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Hotel Flamenco

No puedo explicarlo. Cierro los ojos y veo la escena que está por recrearse. Siento una vibración y un zumbido que me recorren las yemas de los dedos; dos, cinco veces, hasta que los síntomas se vuelven algo explicito, una quemadura sobre la piel que no deja de latir. Empiezo a confundir ciertas cosas, como los sonidos y colores rojo del vestido de lentejuelas o la luz eléctrica del semáforo, el ritmo de las manos marcando las pulsaciones, un disparo y tal vez, porque no puedo estar seguro: dos cuerpos en llamas. Todo se oscurece un poco.
—Era cuestión de tiempo entonces —pienso, mientras el cigarrillo me quema los labios.
Ella todavía duerme en el asiento de atrás, siete octavos paralizada, inconsciente desde que habíamos salido de Buenos Aires.
Cuando chocamos de frente con el patrullero ya no puedo sentir ni las piernas ni los brazos. Mejor así, supongo.
—Esta camisa que estoy usando está manchada con salsa —digo—. Esta camisa es rosa, tiene una mancha de salsa en la manga izquierda y ahora le faltan dos botones. Odio esta camisa, es una camisa horrible. Entonces, cuando le pregunten cómo estaba vestido el conductor, usted simplemente va a responder que nunca hubo un conductor.
—Cuando llegué me encontré con un accidente y nada más, oficial. Nada más.
— ¿Entendés, negro? No tan rápido.
El cuerpo carbonizado de la actriz es encontrado en un departamento la mañana siguiente a unos metros de sus piernas, cuando el humo se extiende al quinto be donde se está festejando un cumpleaños.
Los invitados finalmente derriban la puerta y, de alguna manera, ella todavía respira. El techo de la habitación colapsa y la música tropical que se escuchaba de fondo se detiene, pero ella sigue con vida hasta el mediodía, cuando la película se estrena en algunos cines del país, el norte de Bolivia y la frontera con Chile.
—Corte.
Julianm16 de enero de 2016

1 Comentarios

  • Indigo

    Llevas buen rumbo, pule un poco más y será excelente. Me gustó.
    Saludos.

    16/01/16 09:01

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