas de un río entre playa y arena, a una india de gran beldad bañándose, que amar tod’hombre codicia habría.
Estando oculto enla tupida floresta, la vi tan graciosa que apenas creyera que fuese india della espesura e no diosa de las aguas y estove viéndola totalmente desnuda lavar el suyo diminuto pañuelo ca por toda prenda tenía para vestir, é me dije: Mi fe está en mengua y mi pensamiento menos católico oy.
¡Dios me vala! pero ella me fizo mucha ganas de amarla por semeja della fruta temprana y mi fierro se endureció con ímpetu indecente.
¡He hermano! non creo q’las mujeres sean tan fermosas en nostra Castilla que lo q tenemos aquí, ni de tan esbelta figura como dellas palmeras ondulantes de’qui.
Menudeaba una extraña canción mientras reposaba sobre las rocas, e me ha vido con sorpresa é dijo -¿Quién vos trae de mañana por este valle?
E sin otro partido ca tomar, repondile asi después que la hobe saludado con señas:
-Faciendo la vía donde s’aparta la sierra, vo fasta la casa de un buen amigo.
-¿Y que queredes agora? Continuó la bella india con bollicioso jolgorio bien como riendo… Y ansy, ante la oportuna coyontura, yo dixe si era casada, respondiome que no en buena fe, ni tampoco desposada.
Luego, calmosa dijo: ¿Queredes en buena hora, ser señor de mi compañía oy?
Yo me maravillé ante tan generosa voluntad d’esta virginal moza y ansy, en carnes como vino al mundo, razón hobe de loar su ingenua gracia y grand cortesía, aceptando ser su ombre desse día. Fuime a su lado é quería más, abrazándole, é aver si podría tenede como muger.
-Yo non m’excusare de facer lo que demandades, si Ud. dessea amarme, hacedlo, faré lo q vos queredes e me gusta -agregó la doncella con tan singular donaire.
Y ella púsom’en amores logrando ser preso entre sus finas piernas. Desse día estó amancebado querido hermano, bendita la hora desre q vino a mi, soy su namorado.
Si vos le tuviérades en esta soledad, con la mayor ventura facería lo mesmo q yo.
Hermano mío, partades de allá, tenedes q venir á estas tierras de Venezuela é para que vos faga nueva vida, habervos agradado.
Dejaos della vuestra gorda muger. Verte he con una linda india de buena crianza, é siendo vos galán honrado converná tenello en quenta.

Hasta pronto hermano, siempre tuyo afectíssimo.
Indigo12 de octubre de 2014

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