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As de Pikas

Las despedidas siempre eran tristes y más cuando marchas del lugar en el que te has criado pero, la vida está llena de casualidades y esta, era una de estas. Laura estaba abrazada a Mirian, Idoia se encontraba su lado tamborileando con los dedos de la mano derecha en el coche de los padres de su amiga,  tenía ganas de acabar ya con esas escenas que tanto le aburrían. Sabía que Andrés  no iba a ir pues, se lo había dicho ayer pues, no le gustaban esa clase de escenas siempre se lo había dejado claro pero, Oscar se estaba retrasando mucho más de lo que esperaba, si se retrasaba un poco más no lo podría ver antes de irse. Suspiró profundamente por la ausencia que más le dolía, había roto con Samuel hacía apenas un mes y aunque se habían prometido seguir siendo amigos, al final, eso había sido lo más complicado de todo porque aún sentían algo el uno por el otro. Sobre todo la escamaba lo sucedido el verano pasado, en el pueblo de León con los ladrones y todo eso cosa que, Samuel nunca le había explicado era como si supiera lo que iba a pasar antes de que sucedieran.
                              - Ese estúpido de Samuel no va a aparecer – dijo Oscar a su espalda, acababa de aparecer – cuando me lo encuentre se va a enterar – prometió – es que no tiene remedio siempre está igual.
                                - Tranquilízate, - intervino  Miriam – era lo que todos sospechábamos, él  no soporta estas cosas, deberías e saberlo. Además, de eso ya nos encargaremos nosotras.
                          El silencio era algo incómodo entre ellos después de lo que habían compartido el verano del año pasado. Pero, este era tenso por las emociones que los invadían a todos.
                                  - Acaba ya de despedirte de tus amigos, hija – dijo Ana la madre de Laura, asomándose por la ventanilla del coche – que no queremos llegar tarde. Encima que te aceptan en el instituto a poco más de un par de meses  de acabar, no podemos llegar tarde.
                                    - ¡Deja de darme la chapa – respondió su hija – mamá!  Ya tenéis mi móvil y mi correo electrónico por lo que si pasa algo, siempre podéis dar conmigo.
                         Tras despedirse de los amigos presentes, subió al viejo alfa romeo de su padre. Era una verdadera joya, con él había conquistado a su mujer hacía ya, mucho más de dieciséis años atrás. En más de una ocasión, habían intentado comprarle el coche pero, no quería hacerlo porque si después, lo veía reparado y manejado por otro le iba a sentir como una patada en el culo. El vehículo apenas podía con las cuestas, le costaba bastante subir pendientes muy  prolongadas en primera, aunque por dentro  estaba casi nuevo a sus padres les gustaba el cuero en los asientos. Además, aun quedaban restos de la afición de su padre a la formula uno y los ralis, hasta aquí todo podía ser normal y moderno pero, si no pusieran  a todo volumen al Dúo Dinámico. Por lo cual, se encasquetó los auriculares nada más subir al asiento trasero para, no rayarse con el largo trayecto que tenían por delante.
                        El paisaje iba cambiando, con el transcurso de las horas. No era que le llamase realmente la atención pasar de ver un paisaje urbano o industrial, como lo era Avilés, a otro  más monótono repleto de árboles, arbustos y montes pero, no había nada mucho más interesante a lo que prestar atención.  Sus pensamientos, se negaban a  la despedida que se había forzado a efectuar, estaba decidida a volver  para Asturias cuando empezase la universidad, para lo cual tampoco quedaba tanto tiempo. Buscaría cualquier carrera que le permitiera regresar, lo peor sería convencer a sus padres aunque, como siempre para todo tendría su oportunidad. Por trabajo, habían destinado a su padre a una sucursal cerca de León, como él decía, era una oportunidad única para ascender. Y como siempre, a las que le tocaba la peor parte era a su familia. En un principio, creyeron que podrían quedarse donde vivían pero, al echar cuentas vieron que eso no era viable por lo cual, optaron por lo que les quedaba, ir con él.
