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Seiko 3000 - Capítulo 31 - Vini, Vi, Vinci

Delta Valley. 30 de Enero del 2999. Academia Militar Minerva. Despacho US Alfa.
- ¿Qué habrá sido de Ivon, teniente?
- ¿Crees que yo lo se?
- Fuiste el ultimo de hablar con él ¿De verdad no sabes nada?
- ¿Piensas que soy telepático? Te digo que desde hace semanas no se nada de él.
Jonás estaba siendo asaltado a preguntas de Igneon y Miguel. Desde que se fuera su antiguo teniente y que el capitán estuviera ocupado en Novo desde que se marcho al acabar el asalto a Námeca del Norte, no se habían vuelto a reunir. Había estado cada uno en unas pequeñas vacaciones. Jonás había vuelto a casa de sus padres adoptivos en Novo. Miguel se marchó hasta Jamber a seguir profundizando en la historia de Ramber. Tiberio estuvo unos días con su familia en la montaña en una casita que tenían junto a sus tres hijos. Igneon estuvo en Ferder casi desconectado, aunque ahora estuviera hablando como siempre, desde que volvió estaba mas serio que nunca. Icíar se había marchado a Bahía Cost pero había estado muy poco pensando que este invierno haría buen tiempo para broncearse.
Tiberio como de costumbre permanecía atento mirando al reloj-carillón, esperando a que llegase su capitán. Icíar pensaba para sus adentros en lo poco morena que se veía “Con este cuerpo no podré ligar con nadie…” Su capitán, Taraca, les había ordenado coger enseguida cualquier vuelo con destino a DV. Había una misión que cumplir. Jonás no paraba de pensar en lo que había oído del convertidor 208 y del recogedor 1. Ambos eran sitios donde vivían parientes de Ivon. Muchas veces se planteo que hubiera muerto en esos accidentes. Intentó convencerse de que no fuera así pero desde que supo lo del convertidor, había intentado llamar a su móvil.
Aunque una melodiosa voz le invitaba a llamar en otro momento, lo cierto era que sus esperanzas, se estaban desvaneciendo. Miguel, buen amigo de todos estaba preocupado por Ivon pero había intentado conocer su paradero por otros medios. Amigos, compañeros de otras academias. Cualquiera valía con tal de encontrarle en la isla. Incluso había hablado con Marina para comunicarle esa noticia, por si le viera por Ferder. Icíar no estaba morena en realidad por haber estado todo el rato en su casa de Bahía Cost, preocupada por las noticias que, suponía, le hubieran sentado fatal al joven teniente. Estaba deseando que el capitán viniera para informarles de su falta de expulsarle e integrarle otra vez en el equipo. Tiberio había estado hablando glorias y alabanzas de Ivon a su mujer y a sus hijos. Nunca había visto a una persona que brillaba por su humildad y valentía ante los peligros.
Resumiendo, todos esperaban a que Ivon estuviera mejor y a salvo.
Carlos entró con rapidez en el despacho sin hablar con nadie, llevando un grueso glosario lleno de informes de un brazo. Sin mirar a nadie entro en el recinto blindado y de seguridad con una cara desconocida para los miembros de la US.
Estaba sonriendo. Parecía lleno de profundo regocijo pero había algo con no encajaba en él. Aunque fuera amable, cortés y educado ante todo el mundo (salvo para Ivon) existía ese “algo” que no terminaba por convencer a los demás.
Cuando todos se sentaron en el bicolor despacho y hubieran conectado sus monitores, Carlos empezó a repartir al azar unos dossiers en los que sólo se veían gruesos números de expedientes y hojas ajadas, incluso amarillentas.
- ¿Qué es esto, capitán? – se atrevió a preguntar Igneon. Se había vuelto más seguro. Tal vez hubiera madurado. Jonás pensó lo mismo, pero quiso callar.
- Los puntos débiles de quienes vamos a atacar. Son archivos guardados por mi mismísimo padre para esta ocasión. Son una bella obra de arte en espionaje…
El capitán no cabía en sí en su gozo. Empezó a nombrar los objetivos cuando…
- ¡¡NO ME LO PUEDO CREER!! ¿¡EL…!? – estalló Jonás dando un salto. No podía ser.
A unos 70 kilómetros de la costa de Jamber, hacia el suroeste. 16 de Enero 2999.
