Princesa de Cuento
Te dediqué en su día una canción
que hablaba de tus tonterías.
No preguntes, mademoiselle del ron,
porque hoy ni te lo creerías.
Voy a tratar, de dejar atrás,
(aunque no esté de acuerdo)
todos mis vicios.
Revelaré mis recuerdos,
me tomaré otra copa más,
arreglaré este estropicio.
Probaré ahora contigo,
a cantar algo más decente,
algo que valga la pena.
Aceptaré mi castigo:
quiero saber que se siente,
cuando me montes la escena.
Porque no hay ninguna igual que tú,
ni aquí ni en el país que elijas.
Te habré de querer, aún
con mi corazón hecho trizas.
Pero solo por eso sigo adelante
en este laberinto de palabras,
del que cruzar no estoy exento.
Por ser el único causante,
en este lío de abracadabras,
de abusar de tu temperamento.
Por ser el acompañante,
(¡qué futuro se me labra!)
de una princesa de cuento.
Aunque si he de ser sincero,
lo único que te has llevado
de rescatada de un caballero,
es el nombre que se te ha dado.
Qué se le va a hacer,
quisiste jugar conmigo,
y yo solo juego al escondite.
No quisiste creer,
me llamas enemigo
y obvias cada prueba que acredite.
Como esto no nos gusta a ninguno
(al menos yo no lo diría ante un tribunal),
acabemos con ello, sin malos humos,
y sin llevarnos mal.
Y como no hay peligro real,
te canto y ya estoy contento.
Siempre toca ser formal,
con tal princesa de cuento.