                        La casa estaba en un segundo con un ascensor que, con solo oír el ruido del motor, metía el miedo en el cuerpo hasta al más valiente, las escaleras estaban desgastadas y resbalaban por el resto de agua que, a saber, como había por ellas. Lo bueno era que era de renta antigua, los muebles eran viejos pero, como les habían dicho en la inmobiliaria podían quitarlos. Eso era lo más interesante, porque así podían combinar los que les traerían de su antigua casa con los de esta. Lo peor era que, a la opinión de Laura nada de lo que había en el piso lo haría pues, lo que veía era más bien rústico y los que les traerían los de las mudanzas eran modernos.  La casa era un poco pequeña con cerca de sesenta metros cuadrados, iban a sobrar muebles pensó, en su cuarto apenas si cabria un armario decente para colocar su amplio vestuario. Pero, bueno todo fuera por  su padre. Ya había visto el piso, bueno no había mucho que ver, avisó a sus padres y salió a dar una vuelta.
                        Eran cerca de las ocho de la tarde de domingo, como en todas las ciudades las calles estaban muertas. No había nadie por la calle, ni siquiera los típicos turistas aunque la casa estaba en el extrarradio de la zona antigua. Caminó tratando de encontrarse con nuevas construcciones pero, la ciudad apenas tenía obras nuevas parecía que el ayuntamiento apoyaba más la conservación que la obra nueva.  Lo cual, para el turismo y la hostelería iba estupendamente pero, para los albañiles seguro que no lo sería tanto. Lo mejor, ¿cómo no? Era el casco viejo, se enamoró de las calles peatonales empedradas que, le recordaron al momento las de su querido Avilés. Dando vueltas llegó a un instituto, por curiosidad fue a leer el nombre, bueno  pensó, parece ser que encontré mi nuevo colegio, miró su reloj y al ver la hora se dio cuenta de que había apurado demasiado y que, le quedaba muy poco para la hora de la cena.  Se perdió varias veces y tuvo que preguntar para ubicarse y estar en casa a tiempo para cenar. No le apetecía llegar tarde el primer día de clase por lo que esa noche se acostó temprano.
                         Nunca le había pasado algo parecido, oyó el despertador del móvil pero lo apagó, dio media vuelta y volvió a dormir. Ana, entró en el cuarto para levantar la persiana y abrir la ventana se asombró de ver a su hija echa un ovillo, envuelta en las mantas como si fuera su segunda piel.
                                    - ¡Arriba, dormilona! – gritó su madre – en tus dieseis años nunca has llegado tarde y hoy no será una excepción – y la destapó.
                                    - ¡Mamá! No hace falta que grites tanto – se estiraba como una gata enfundada en su minimalista pijama de Betty Boop -  tengo tiempo de sobra, aun me debe quedar más de media hora, no te estreses por tan poco o te saldrán canas. – tras acabar de bostezar se fijó en el cabello de su madre – Bueno, unas cuantas más de las que ya tienes ¡je, je!
                                     - ¿Eso crees? – mostró su reloj digital y con una irónica sonrisa en la boca dijo – y ahora, ¿qué? ¿Quién va a tener canas?
                        Pero, no era como si hablara con una pared pues, su hija estaba vistiéndose a la carrera. Cogió unas cuantas hojas que, metió en una carpeta clasificadora y salió corriendo del cuarto como si la persiguiera una horda de demonios. A su madre solo le dio tiempo a verla salir masticando una tostada. Saltaba las escaleras de dos en dos porque con el camino que le quedaba apenas, si iba a llegar a la hora. ¡Mierda! No dejaba de repetirse para sí misma, si al menos el despertador hubiera funcionado, no se vería en esos apuros y para más narices no se acordaba muy bien del camino que la tarde anterior la había llevado hasta allí.