Alcoida permanecía de pie mirando al encogido cuerpo de su hermano, sentado en el suelo. Era de madrugada he iban a dar las 12 del día 17 de Enero, un lunes con una noche clara. Ivon miraba la luna desde la ventana enrejada de la celda. A pesar del frío de la incómoda habitación parecía que el valiente joven aguantaba estoicamente. No pensaba. No hablaba. Estaba ofendido por lo que había sucedido. Por más continuas explicaciones que su supuestas hermana le decía, ninguna le servia de panacea. Eran, una tras otra, cosas que, durante el interrogatorio del día anterior, le dijeron los líderes isleños. Alcoida era una Aimier de rama directa. Que su madre vivía escondida en Bahiían, la capital de las Tierras del Norte. Que no conocían nada de su padre, ni de su hermano y se les daba por muertos… Hasta que llego el momento de contarle la novedad con la que la asaltaron hacía pocas horas en aquella entrevista…
- Ivon – Mirando tratando de encontrar algún signo de esperanza en cualquier parte de su hermano - ¿Qué sabes tú del libro de Pandora?
Aunque la aimierana no lo viera Ivon tuvo una pequeña visión. Había oído hablar de aquello. Pero con otra gente, gente que ahora mismo no estaba con él, apoyándole… Quiso tener el móvil que Jonás le dio cuando se fue para siempre de DV. Se acurruco más, intentando esquivar las preguntas de Alcoida. Una detrás de otra.
- Ivon ¿Sabes algo? Si lo sabes, de verdad, debes contármelo ¿Qué sabes de Pandora? ¿Eh? – Alcoida termino por agacharse. Seguía teniendo los aparatosos vendajes de su cruel tortura en Yastrai. Pero también llevaba una capa gruesa como signo de referencia como descendiente Aimier. Así lo indicaba el blasón con el que se cerraba la capa, con el escudo de la familia – Si quieres salir de este purgatorio deberías contarme algo. No puedo decirte los motivos de momento, pero sí querría que confiases en mí. Por favor…
Ivon sólo pronunció unas frases, murmurando…
- Por favor, déjame sólo…
Alcoida, sintiéndolo pero también algo disgustada accedió a irse, no sin antes decirle “Si quieres contarme algo que sepas y me lo quieras decir, llama al guarda”
Ivon siguió atisbando el horizonte en busca de una estrella fugaz. Quisiera cumplir ese deseo con toda su alma, pero debía enfrentarse con un gran problema. Si quisiera recordar algo de su pasado, incluso de su año pasado, debía recuperar su memoria parcialmente destruida. Y por eso necesitaba soledad.
Alcoida llego a lo que parecía un comedor familiar, pequeño pero con una distribución sorprendente. De tal manera podían estar fácilmente unas 15 personas reunidas entorno a una mesa central. En ella estaban Casandra, Roberto, Yussuf y Sirena, líder de los isleños con unos consejeros de los que entrevistaron a la pareja.
- No quiere hablar ¿eh? – dijo uno de estos. El él más mayor. Sirena le contó que era su padre, Heodovosio. Tenía la piel morena pero no tanto como la de Yussuf y que había sido líder hasta que abdico a favor de su hija. Pero sorprendió el hecho de que continuó en el cargo de consejero aunque tuviera ya más de 110 años.
Alcoida asintió, más que por pena que con algo para contar. Los posaderos se volvieron cabizbajos. El otro asesor isleño, más joven, era el hijo de Sirena y se llamaba Zieza. Se atrevió a hablar, intentando animar el clima de depresión
- Vamos, debe luchar contra su falta de memoria ¿A quien no le hubiera pasado?
- Pero has visto como rechaza nuestra ayuda – dijo Casandra, apenada.
- Debemos condicionar lo que sabemos a la hora de hablar con él, ya sabéis que aún creemos que puede ser un espía – Dijo el serio Yussuf. Debía una comprometida explicación a todos - Lo siento Casandra pero la ayuda que dices no creo que pueda solventarle los problemas. Debe solucionarlo por él mismo.
Roberto pensaba igual. La información de Alcoida debía estar encriptada para que nadie, salvo un Aimier, conociera la respuesta. Incluso lo de Pandora no parecía tener un ápice de verdad, según le contó Alcoida al verse después del careo…
- Pero deslizarle lo del Libro de Pandora puede ser un arma de doble filo. No sabremos en el bando en cual está hasta que se decida hablar – dijo Sirena…
Keitaro22 de julio de 2008
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