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La Cita (primera Parte)

LA CITA (primera parte)

Aunque el invierno estaba llegando a su fin ese año la primavera no tenia ninguna intención de anticiparse y los días se alternaban entre fríos y lluviosos y muy fríos y nevados, eso a Julio no le molestaba, si dispones de un ordenador hasta la habitación más desordenada puede parecerte el más acogedor de los refugios, los libros amontonados, la ropa revuelta, incluso los restos de comida, sólo harán que te sientas como el verdadero rey de tu guarida, siempre es mejor tener a mano un trozo de pizza medio congelada y una cerveza que nada.

Julio pasaba los días chateando con los amigos, contestando correos y comentarios tontos en facebook y leyendo cuentos fantásticos, estaba ya un poco cansado de vampiros blanditos y torturados y ahora buscaba el terror sicológico. Recibió un correo en que le proponían la lectura de “Los amados muertos” de H. P. Lovecraft, hace mucho tiempo que no leo al maestro, pensó, eso es un título y no los del bobo de Stephen king.

Tienes un mensaje de chat.
—Hola estoy en la ciudad, he conseguido tu correo gracias a Pedro, espero que no te moleste, no sabes quien soy ¿verdad?
—La verdad es que no recuerdo a ninguna “Princesa”
—Soy una antigua compañera de trabajo, y algo más. ¿Ahora caes?
—Sí, sí, ¿Cómo estás? Hace mucho tiempo que no sé nada de ti.

No tenía la menor idea de quién era ella, pero como en otras ocasiones pensó que como la comunicación en el chat es muy lenta poco a poco iría averiguando de quien se trataba. En los últimos dos años había tenido cuatro trabajos y por lo menos tres relaciones más o menos largas, alrededor de un mes, relacionadas directamente con ellos.

—Llevo casi tres años sin pasar por aquí y tirando de contactos me he acordado de ti, me apetecería volver a verte, ¿qué dices?
—Claro que sí, ¿dónde has estado?, ¿qué haces ahora?

Tres años es demasiado tiempo, intentaba recordar cual era su ocupación en aquel tiempo y quienes eran sus amistades, la cosa no era fácil, paseo la vista por la habitación intentando encontrar algo que le llevara a aquella época, el desorden no ayudaba mucho, todos su recuerdos estaban en el ordenador, pero tampoco este le serviría, por lo menos media docena de virus le habían obligado a borrar el disco duro varias veces, conservaba el mismo correo por que se sentía incapaz de buscar otro nombre y otra contraseña.

—Estoy en un hotel en las afueras, el jefe me manda a los sitios más extraños, por la decoración parece una casa rural, aunque esto no es exactamente un pueblo, es más un polígono industrial abandonado.
—¿Cuándo tenías pensado que nos viéramos? Acércate a la ciudad y quedamos en cualquier sitio.
—He pasado algún tiempo fuera de circulación, problemas familiares, pero ahora que ya estoy bien quisiera recuperar el tiempo perdido. ¿Qué te parece si te acercas aquí el fin de semana y lo pasamos juntos?
—La verdad ya no salgo mucho, los amigo me dicen que me he vuelto un poco rarito, ya sabes, mucho tiempo delante del ordenador, un poco de aire fresco no me matará.
—Muy bien en ese caso te espero.
—Déjame que me organice, no es mala idea.
—Tengo que dejarte, luego seguimos.
—Nos vemos.



Se desconectó y recuperó el cuento que tenía pendiente:
“Es media noche. Antes del alba darán conmigo y me encerrarán en una celda negra, donde languideceré interminablemente, mientras insaciables deseos roen mis entrañas y consumen mi corazón, hasta ser al fin uno con los muertos que amo” “De haber podido elegir mi morada, lo hubiera hecho en alguna ciudad de carne en descomposición y huesos que se deshacen, pues su proximidad brinda a mi alma escalofríos de éxtasis, acelerando la estancada sangre en mis venas y forzando a latir mi lánguido corazón con júbilo delirante... ¡Porque la presencia de la muerte es vida para mí!”

