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CrÓnicas de un CaÍdo.

Heme aquí, en suelo, adolorido, cansado, decepcionado de tanta hipocresía, mis ojos se encuentran cansados, quiero abrirlos y ver donde estoy descansando, la tierra caliente de este lugar me hace notar que mi existir aun no se ha extinguido, mi cuerpo abatido tiene deseos de explorar estas tierras inhóspitas pero en estos momentos soy incapaz de mover un solo musculo, fui creado para no sentir ninguna clase de dolor, aunque en estos momentos todo eso ha quedado atrás; fui considerado el más hermoso entre los hermosos, el más listo entre los sabios, un guerrero de clase única, solo existía una palabra capaz de describirme, Perfecto, yo era simplemente Perfecto, mi Padre fue quien me obsequio este don, vio en mi lo que nunca seria digno de nadie más, mi rectitud, mi incorruptible moral de hacer siempre lo correcto, nunca titubeaba a la hora de actuar, era justo con el justo e injusto con el injusto, el reino que mi padre había establecido y forjado con sus propias manos para que seres luminosos de inconmensurable poder lo alabaran constantemente por ser el creador de todo se encontraba a mis pies, todos aquellos que le juraron lealtad a mi Padre se cuestionaban ahora si yo era la mejor opción para regir el reino que mi Padre había gobernado desde la existencia y que seguiría gobernando incluso después de esta, el rey de reyes solía ser un ser de paz, solo con su mirar transmitía calma y serenidad, sus palabras desvanecían dudas así como el día a la noche, en su corazón solo existía amor y compasión, pero existía algo que detestaba con todo el alma, la duda sobre él, el creador de lo posible e imposible era incapaz de perdonar a todos aquellos que no estaban dispuestos a creer ciegamente en él, mi Padre nunca admitía un comentario que cuestionara sus ordenes o deseos, seres importantes que ayudaron a la causa para que el culminara sus labores tuvieron el infortunio de ser acreedores a su ira, mi Padre no dudaba nunca a la hora de castigar a los merecedores de dicho castigo, nadie estaba a salvo de su ira, desde el más fiel de sus sirvientes hasta el más dubitativo encargado de ejecutar los caprichos mas incomprendidos que mi padre ordenaba, los castigos constaban desde la desintegración de la faz de la vida hasta el confinamiento en el abismo en donde el tiempo y el espacio no existían, esto significaba vagar en la nada hasta que el corazón de mi Padre se conmoviera los perdonara, desde que lo conozco nunca he podido ser testigo de una indulgencia hacia alguien que lo haya desafiado, pese a que predica el perdón a sus fieles mi Padre es rencoroso y jamás olvida una traición a sus enseñanzas, el ultimo de sus castigos es considerado el peor de todos los castigos sobre todo para aquellos seres celestiales e iluminados que han caminado lado a lado con los Dioses, pese a ser casi tan perfectos como los Dioses no se nos considera como tales, si nos auto proclamáramos como uno de ellos, estaríamos retando y cuestionando a nuestro Padre, cosa que no es permitida en especial cuando vives a las ordenes de un ser que se hace llamar rey cuando en realidad es un tirano, el castigo al cual nos hacemos acreedores por aspirar a ser más de lo que somos o fuimos creados es el destierro, el destierro es la peor de las penas debido a que versa sobre la humillación pública ante todos aquellos que considerabas iguales o inferiores a ti, aquel ser del que provienes te marca para que todos vean y reconozcan la condena a la que fuiste sentenciado a cumplir por el resto de tu existir, se te retira el cargo de ser celestial y se te considera un indigno, esto significa que eres lo más bajo de lo bajo, inmerecedor del perdón del ser más insignificante de la existencia, caminaras solo por la tierra olvidada, traerás sombra a los lugares más iluminados, nadie podrá oír tus palabras, estarás destinado a vivir por siempre en la miseria, en la inmundicia, rezando para que Padre se apiade de ti y decida ponerle fin a tu calvario desintegrando cada parte que compone tu ser y así no volver a sentir dolor nunca más, pero como dije antes, nunca he presenciado a mi Padre ofrecer un indulto y creo que nunca lo hará, nunca nadie ha hecho nada tan ruin y tan bajo como para ser merecedor de dicho castigo, el simple hecho de conocer tal represalia provoca en todos él nunca querer hacerse llamar alfas y omegas, el principio o el final de todo, nunca oirán de los labios de alguno de ellos el hacernos llamar Dios, no solo por el miedo que inunda sus corazones o la lealtad que tienen hacia su rey, sino