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En El Armario...

Que feo se siente ver a quien más amas estar en propiedad de otro, ver como sus labios se juntan apasionadamente, convirtiéndose en uno solo. Como sus manos se deslizan sus cabellos, pasan por su cuello y llegan a su zona. A mi mente llegan los recuerdos, los recuerdos junto a ella y me pregunto si ¿alguna vez fue mía?
Un dolor inmenso me invade, pero en especial invade a mi garganta. Siento como un trago seco de saliva pasa por ella. Sus caricias son más y más intensas, ya casi pasando al morbo. No sé qué hago aquí metido, si llegan a pillarme sería una gran vergüenza para mí. Las manos de ese hombre la despojan de sus harapos dejando al descubierto su esbelto cuerpo. A ella parece gustarle, lo disfruta.
Están tan húmedos que dicha humedad se transmite en mi. Mi cuerpo la siente. El roce de sus cuerpos me eriza y los jadeos de ella me excitan. Él se humedece los dedos y delicadamente los pasea por su sexo, con su cuerpo contorneado sonríe gustosa de esto. El movimiento de sus dedos en cada vez más fuerte al igual que sus jadeos, sus jadeos de placer. Sin notarlo de repente estoy empalmado, muy empalmado casi queriendo explotar. Tras varios jadeos ella se corre, se tumba en la cama aun con las piernas abiertas. Oigo que susurra tan suavemente.- penetrame.- el sin pensarlo asiente. Desde hace ratito quería hacerlo, su polla estaba igual de dura que la mía. Alegremente va en busca de un condón. Lo consigue.
Cierro los ojos y solo oigo cuando estira el condón, ya colocado en su lugar. Entreabro un ojo y veo como toma con una mano su polla y con la otro la pierna de ella. Ella sigue extasiada. De un tirón entra en ella el gusto es notorio. Empieza con pequeños movimientos y luego la embiste fuertemente. Ella gime y gime. El dice cosas sucias y morbosas. La temperatura aumenta y todos nos cachondeamos, todos incluso yo.
Creo que somos tres los que disfrutamos.- dice el posando su mirada en el ropero donde estoy metido. ¡Madre mía! Me han cachado.- sal de allí.- masculle. Trato de salir pero toda esta ropa guardada me lo evita. Me acomodo, también la polla. Salgo cabizbajo de la vergüenza, ambos en el acto se ríen y me miran.- ¿quieres unírtenos?- todo se detuvo ante mí. Asentí con la cabeza y me dispuse al acto. Quite lo que me cubría, me indicaron donde estaban los condones, tome uno y lo que pasó fue mágico y solo en mi mente, y en la de ellos, quedará...

J.svalentine240212 de mayo de 2017

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