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Seiko 3000 - Capítulo 40 - Reencuentro

Se tardo menos de dos días en hacer y realizar el planning con las intenciones preferentes de Alcoida e Igneon. Mientras Jonás y éste último se quedaron en Novo con Roberto, Tiberio e Icíar se fueron hacia Námeca del Sur con Alcoida y Casandra. Igneon contactaría con ODISEUM de manera segura para establecer un escape hacia las tierras orientales de Nthrolo mientras que Alcoida esperaría al límite de un bosque (el Bosque Negro) que partía desde Námeca hasta el norte de Agreste con la esperanza de volver a ver a Ivon. Los aldeanos se extrañaron al ver a la muchacha en la piedra de la fe, la piedra desde donde se ponían los aldeanos con la expectación de ver a alguien salir de aquel bosque mas nunca lo vieron.
Una vez que estuvo en la piedra vio el amanecer de dos días sin que se moviera ni un ápice. Fue un lunes 7 soleado, casi al atardecer, cuando Alcoida pego un salto. Alguien había aparecido en el límite del bosque. Estaba bastante desfallecido y con varias heridas en todo su cuerpo. El uniforme que llevaba estaba poco más que destrozado y su cara tenía varios cortes y una barba de 1 semana. Alcoida llamo a gritos a Casandra, Icíar y Tiberio. Hasta los aldeanos más próximos a la senda de aquel bosque se fueron a ver que sucedía. El hombre arrastraba como podía una pesada hoja con manchas de sangre y tierra. Tenía además una hoja más pequilla aún en su hatillo y una pistola en su cartuchera sin que pareciera que las hubiera usado en su travesía. Los aldeanos no se lo acababan de creer y pensaban que era una broma. Cariacontecidos, los miembros que le esperaban fueron a abrazarle y a atenderle.
- ¿Pero, vosotros, que hacéis metidos aquí también? – peguntó Ivon a Icíar y a Tiberio. No podían estar más felices que ver a su antiguo compañero salir vivo de aquel bosque. Quien lo veía con cierta lejanía, ocultando sus emociones era Casandra. Le saludo pero el entusiasmo que había levantado por si solo con Alcoida, sus amigos de las US y los aldeanos que se acercaron curiosos al hito que suponía aquello le era extraño. Parecía que Salva fuera ciertamente un héroe para todo el mundo, incluso para su hermana mayor ya que siendo un pizco, con 3 años, la había salvado en un evento desconcertante para ella.
Mientras le atendieron sanándole las heridas y haciendo que comiera un poco de cada de lo que le hubieron traído cada aldeano Casandra pensaba en una silla alejada del tumulto creado por Salva. Si se sentía atraída por él, seguro que era por el misticismo que emanaba en torno suyo. No se sentía tan confusa desde que Roberto y ella huyeran de Bahía Cost dejando un comedor con varias decenas de cadáveres desperdigados sobre la mesa que vio de pasada. Si se enamorase de él también suponía enamorarse del misterio que lo rodeaba. Además conocerle y conocer su historia, suponía conocer varios porques a los muertos que se tendían en la mesa que veía en sus pesadillas constantes. Tenía miedo a lo que pudiera encontrar a su lado. Temía ver más mesas con muertos por su culpa por ayudar a Salva. Roberto le dijo una vez que “las decisiones que tomamos son las que suponen nuestra existencia”. Por ello, Casandra temía ensuciarse si Salva se ensuciase. A caer presa si Salva cayera preso. Y a ser famosa si Salva, evidentemente, lo estuviera siendo.
- ¿Pensando en él, eh?
Icíar le tendía una cerveza de mijo a Casandra guiñándole el ojo. Casandra sonrió agradecida.
- ¿Como te tomas que él sea famoso? – A Casandra le sorprendió que le preguntase eso.
- ¿Cómo lo sabes? – dijo antes de sorber algo de cerveza.
- Alejada del tumulto. Fijandote en él. Preocupada por él – enumero Icíar – No hace falta ser sabio como para saber que estas colada por él.
Casandra se sonrojo. Era cierto que le quería pero no que lo quisiera expresar, así…
- No me extraña – dijo mirándole – En la academia todas las chicas (que eran pocas) le miraban y cuchicheaban. Es un líder nato. La única que parece poder con él es su hermana Alfondia…
- Alcoida – la corrigió Casandra, divertida
- Aunque parece que hasta ella también se ablanda
- Es normal, llevaban más de 16 años sin verse ¿no? Es normal que se comporte ella así.
- Ya, pero me da envidia
Casandra pensó un segundo
- Oye ¿No será que tu estarás también colada por él?
