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Seiko 3000 - Capitulo 74 - Golpe… ¿final?

Marina había cedido a salir la mañana del 8 por la recomendación de su jefa de equipo, Atenea Mikonos pero con intenciones de volver antes de las nueve, tras haber desayunado fuera. Todo cambió al reconocer a Ivon. Al reconocer a Salvador Aimier. Estaba cambiado. Se había hecho fuerte y su pelo había crecido en cantidad. Jonás le dijo que probablemente conservaría su viejo uniforme pero si se hubiera fiado de él, nunca se habría fijado en su gran amigo.
Salvador presentó a su hermana a Marina. Está se dio cuenta enseguida que era por ellos dos por los quienes Jonás suplicó en que les ayudara. Alcoida le dijo que se habían instalado en el hotel Hellion hacia unas escasas horas. Marina comenzó a decirles que avisaran a los demás y que fueran con ella al stand de Integra en el puerto y quedaron a las nueve en la puerta de acceso del puerto.
- ¿Qué te has encontrado con una buena amiga? – preguntó Fran súper-ilusionado.
- Cretino… No venimos aquí para ligar
Roberto le había chafado la cabeza a Fran tras oírle. Los aimier habían llegado al furgón y estaban contando los hechos de horas antes a los otros cuatro.
- ¿Confiáis en ella? – dijo Cassandra, aventurándose a preguntarles a los Aimier
- Yo creo firmemente en ella – afirmó Salvador – Estudiamos juntos hasta que nos separamos y se fue a Ferder. Coincidimos en el asalto a Námeca a primeros de año.
- Entonces ¿Qué hacemos? – preguntó Mirella
- No me gustaría rechazar la oferta. Puede que estemos más seguros en el “paddock” que en un hotel a las afueras – dijo Alcoida
- Ojo, no pensemos en quedarnos – advirtió Salvador, temiendo alguna trampa – Recordar que, aunque exista menos presión, seguimos siendo perseguidos…
Aunque la advertencia no era mal consejo, decidieron ir con el furgón hacia el puerto. A las nueve en punto llegaron a una garita de control. Marina les estaba esperando. El guardia subió la barrera y Marina se metió en el furgón para indicarles donde debían aparcar. Saludo por encima a los demás, visiblemente emocionada por el encuentro.
El stand de Integra & Co ocupaba varios metros. Dos grandes camiones junto a otro más pequeño y extendido era lo que más sobresaltaba a la vista. Luego, un autobús enorme hacía de centralita mientras que varias casetas prefabricadas eran los camerinos del personal. Delante de todo esto había una carpa cubierta y otra posta de seguridad. Los colores del equipo Integra resplandecía el color violeta y blanco. Su marca original, la sucesión de medias lunas, era inconfundible.
Una mujer, de aspecto severo, les esperaba tras pasar un leve control rutinario (habían dejado las armas en el furgón y habían advertido a Marina de ello)
- Bienvenidos a Integra & Co. Soy Atenea Mikonos. Su amigo ya me ha puesto en detalles de su asusto, por favor, pasen a la carpa. Tendrán hambre ¿no?...
A Alcoida le rugieron cruelmente las tripas. Todos soltaron una gran carcajada.
- Lo siento
Atenea fue la primera en quitar hierro al asunto
- No lo lamentes, esto no es más que el comienzo…
Tras estas palabras, que sonaron bastante raras para Alcoida, parecía entrever una verdad como la copa de un pino.
Integra les termino reclutado de rebote como asesores y mecánicos para evitar controversias con los restantes equipos. Durante más de dos semanas se introdujeron el maravilloso mundo de los almindrens y su historia desde 2950.
El revuelo en el puerto de Miralba crecía conforme con los pocos días que restaban para la primera etapa del día 6 de junio. Pero, sobre todo, la emoción de una participante del campeonato estaba a punto de llegar a su máximo cenit cuando, la madrugada del domingo 22 de mayo, pillo desprevenida a Marina Cielo.
