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Hoy, Mientras VivÍamos.

Hoy, mientras en mi cole disfrutábamos de una magnífica jornada de convivencia educativa, en una escuela de Peshawar (Pakistán) más de un centenar de niños eran asesinados a tiros por un comando talibán.

Hoy, mientras nosotros derramábamos ilusión y esperanza por un futuro mejor, unos desalmados derramaban la sangre de unos pequeños que, indefensos, no volverán a ver la luz de un nuevo día.

Hoy, mientras nuestros hijos y alumnos se esforzaban por acoger, colaborar y trabajar juntos en compañía de sus maestros y familiares, otros hijos y alumnos padecían la barbarie y la muerte a manos de seis salvajes incapaces de sentir algo que no fuera odio y rencor.

Hoy, mientras las risas, los abrazos, los besos y los buenos sentimientos nos rodeaban con su cálido aliento, otros compañeros, desconocidos pero tan cercanos ya a nuestros corazones; sufrían los llantos, los gritos, el dolor y la muerte.

Hoy, las puertas de las aulas pakistaníes no se abrieron con un saludo de buenos días, sino con disparos indiscriminados, sedientos de la sangre y la vida de unos niños inocentes que nunca más volverán a una escuela.
Hoy me siento eternamente triste por pertenecer al género humano, la única especie capaz de perpetrar una masacre semejante y justificarla con la afirmación tajante y vengativa de que “queremos que sientan nuestro dolor”.

Hoy sé que no será la última vez que ocurran atrocidades como esta, hoy estoy seguro de que ya hay otra escuela llena de niños y niñas esperando a ser despedazada por la crueldad de seres despreciables que pretenderán justificarlo diciendo que “quieren que sintamos su dolor”.

Hoy, unos desgraciados me han hecho sentir culpable por mi felicidad frente a este drama terrible, y lo peor es que estoy completamente seguro de que esto no acabará nunca; es por ello que sólo siento unas ganas enormes de vomitar.

Mañana volveré a mi pequeña escuela rural y tendré que hacer de tripas corazón para que no se me note la desazón y la congoja que desde ahora me invade un poco más. Y lo haré porque los niños y niñas de mi cole volverán a saludarme, a sonreírme y a transformarme en una persona mejor. Y podré superar este nuevo “hachazo invisible y homicida”, este “empujón brutal” que, como a Miguel Hernández, “me ha derribado”.

Juan Carlos Pérez García (maestro derribado)
Jucapega196317 de diciembre de 2014

1 Recomendaciones

2 Comentarios

  • Sonoridario

    La gran desesperanza comienza cuando nadie hace nada, cuando la noticia recorre el mundo y la sangre sigue manando. Hoy, también he leído la noticia a mis alumnos. Era necesario abrir los ojos a un amanecer de gran tristeza. Lo inesperado siempre señala a los inocentes, y como bien dices, no existe nada que justifique actos semejantes, sino la bestia humana que jamás evita el dolor y lo propaga. Un saludo y gracias.

    17/12/14 07:12

  • Oliviaferrer

    Y aquí, muchos de mis compañeros de clase, haciendo un drama porque sus padres les han quitado el móvil por una semana, mientras a miles de quilómetros mueren niños a los que les gustaría una educación y una oportunidad para vivir sin que una pandilla de asesinos vengan a arrebatarles sus familias

    16/08/17 03:08

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