- ¿Yo? ¡Que va! Anda mira, si por ahí va Tiberio ¡Tiberio! ¡Tiberio! – se alejo de Casandra.
La posadera era tímida pero no tonta. Sabía cuando una mujer estaba enamorada de alguien e Icíar lo estaba de Salva. Aunque peligrase su amor por él, las dudas que estaba pensando anteriormente le hacían coger cierto temor a acercarse a Salva. Aún de madrugada había quienes pasaban saludarle a la cama donde reposaba. Decidida a no ser una cobarde, se acerco cuando la mayoría de sus habitantes de marcharon a sus casas-
- ¿Qué tal te encuentras? – le dijo sentándose a su lado, una amplia sonrisa en la cara de Cassandra animo al valiente aventurero.
- Cansado... Aunque tengo tiempo aún para charlar contigo. Si me quedase roque, me despiertas ¿vale?
- Vale. No te preocupes...
- ¿Cuánto tiempo he estado fuera?
- Una semana...
- Dios santo, ¿Cómo he estado sin comer ni beber tanto tiempo?
- No tengo ni idea
Ivon estaba a punto de dormirse.
- ¿Y esa espada? – le pregunto Cassandra para impedir que se durmiera tan pronto.
- Ah... Es mi legado, mi pasado material – La alzo entre sus manos encima de su cama.
- Tiene pinta de haberse usado bastante – Aun estaba manchada de tierra y una sangre extraña de un color bermellón. Tenía motas multicolores.
- El bosque negro ha dado lo mejor de si para que me fortaleciese.
Cassandra no advirtió de la convicción con la que lo decía. Seguía mirándole.
- Desde ahora en adelante sabré como usar mi fuerza en vuestro servicio, Cassandra...
- ¿De que hablas, Salva?
- Hablo por todos los que murieron para que mi hermana y yo vivamos para desenmascarar a los ustules. Voy a protegerte de aquellos que quieran quitaros la vida, aunque sea en sueños.
Ivon se había levantado de la cama y se encontraba sentado en ella delante de Cassandra.
- Me... alegra oírlo – A la posadera se le estaban saltado las lagrimas. Su corazón ansiaba abalanzarse a tomar una sencilla decisión. Creer en sus palabras o vivir confinada en su interior. Cualquiera que fuese debía expresarlas en aquel instante. Salva le miraba con una legendaria mezcla de valentía y clarividencia. Pero eso fue solo un instante. Salva la miraba ahora con extrañeza y con preocupación.
- Hey... ¿Qué te pasa ahora?
- Eres un maldito chaval... – dijo en un susurro Cassandra
- ¿Qué? – dijo el militar que cometió la incorrección de acercase a su cara.
Cassandra le propino una dura bofetada. Le cruzo la cara de lado a lado.
- Siempre comportándote como si llevases 2 personas dentro de ti.
- ¿Qué?
- Siempre preocupándome por ti, casi más que tu hermana – dijo Cassandra entre sollozos – y apoyándote en consejos y ayuda...
Ivon la miro entristecido y con intención de consolarla.
- Y tu lo que haces es solo luchar. Luchar de puertas afuera como si no te importase lo que tuvieras dentro de ti.
- Cassandra. Nunca en mi vida quise causarte problemas así. Mis motivaciones no tienes porque compartirlas conmigo si tú no quieres. No hay más que decirlo...
- ¿Cómo? – dijo aguantando los envites de sus lloros. Ivon la estaba tranquilizando con solo poner sus manos sobre sus hombros. Mientras siguiera haciéndolo y acercándolos a su cuello se sentía aún más feliz y menos temblorosa.
- Vamos, dilo. No me importa la respuesta...
Salva se acerco más todavía y Cassandra parecía dudar aún. Y de sus labios termino saliendo.
- Te quiero...
- Yo a ti también...
En ese instante, afuera de la habitación, la astuta hermana, sintió que no debía seguir mirando más. “Iciar” dijo pensando para sí misma ”Me parece que nuestro salvador ya ha decidido de quien enamorarse”. Cuando se fue a acostarse, la luz de la habitación donde estaban Ivon y Cassandra estaba aún encendida. Y según contarían poco después los curiosos vecinos, no se apagarían hasta poco antes de un amanecer esplendido. Para algunos suponía el verdadero comienzo de un nuevo y brillante día.
Cuando la mañana buen entrase sobre Námeca del Sur, todo el mundo partió hacia Novo, La capital de Ramber donde les aguardaría Igneo y Roberto, impacientes por ver a Ivon. Y además darle una reunión totalmente inesperada.
Keitaro15 de enero de 2009
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