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Seiko 3000 - Capitulo 89 - Nuevos Descubrimientos

Ajenos por completo a la tensión acumulada en el conflicto de Ferder, el grupo salvador llegaron el miércoles a la costa que Matías les había indicado. Salvador y Roberto saltaron del barco de Gabriel, el capitán amigo de Atenea para indagar en el pedazo oxidado de unos 2 metros cuadrados. Le dieron la vuelta y se dieron cuenta que también estaba muy oxidado. Sin descubrir distinguir si era de barco o de avión se lo subieron a la cubierta del barco y, con la ayuda de todos se pusieron a divagar. Gabriel distinguió que había varios restos de conchas pegadas a un lado del metal. Los demás dijeron que el metal llevaba aposentado allí varias décadas.
Y no pudieron sacarle más partido.
Derrotados, Salvador tuvo una idea bastante arriesgada.
- Chicos, este pedazo llego a más de 200 kilómetros de donde se supone que cayo el avión que buscamos. Si este esta al norte, probablemente haya más a lo largo de esta vertiente.
- ¿Quieres decir en esta isla? – preguntó Fran
- No – dijo el Aimier – Me refiero a toda la costa que da el Mar Central
- Muchacho – dijo el recio capitán – Las islas que forman todo el archipiélago son más de 10.000 y sólo las que dan al Mar Central.
- Ya veo ¿De cuanto combustible disponemos? –preguntó Salva
- Oye – intercedió Gabriel – Tú no tomas decisiones en este barco. Si no habéis encontrado más pistas, lo siento. Buscar en otro sitio, pero no voy a arriesgarme a quedar sin combustible para regresar a Bahía Cost. Volvamos y ya está.
- ¿De cuánto disponemos? – dijo Alcoida
Aquella vez, el fornido marinero, cedió.
- Para 700 kilómetros más. Cada kilómetro que avancemos tenemos que añadirle otro para la vuelta. Si hemos hecho 200 podemos hacer unos 250 más. Con eso llegaremos hasta casi las Islas Centrales Originales
- ¿Islas Centrales Originales? – preguntó Cassandra
- Sí las tres islas más grandes del cinturón del Mar Central – dijo Gabriel señalándolas en un amplio mapa – Son los restos más antiguos que se conservan de las ciudades anteriores a Troyana. Debido al volcán y los terremotos, nadie quiere vivir allí. Por eso se evita venir por aquí. Los temblores son frecuentes. Un bonito recuerdo de los puñeteros sly
- Creerme – dijo Roberto – Nosotros sabemos lo que es sufrir por esos “puñeteros”
Tras decidirse por ir rastreando las costas lentamente y aplicando turnos periódicos el barco puso rumbo nornordeste serpenteando el cinturón de islas que rodeaba el Mar Central.
Era una abrasadora mañana de domingo cuando estaban llegando al punto de no retorno. Pronto deberían dar la vuelta. Y no habían vuelto a encontrar nada cerca de las islas que habían visto. Solo naturaleza desbordante en todas las islas.
De pronto, de con un súbito parón, el barco se frenó cerca de la primera de las tres grandes islas, Kulio. Gabriel bajó a la maquinaria y confirmó las peores noticias. El barco había dicho basta y había reventado. Lo peor es que se habían convertido en náufragos y no tenían otro medio que el barco para volver a la civilización. Lo bueno, dentro de la gravedad, es que sabían donde estaban y que podían emitir una señal de radio persistente por si alguien les oía.
Además contaban que estaban cerca de la costa y que podían encontrar más comida allí. El grupo salvador fue en una pequeña lanza motora hasta la playa y pronto se habituaron con el lugar. Construyeron un cobertizo rápido e inspeccionaron la zona en busca de alimentos.
No se fijaron que una persona les observaba desde lo más alto de una palmera.
Para cuando salvador lo intuyo, ya había recibido un golpe en la cara.
Una chica estilizada, vestida con ropa corta, que dejaba entrever sus incipientes curvas, de piel muy morena y de melena azabache se plantó en medio del grupo con expresión amenazante. Roberto saco su fusil, Cassandra su espada y Alcoida ya estaba apuntando a la agresora con su tridente. Era morena de pelo, pero Inés van Utter, no era tan… joven.
