Me refresco la memoria buscando lo pensado, lo dicho y lo hecho, luego veo lo difícil de navegar en un mar de fuego.

Las palabras escritas o dichas están en el archivo de nuestra memoria y nacen de acuerdo a lo que uno quiere creer.

Solamente hay que esperar en que zona hay que cavar, en el cementerio de los pensamientos, en el armario de las entelequias, en el eufemismo de las cavernas o en la casa del tabú.

En toda opinión existe el punto de vista y darle vida a lo desconocido es la colección atrevida, más no pudiendo hablar significa que no hay evidencia de lo sucedido.

Resolver los misterios más complejos de la mente, el laboratorio de lo incongruente y los ensayos con los dogmas, es caminar en la tierra de los muertos.

Encontré una llave para no morir en el intento, no es una estrategia sino que nadie tiene la verdad más que yo, me crean o no, pero puedo recuperar las palabras del viento que no dejan de sonar.

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2 Comentarios

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  Bierrodot

  Dentro de mi desorden, yo llevo un orden. La interpretación ajena sale sobrando, porque en este almacén de sensaciones existen las mismas posibilidades de encontrarse con el horror que con la felicidad.
  
  A veces entramos y resbalamos con alguna lágrima añeja; otras, apenas al abrir la puerta, subimos a los aires para flotar en la paz.
  
  Yo trato, personalmente, de modificar mi realidad para que las experiencias llenen ese almacén, pero las neuronas ya están perdiendo su brújula, a veces ya ni ellas mismas se encuentran.
  
  Excelente tu texto.

  14/05/20 05:05

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  Janet

  Gracias Bierrodot por tu comentario Saludos

  27/07/20 08:07