                        El edificio no se diferenciaba de los otros, quitando el cartel con el nombre del centro y las banderas de León, España y la CEE. El conserje la miró de reojo, con expresión de aburrimiento antes de indicarle la escalera y la puerta que le correspondía. Picó y tuvo que esperar a que la abrieran, apareció la cara de un profesor con estrés y con cara de pocos amigos, la hizo pasar después de que le dijera su nombre. Los estudiantes no la dejaban de observar mientras, buscaba un asiento vació ¿por qué no le quitaban la mirada de encima? ¿es que nunca habían visto a una chica o qué? En cuanto encontró una mesa libre la ocupó, esperando que así la dejasen en paz, estaba sacando una libreta cuando se dio cuenta del silencio que reinaba en el aula que era algo inusual. Al mirar hacia delante vio que en la pizarra había planteado un problema de vectores  y al fijarse en la mesa del profesor, lo vio sentado tras ella con las manos posadas sobre la mesa. La animó a presentarse haciéndola pasar otra vez, un rato bochornoso. No le gustaba, eso de hablar en público.
                        Llegó el recreo y apenas había cruzado un par de palabras con un par de chicos en los intermedios. Además, las pocas chicas de la clase hubiera jurado que le dedicaban miradas asesinas, ¿qué les habría hecho? Que instituto más raro era ese, por los pasillos los alumnos se movían sin ver al que tenían al lado y los pequeños grupos se comportaban como si no hubiera nadie más por los pasillos. Era  como si todos se creyeran el ombligo del mundo, sin que les importara nada más que sí mismos. Estaba pensando en esto cuando tropezó con un chico en la cola y le tiró la carpeta esparciendo los folios por el suelo.
                                     - ¡Ups, perdona! – dijo un chico – no te preocupes que ya te ayudo.
                                     - Perdona por tirarte la bebida encima – trató de sonreír al ofrecerle un  pañuelo de papel para que se secara – por cierto, ¿cómo te llamas? 
                                      - Me llamo Cesar – respondió de rodillas, al tiempo que le tendía la carpeta clasificadora- tú eras la nueva, te llamas Laura, ¿no?
                                      - Sí, esa soy yo – sonrió por primera vez en horas – viendo que más gente los miraba siguió - ¿Qué demonios pasa aquí? ¿por qué se comportan así?  ¿es qué no respetan a nadie?– no se molestó ni en disimular y paseó su mirada por los presentes.
                                    - Lo que pasa es que eres la novedad y hasta que sepan que etiqueta ponerte, nadie te dirigirá la palabra – transcurrieron varios segundos de tenso silencio hasta que siguió -  por lo que, será mejor que no te vean conmigo – no le dejó tiempo ni para responder y ya lo veía huir entre las mesas.
                       Una chica de pelo rubio, mascando un chicle entró en su campo de visión. Parecía una modelo por las trazas que tenía, su polo blanco, su jersey de Lacoss y su inmaculada falda hasta las rodillas, tan pasada de moda que casi había vuelto a estarlo, nunca hubieran llamado su atención si esta no se hubiera cruzado en su camino. Olía a pija a kilómetros y ella no las soportaba, es más se llevaba fatal con estas. A saber la razón por la que, al estar a su altura, se volvió hacia Laura y con un gesto del todo natural, quitó el cabello de su cara con un toque de orgullo aunque, la miró con un matiz de desprecio.
                                     - Eres la nueva, ¿verdad? – Dios mío, incluso su tono de voz indicaba lo engreída que era, ¡ufff! Que mal vamos a acabar las dos pensaba su interlocutora -  espero que no seas amiga de ese friki de Cesar, eso sería tu perdición.
                                     - Solo nos hemos tropezado – si es que quería guerra la iba a tener, pobrecita no sabía con quien se metía – además, ¿quién te crees que eres?
                                      - Soy la más popular de todas las chicas – dijo alzando la mandíbula, como para darse importancia -  y como permitas que te vean en su compañía, no podrás tener amigos.
                        ¿Qué se habrá creído esta? No todos son marionetas a los que poco o nada nos importe como son las personas y solo su aspecto exterior. Encima, no me dice su nombre, será maleducada, vaya aires que se gasta. Bueno, ya queda menos para salir de entre estas cuatro paredes, el día había sido de sol y no quería esperar para poder disfrutar del día.