Sin mediar palabra y con el palo que llevaba la chica, descargo un ramalazo en el tridente de Alcoida haciendo que, a ésta, se le cayera. Cassandra ejecuto un amago y descubrió el truco del pequeño palo. Éste crecía por arte de magia en un tamaño considerable. Roberto disparó a discreción pero, la joven le esquivo haciendo unas complejas volteretas. No advirtió que una sombra oscura se interpuso en su trayectoria y se tropezó con él. Fran se había situado a la zaga de la chica para que se tropezara en el momento adecuado. Lo que no previo es como saldría parado de aquello. Su cabeza se había puesto entre los muslos de la joven atacante y, aunque la intención fue buena, su cuerpo estaba por debajo de la chica. Ésta, frotándose la cabeza, no se dio cuenta que lo que toco con su mano al levantarse, blando y flácido, se pusiera duro al instante. Comprendiendo que no era un animal sino un chico, muy “contento” de tropezarse con ella.
- ¡Kyaaaaaaaa! – Y con su enorme palo, enterró en la arena a Fran con un soberbio golpe en la cara. Después de ello, la chica de desmayó delante de los demás.
Cuando Salva recupero el sentido, vio a los chicos vigilando a la joven morena, atada a una palmera, inconsciente
- ¿Qué hacéis? ¿Quién es ella? – preguntó
- No lo sabemos – dijo Alcoida – Sólo nos ha atacado
- ¿Y como es que esta inconsciente?
Fran desvió rápidamente la mirada con cara de complicidad.
- El pervertido de costumbre –dijo Cassandra con malhumor – Se tropezó como cuando le conocimos e hizo lo mismo Alcoida en Montepez y la chica se desmayó al tocarle su… su…
Pero aquello era evidente así que Salva la mando callar y los 5 esperaron a que la chica, despertase. Cuando lo hizo, al ver a sus enemigos y verse atada empezó a chillar y pidiendo socorro en un idioma desconocido. Salvador la intentó tranquilizar poniéndole sus manos sobre sus hombros y chistó para calmar sus gritos.
- Eh… eh… Somos amigos, somos amigos. Escucha. Escucha ¿Quién eres?
- ¿Yep? – dijo aquella chica, parecía tener acento oriental, pero… no cuadraba
- ¿Yep? ¿Te llamas Yep? – dijo Alcoida
- Iie… Wtasi nomo… Eh… No – intentó decir al idito que todos entendían
- ¿Qué idioma es ese? –pregunto Cassandra
- No… Lo… Sé…
- Pero, si nos entiendes ¿hablas nuestro idioma? – instó Salva
- Sí… Claro que sí, pero es que hacía años que no lo “plbarba”
- Hablabas… no lo hablabas – le corrigió Alcoida
- Sí... Eto… No se bien que decir, sois los primeros a los que veo hablar este idioma
- ¿Ah, sí?
- Si... “Levo” casi toda mi vida sin hablar con nadie así...
- ¿Y como te llamas? – le recordó Roberto
- Eloise... Eloise Niala... Encantadísima de conoceros ¿No sois “mousntros”?
Todos se quedaron helados. Era una Niala. Pero tras el accidente... ¿Estuvo casi 20 años viviendo como un náufrago? Casi había perdido la facultad de hablar... Y por lo poco que pudo entender Salvador del idioma en el que habló Eloise le pareció entender el aimierano ancestral...
- ¿Sois “mousntros” que hablan? – volvió a preguntar extrañada Eloise, viendo sus ataduras
- No, Eloise – dijo Alcoida y se dirigió a dejarla libre – Somos tus amigos. Somos parte de tu familia.
- ¿Familia? –preguntó con curiosidad
Acaban de encontrar al que parecía único superviviente de la familia Niala. Una niña que hablaba poco y con un parco acento. ¿Cómo pudo sobrevivir tanto tiempo?
Keitaro09 de septiembre de 2009

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