Me fugué a una tierra de fuego
donde las brasas debían calcinar
la expectante yesca,
fluctuando en el carpe diem
todavía sin adjetivar
de la rebeldía más selecta.
Me fugué porque escogí
el paraíso de los rayos caídos del cielo,
antes que el vacío atemporal
devorador de sueños.
Atravesé bosques de espesura incontestable,
contemplé murallas reclamadas por la Historia.
Fui un auriga polizón atado al yugo
con firme nudo resolutivo.
Atado a la humilde sensación de seguir vivo,
acribillado a dudas carentes de pasión
y a las ideas traicioneras del cautivo.
Y estoy donde no por estar
soy peor poeta,
sino allá donde los versos
cometen fratricidio
y el ritmo se corrompe
culpable de socorro omitido.
Llevo aquí días,
(años quizás
si el que juzga el paso del tiempo
es el silencio),
convaleciente de una enfermedad
que impide disfrazar el miedo.
Ojalá pudiera explosionar
y sangrar por las venas poesía,
matando desprevenido al monstruo
que albergo en mi cárcel más impía.
Busco en este exilio una musa
que pretenda enternecerme,
sublimarme,
romperme, morderme
amarme.
Quizá esté harto
de amores de prestado,
o busque un ancla
para no perderme
en mis marismas de entropía.
O quizá solo quiero
lo que quiere la espada
al abrir la herida.
Lo que nunca aprendí,
lo que aún no sé,
es el punto exacto
en el que colisionan ambos trenes.
El que transporta a mi diablo,
y el que viaja a la blanca orilla.
¡Qué exilio más inconcluso,
qué desgraciada ventura
el no hallar calma ni dicha
en la gloria de mi locura!
¿Llamas a esto fuga, iluso?
¿Pasar sin mover ficha?
¡De entre todas las excusas,
la más amarga fue la última!
Pero si algo sé a ciencia cierta,
es que el viento sopla
en ambas direcciones;
que el fuego arde
combustionando nostalgia,
y que la máquina jamás se detiene.
Puedo escribir peor,
mis versos serán más toscos,
y me esconderé con más frecuencia.
No tanto por cobardía,
sino por prudencia.
Pero siempre habrá versos,
y siempre habrá un diario,
para llevar el breviario
sobre dolor y sentimiento
en exilios más o menos voluntarios.
Llevo varios minutos intentando escoger los versos de mi preferencia, pero abandono el intento, porque todo este poema me subyuga y cautiva.
Transmites tanto fuego y fuerza en tus versos, desolación, rebeldía ante la impotencia de no poder fluir como quisieras, que solo puedo exclamar: Excelente!
Me alegra mucho no haberme perdido este poema.
Un abrazo inmenso, mi sensible amigo.