Una sombra oscura se abalanzó sobre Marina mientras iba dando un paseo por la playa a la luz de la luna. No pudo verle la cara mientras se intentaba zafar de sus llaves. La soldado se armo de serenidad y de valentía cuando agarró con las piernas a su atacante e intentó desarmarla de lo que parecía una porra. La sombra no se dispuso a rendirse ante Marina y rodó de tal manera que volvía a tener la verticalidad y la ventaja en la pelea.
Siendo de madrugada, nadie oyó los gritos ahogados de Marina ni del rumor de la riña así que la piloto temió lo peor.
Se oyó el crujir de huesos.
Y aquella vez, el tremendo dolor, hizo que marina chillase tanto como para que algunas personas cerca de ella, la oyeran.
Un súbito golpe alarmó a la sombra, que había sido golpeada en la cabeza con gravedad. Tras unos instantes tambaleándose en la arena y separándose de su víctima vio a su atacante. Salvador respiraba fuerte, como si hubiera corrido kilómetros en pocos segundos. Sin desenfundar su espada de cristal, arrojó un golpe vertical que la sombra, a duras penas, pudo esquivar. Se gano un severo golpe en el brazo derecho pero se fugó de inmediato perdiéndose entre la multitud que comenzaba a agolparse entorno de ellos.
- ¿Está bien? – dijeron los primeros en acudir
- ¿Qué ha pasado? – preguntaron otros
- Dios mío… ¡Llamar a una ambulancia!
El más sensato se dio cuenta que Marina sufría una grave fractura en su brazo izquierdo y Salvador intentó, disimuladamente, sanarla con su “magia”. Pero le resultó imposible. Unos minutos después, la ambulancia abandonaba la escena y dejaba a Salvador dando una explicación de lo ocurrido a un oficial de policía. Un inspector que indagaba en la escena del asalto, se fijó en el testigo. Kilerio les dijo que los fugitivos no eran su prioridad, pero se moría de ganas de preguntarle unas cuantas cosas.
- Perdone. Inspector Rousseau. De la brigada de Miralba. ¿Es usted Ivon Hylyn?
A Salvador le dio un vuelco al corazón. Estuvo a punto de echar a correr pero una mano, fuerte pero amigable, en su hombro le invitó a no hacerlo.
- ¿Podemos hablar en privado?
La sugerencia de Salvador fue del agrado del inspector. Se retiraron de curiosos y de los demás policías y empezaron a caminar hacia el puerto.
- Vera, en realidad soy…
- …Un aimier. Lo sé – dijo cortándole el propio policía – Mi jefe me dijo quien era. Sabe, nuestros superiores le han dado un poco de tiempo para que indaguen más en sus asuntos. Al menos, hasta agosto. Después de eso, no podremos darles más espacio, si les vemos, les tendremos que detener y entregar al gobierno de su país.
- ¿Sabe que soy un Aimier? ¿Cómo? – preguntó intrigado Salvador
- Digamos que tenemos amigos en común…
¿ODISEUM? ¿Su antigua unidad alfa? ¿El presidente Kastor? La lista era amplia…
Diciéndole que no se inmiscuyera en asuntos peligrosos para no llamar la atención y otros asuntos referentes en la búsqueda de sus perseguidores (que parecían haberse disuelto) fue lo último que le dijo aquel ducho inspector antes de irse…
Al día siguiente, Atenea, volviendo del Hospital del Mar les confirmó las peores noticias. La piloto campeona del año pasado, tenía una fractura múltiple desde el húmero hasta la muñeca. El codo y parte de la mano estaban destrozados. El tiempo de recuperación más de un mes, casi dos.
- Tendremos que retirarnos de la competición – asumió Atenea
- Espera – instó Alcoida - ¿Nadie puede suplirla? ¿No tenéis sustitutas? ¿A nadie?
- ¿A alguien que se sincronice con el Almindren de Marina? No – negó con pesadumbre la veterana manager del equipo – Además dudo que encontremos a alguien que pueda hacerlo en menos de tres semanas. Es realmente imposible…
Alcoida dudo un momento antes de decir, lo que Salvador predijo al dar un suspiro
- Yo lo pilotaré – anunció la aimier – Os debo un favor por nuestra impertinencia
Todos se quedaron boquiabiertos. Atenea sondeó la veracidad de Alcoida y aceptó.
Keitaro02 de septiembre de 2009
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