porque ninguno de ellos es merecedor de levantarse ante todos y proclamar el titulo el cual por nacimiento yo soy digno a poseer y arrebatar de las manos de mi Padre, yo soy aquel que es capaz de opacar su ira, yo soy aquel que no teme a sus castigos, yo soy el único que puede mostrarle sus errores y mofarse de ellos frente a él, su rencor e ira es mi alimento, su vanidad mi bebida, su amor y bondad hacia lo perdido e insignificante es mi enfermedad y malestar, yo soy quien se hace llamar su más digno adversario, yo soy Luzbel. Mi Padre nació de la luz, y yo nací de la vanidad de mi Padre, fui su primogénito, mis hermanos fueron credos a mi semejanza pero siempre serian inferiores a mí, por más que se esforzaran nunca podrían ser capaces de igualar mi grandeza nata y mi perfección, mi Padre solía mencionar que amaba a todos sus hijos por igual, pero yo su primer hijo, yo era su predilecto, sus enseñanzas eran transmitidas a mi por el de manera directa, tal como padrea a hijo o alumno a maestro, mis demás hermanos sentían envidia del amor que mi Padre tenía hacia mí, el heredero al trono, el sucesor a la corona de los cielos se me crio para ser perfecto, para no admitir error alguno, mi destino era ser igual de grande que mi Padre o incluso más, todos sabían que mi destino era el gobernar el reino de los cielos, todos excepto uno, mi Padre; desde que nací descifre la naturaleza de mi Padre, incapaz de tolerar un reclamo que pruebe su falta de perfección, ese es mi Padre, un ser imperfecto que solo aparenta ser perfecto, su ira, sus castigos son trucos que utiliza para cejar todos los que dudan de él y así no puedan ver quien realmente es, un niño que sostiene el poder más grande de la vida y que solo lo utiliza para atemorizar a aquellos que no cumplen con sus caprichos insensatos, es por eso que me creo a mí, para guiarlo y aconsejarlo, para tomarlo de la mano y llevarlo por el sendero de lo inequívoco, la única razón por la cual se consideraba perfecto es porque me tenía a su lado, el temor le era desconocido debido a mi falta de error, no dudaba en aplicar justicia a sabiendas de que yo era la espada con la cual él la impartía, yo era la verdad y lo correcto, yo era Dios. Durante vidas estuve al servicio de mi Padre, nunca cuestione sus ordenes o enseñanzas, lo que el solicitaba yo lo acataba sin dudar, pero conforme mi existencia transcurría todas la recompensas que se otorgaban por ser buen hijo y nunca desobedecer a mi Padre me resultaban insuficientes y vacías, mientras él me miraba como su hijo favorito, siempre tuve la sensación de que en realidad era menos de lo que me hacía creer que era, en realidad yo era su esclavo favorito, pese a que vivíamos como seres libres, nos encontrabas encadenados a las ordenes de un tirano al cual alabábamos y llamábamos rey, nuestro rey nos tenia sometidos por una razón en especial, era de su conocimiento que en cualquier momento una revolución podría estallar con la finalidad de derrocarlo, el sabia que ni todos sus hijos juntos eran capaces de siquiera provocar un rasguño poco trascendental en su túnica, pero sabía que si yo me unía a ellos existía una pequeñísima posibilidad de que el cayera, eso no le preocupaba, ya que como Dios no se le permitía sentir miedo, pero para eliminar todo tipo de posibilidad, mi Padre decidió entregarme su reino, sería considerado el líder máximo de los cielos, todos estarían a mi disposición, todos me servirían y me rendirían cuentas, sería el ser más cercano a Dios, pero no un Dios, aun seguiría sirviendo a mi Padre, solo sería un esclavos con poder, yo no quería eso, ya estaba cansado de servir, quería ser a quien sirvieran, quiera lo que por derecho me pertenecía, quería no solo el reino de los cielos, quería ser llamado Dios; por primera vez cuestione las enseñanzas de mi Padre, ‘’un Dios no puede nacer de otro Dios, un Dios nace de su divino poder’’, yo era único en mi clase, nadie es o será igual a mí, soy único, yo era digno de ser la gran excepción a las divinas enseñanzas, proclame mi destino por todo el reino de los cielos, cientos de miles se unieron en mi cruzada por un nuevo orden, hubo otros que por envidia y celos negaron mi verdad y se aliaron a mi Padre pare detener lo inevitable y defender lo innegable, aquellos que me juraron lealtad serian recompensados con dicha eterna, y aquellos que opusieron en mi destino conocerían el verdadero significado de la ira de un Dios, así fue como estallo la revolución, mi Padre se abstuvo de participar en ella, no recuerdo haberlo visto blandir una espada, no recuerdo que su túnica se ensuciara con la sangre