Desmemoria a Corto Plazo
Frecuento un bar llamado Olvido.
Allí se escucha de todo,
porque siempre
están
contando
algo.
Abre solo los viernes, siempre a la misma hora.
Entre trago y trago,
me encuentro peleando por mi fe en aquellas cosas
que se conservan mejor en frascos de perfume
que en hiperbólicas cajas de Pandora.
Y con dos ojos morados, me abandono
pensando en las hostias que recibo,
y en las patrañas que he narrado
pero no en las que he vivido.
Soy el sentido abrazo de un enfermo de alzheimer.
Soy los gemidos de una azafata en su noche de bodas.
Soy el mondadientes en la boca del Doctor Liendre,
la lluvia de entropía que anega una nación disidente.
Soy la raya en el pijama de un niño. Creo que no soy real.
La brújula insegura de una sociedad que ha perdido el norte y los papeles.
Soy el libro abierto que nadie lee hasta estrenarse la película,
porque ni mis sombras son cincuenta ni me gusta jugar con hambre.
Soy una puta mierda de poema, plagiado hasta la suciedad.
Soy lo que ya han hecho antes,
mucho mejor
y de manera más brillante.
Guardo mis lágrimas en una caja (más) fuerte pues valen tanto como quien las provoca.
Desde este verso y espero que por siempre, me declaro ateo por tu boca.
Pero como seas tú de mis recuerdos lo único que me quede,
desde este memento te digo que el bar Olvido será el último que cierre.
Quiero correr solo y llegar sin resuello, quiero mirar por encima del podio a los que me quieren lejos.
Quiero cumplir los sueños que le voy a arrebatar a la figura de cera que encarna mis miedos.
Quiero ser el pasado continuo de mi presente perfecto.
Y quiero que si me muero...
no, no quiero nada más.
Ni menos.
Quiero tanto y no consigo tener ni la mitad,
y vislumbro por doquier recuerdos imprecisos,
que postulan que, si estos versos son verdad,
¿cómo serán los versos que nacen insumisos?
Me basta únicamente con bailarle el agua a mis palabras.
Palabras...
esa es toda mi patria,
mi venturosa patria.
¿Y cuál es mi destino?
Yo...no lo recuerdo.
Porque vengo de un bar
llamado...
Olvido.