El maestro siempre será el maestro, esto es un buen principio, intento seguir leyendo pero su mente volvía una y otra vez a la conversación que acababa de mantener, tecleó en el ordenador para enterarse bien de lo que habían hablado, leyéndola más despacio se dio cuenta de que sin saber como había quedado con alguien a quien no recordaba, en una especie de hotel rural en medio de un pueblo abandonado, la idea como relato de terror no era mala, pero de ahí a llevarla a cabo había mucho trecho, para empezar miró la ropa que llevaba puesta, unos vaqueros viejos y una sudadera que por su olor hacia honor a su nombre, abrió el armario y se encontró las perchas vacías y la ropa amontonada en el fondo, se rascó la cabeza pensativo, esto puede ser un problema con difícil solución, hace demasiado tiempo que no salgo y no estoy preparado, aunque es más que probable que la cita quede en nada, siempre puedo poner alguna escusa tonta, como que no me encuentro bien o que no tengo coche, también es posible, que ella no vuelva contactar conmigo.

Durante el resto de la semana así ocurrió “Princesa” había desaparecido, y cuando empezaba a ser poco más que un recuerdo, la pantalla del ordenador le refresco la memoria.

—Hola ya estoy de vuelta, veo que sigues conectado, hablábamos de quedar ¿verdad Julius?

¿Julius? ¿Había leído, Julius? Le asaltó una avalancha de malos recuerdos, Marta, claro era Marta.

Marta resultó ser una amistad peligrosa, mientras los encuentros se limitaron a la cama todo era fabuloso, pero llegado el momento de terminar ella no se lo tomó muy bien, su reacción fue, según Julio. desproporcionada, en algo llevaba razón nunca hay que decirle a una compañera de juegos eróticos que la quieres y en eso él había fallado, se disculpaba así mismo argumentando que después de hacer el amor las mujeres se ponen muy pesadas y algo hay que decirles, además era sincero, en ese momento realmente la quería. La situación en el trabajo se puso un poco fea, Marta no era directamente su jefa, pero sí tenía una posición desde la cual podía hacerle la vida imposible, todo se arreglo cuando de un día para otro desapareció y el cambio de empleo.

—Verás he estado repasando mi agenda y este fin de semana lo tengo un poco complicado…
—No digas bobadas ven urgentemente, ya te contaré, la dirección es: Camino viejo del cementerio, s/n. Hotel La Gloria muy cerca de Tres Cruces.

Antes de que pudiera continuar Julio bloqueo la conversación, se quedó pensativo sin saber que hacer, “si esta loca piensa que voy a ir corriendo a dios sabe dónde es que ya no se acuerda de mi”, se asomó a la ventana para despejarse, la mañana era muy clara y el sol todavía muy tímidamente empezaba a colorear el paisaje, “a lo mejor no es tan mala idea, hace mucho tiempo que no le doy una alegría al cuerpo y Marta estaba un poco loca pero en la cama era una fiera”.

Se sentó de nuevo al ordenador y tecleó.
—Llevas razón, mañana temprano cojo el coche y en media hora estoy contigo, cuando llegue te doy un toque.
—¡Fantástico! Aquí no hay nada que ver, pero no importa nos vamos a pasar el día metidos en el hotel, ya se nos ocurrirá algo para no aburrirnos.



lumen
Lumen19 de enero de 2010

2 Comentarios

  • Vocesdelibertad

    Lumen:
    Qué buen relato! los lectores buscamos una razón para visitar a un escritor, el contenido del mismo. El que tu propones es efectivo desde la primera línea capturas la atención hasta que te envuelves en la historia y deseas leerla al final.

    Vale la pena leerlo, hasta aquí, leo lo que muchos conversamos en casa o con amigos, sobre la inseguridad del internet. Se siente un relato original, pues le das un enfoque personal que le agrega valor a lo escrito. Además de ser un tema actual.

    Espero con ansias leerte mañana.

    20/01/10 03:01

  • Lumen

    Gracias voces... por tu lectura y tu comentario, me alegra saber que te ha gustado, paso por tus textos para comentarte, tamién publico mis relatos en quieroquemeleas.com, te animo a que visites la página, en ella encontrarás, como aquí, escritores muy interesantes, nos leemos,
    Manuel.

    20/01/10 05:01

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