Voight-kampff
Para escribir
hace falta un sacrificio.
Y gestando rimas, o leyendas
de pasión sin rima ni artificio,
revisé un montón de periódicos viejos.
Eran para encender la chimenea
a cuya orilla quería sublimarme
con mi musa replicante.
Me entretuve leyendo noticias que ya no eran noticias.
"Guerra en la nación vecina de Ruritania.
Cinco millones ochocientos veintidós mil muertos.
Cuarenta y tres heridos.
Un millar de desaparecidos.
389 empresas fugadas".
Las calles vacías. Sin duda, la gente recluida debido a la conmoción.
Otras noticias: "se cancela la liga de quidditch por corrupción del 98% de sus integrantes".
Caramba, manifestaciones multitudinarias.
"Las Naciones Unidas destinan tres analistas a Sudán del Norte para constatar el resultado de las elecciones, las primeras desde la instalación pacífica del régimen democrático tras la guerra civil.
El conjunto de analistas opina que el resultado de las elecciones carece de garantías jurídicas.
Por otra parte, la cantidad de mutilaciones genitales se mantiene dentro de los límites aceptables estipulados por el Comité de Derechos Humanos, dado que han dejado de realizarse con tenedores".
"Golpe de Estado en Latveria. El nuevo caudillo, que responde al nombre de El Mulo, comienza una persecución política contra aquellos que reniegan de su ideología. Han sido represaliados negros, caucásicos, asiáticos, gitanos, homosexuales, heterosexuales, transexuales, queers, intersexuales, comunistas, fascistas, musulmanes, protestantes, mormones, católicos, ateos, budistas y ciclistas."
No sé que es peor, si El Mulo tendrá alguien sobre quién gobernar o la falta de economía lingüística del que escribió este reportaje al referirse a todas esas PERSONAS.
Y leí sobre muchas más cosas.
Menos el horóscopo, que me importa un bledo.
Y recuerdo que no escribí nada, porque no quise.
Y entonces llegó la hambruna.
Y famélico, del vacío no extraje denuncia o reclamación.
Y no escribo nada, porque no puedo.
El mundo se acaba y yo delego
en otros versos más serenos.
Menos alma, sin gracia ni raza ni razón.
Sangro en rebeldía y muero sin alguien
que merezca mi salto de fe.
Todo eso me da lo mismo
porque
solo quiero dormir.
Anochece temprano.
Algo no va bien.
Me refugio en mi cama.
Sueño con niños que sueñan que no mueren
en costas bañadas por un mar que hierve.
Sueño con niños que no mueren y sueñan
sobre camas más dignas que mortajas de arena.
Pero despierto.
Desayuno,
y el café,
el primer café,
me sabe a petróleo.
Lo escupo
y la hipocresía me devuelve el esputo.
Y aparto el periódico de esta mañana.
¿Quién quiere inspirarse
mientras lee que otros expiran?
Tras la cortesía de mi Noche Triste,
mi corazón late tranquilo
aunque perviva en secreto el chiste
y surja flagrante mi estilo.
Volvemos, pues, a la mentira cobarde
que hace 5000 años creció junto al Nilo.
Bienvenidos, de nuevo, a la civilización.
El faraón os llama del exilio.