de los caídos, no recuerdo que se haya movido incluso de su trono en donde podía ver con claridad su derrocamiento, se encontraba atemorizado y sorprendido de mi gran poder de Dios, le dijo a sus seguidores ‘’crean en mi y la victoria los acompañara’’, dedo reconocer que mi Padre es un gran mentiroso, es capaz de hacerte creer que todo estará bien incluso cuando no lo estará; sus huestes luchan con ahincó pero no son suficiente para vencer a un Dios como yo, mis hermanos quienes fueron hechos a mi semejanza no dudan de la victoria de su rey, ilusos, son capaces de morir solo por recibir la aprobación de nuestro Padre, mi ejercito me abre paso para que encare mi destino y reclame mi título como ser supremo y omnipotente; mi Padre observa sentado sin reacción alguna aparente, yo me postro frente a él, tan temeroso se encuentra que es incapaz de mirarme a los ojos, sus labios se han quedado vacíos de palabras, he vencido y él lo sabe, ‘’Padre, permíteme cesarte de tus labores, ya no tendrás que cargar con el peso de ser un Dios, permíteme brindarle a la vida un nuevo orden lleno de luz y prosperidad que bajo tu mano nunca alcanzara, Padre de todo, yo soy tu Dios ahora y como Dios misericordioso que soy, te absuelvo de todos tus pecados’’, fui testigo de magnos eventos, vi en su esplendor la ira de mi Padre, conocí su gracia y dicha, vi a mi Padre reír y rugir de cólera, pero nunca antes lo había visto derramar una lagrima o entristecer, al momento en que la lagrima recorrió su rostro y toco el suelo pude ver la verdad, no se encontraba asustado ni sorprendido, el sentimiento que experimentaba era el de la decepción, el suelo que tocaban mis pies comenzó a partirse, el sol se vio opacado por la noche, un Dios nunca debe temer, comprobé que no soy un Dios, aquellos que me siguieron caían uno por uno , el suelo los tragaba, mi Padre se levanto de su trono en el cual había permanecido sentado durante la lucha entre el bien y el mal, no dijo nada, no había necesidad de hacerlo, mis seguidores y yo compartiríamos el destierro de los cielos, caminaríamos por las tierras olvidadas por Dios como aquellos que no fueron dignos del perdón de la gracia del rey de reyes, viviríamos, en el olvido; el suelo en el cual me encuentro reposando ahora me recibió de manera ingrata, donde me encuentro ahora no tiene nombre, puedo ver el reino de los cielos desde aquí pero soy incapaz de acercarme, tal parece que mi Padre lo hizo con la intención de mostrarme lo bendecido que era y que ahora debo cumplir con un castigo eterno, pero esto no termina aquí, no, claro que no, conozco a mi padre, se lo vanidoso que es, intentara crear alguien semejante a mí, perfecto, incorruptible por el poder, tratara de probar que no se equivoco en mi concebimiento, mi función en esta vida era equivoca, no estoy aquí para gobernar como un Dios o ser uno de ellos, no, yo nací para hacerle ver a aquellos que se hacen llamar omnipotentes sus errores, mostrarles que todo lo que creer saber y ser son solo una sarta de mentiras, yo estoy aquí para acabar con el mito de los Dioses, y de que manera puedo acabar con un ser que se hace llamar inmortal, tal y como dije los Dioses son vanidosos necesitan de alguien que los alabe, que no cuestione sus doctrinas ni su existir, requieren de fe ciega sobre ellos, si sus súbditos dejan de creer en ellos estos desvanecen, corromperé a todo aquel que no dude de su Dios, uno por uno dejara de creer, mi ejercito me ayudara, aquellos que se revelen a mi palabra solo sufrirán la desdicha, y aquellos que se unan a mi solo serán merecedores de paz, armonía, fortuna y sobre todo libertad, crearemos un nuevo reino, uno en donde los Dioses no existen, mi Padre cometió el error de enseñarme todos los secretos de la creación, así como el, yo también puedo crear seres, me entere de que mi Padre ha creado un nuevo ser, inferior a los anteriores, aunque no es perfecto, tiene una cualidad de la cual sus antecesores carecían, estos gozan de libre albedrío, y son capaces de crear momentos dignos de la gracia de un Dios así como de las bajezas más terribles merecedoras de un castigo eterno, mi Padre llamo a este ser Hombre, este ser insignificante merece mi atención, mis demonios, creados por mí, nacidos de mi vientre, se encargaran de corromper a todo ser merecedor de la gracia de mi Padre, el sueño de un mundo sin Dioses, ¿se lo imagina?, un mundo un Dioses, ¿pueden imaginárselo?, yo lo hice, y créanme, es mucho mejor de lo que piensan.
Leonardo David Castañeda Valdez.
Leocastvalz199113 de febrero de 2015

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