                       El problema desde el principio fue que le faltaban casi todos los apuntes para ponerse al día en las distintas asignaturas y que los diferentes profesores, le recomendaban este u otro compañero para que se los pasaran. Le daba igual quien fuese con tal de quitarse de en medio ese puro trámite, de entre los designados, estaba entre varios. Tres chicos Pablo  llevaba el pelo rapado y un pendiente en un lóbulo, parecía un tipo pagado de sí mismo, Alejandro que tenía sus oscuros cabellos recogidos en un coletero de cuero  y ocultaba a todo el mundo lo que escribía como si no se fiara de nadie, el tercero parecía el blanco de las miradas de la mayoría de las chicas y se llamaba
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Hugo, aunque a parte de las trazas de niño malo no le veía nada especial. Y dos chicas, una de ellas vestía de forma atrevida y se dedicaba a coquetear con cada chico que se le ponía a tiro, se llamaba Jasnin a la otra chica no se iba a arrimar ni de coña pues, aun la recordaba perfectamente del comedor al avisarla contra el chico de la cafetería, se llamaba Mónica.
                        Finalmente, decidió por pedir los apuntes y fotocopiarlos para tardar lo menos posible. A la salida esperó a que apareciera Jasmin, la letra de las chicas siempre era mucho más fácil de entender y además, no le apetecía estar a solas con ningún chico que no fuera Samuel, se acordaba perfectamente de lo mal que lo había pasado Miriam con Marcelino y el embarazo no deseado. Vio salir al muchacho de la cafetería, como había previsto, por las palabras de la arpía, estaba totalmente solo nadie se le acercaba y este rehuía de los demás, quiso alcanzarlo pero quedo en silencio al ver a Jasmin. Esta la miró de forma interrogativa, sin saber que era para que la esperase.
                                    - ¿Qué es lo que quieres? – Preguntó directamente- ¡ah! Lo que quieres son  los apuntes, ¿no? Pues sígueme y no te me quedes mirando como si fueras un maniquí – le dio la espalda y cogió un buen ritmo - ¿a qué esperas, a que te mande una invitación cordial o algo así? – dijo al alejarse un par de metros - ¡camina un poco, guapa!
                        Jasmin apenas habló en el trayecto hasta su casa, vale que no hacía frío pero, tampoco era como para llevar su ropa pensaba Laura.  ¿A qué insensata se le ocurriría llevar una camiseta entallada que apenas le tapaba el ombligo? ¿O una minifalda plisada a cuadros que no le llegaban a la mitad de los muslos? Si no esperaba atraer a cualquier maníaco sexual que la atacara, ¿por qué lo haría? Nunca podría llegar a entender a esta clase de mujeres. Al Entrar en el portal, se sintió un poco fuera de lugar, ¿cómo iba a pensar que con la ropa que vestía se encontraría con algo así?
                         A ambos lados de la entrada había jarrones que hubiera jurado que eran antiguos, parecían ánforas griegas, el suelo era de mármol con betas negras y grises, las paredes de suaves colores pastel, los cuadros de escenas de animales y los marcos ornamentados y cubiertos de pan de oro. Al llegar a la altura de la portería un señor uniformado, corbata y cara de malas pulgas la saludo a su compañera y a ella la miró de arriba abajo poniendo mala cara. Era todo un verdadero lujo, jamás había visto algo así antes, se sentía empequeñecida, ahora creía entender las razones por las cuales se vestía de esa manera, era su forma de revelarse. Por lo menos, ya le estaba cayendo mejor aunque, a saber si era reciproco. Todo estaba tan limpio, desde el ascensor que era un lujo, hasta el pasillo que daba paso a la puerta de su vivienda, que hubiera pasado sin problemas la prueba del algodón.
                         La casa por dentro, era un espejo de la entrada al edificio. Los muebles, aunque de aspecto  rústico no desentonaban con el aire de sobriedad de la casa que, estaba adornada lo justo y con un gusto demasiado  profesional, como si hubieran dejado esta a un decorador profesional y después dejado tal cual, sin variar un ápice. Tenía la impresión de que si tocaba algo, por mínimo que fuera la meterían en la cárcel, al momento ese pensamiento le dio risa que le escapó un susurro. Jasmin la oyó y no pudo más que dirigirle una mirada interrogativa, en la cual no había rastro de la picardía y desenfado que mostraba en las clases.
                         El contraste del resto de la casa con el cuarto de la chica resultaba increíble.  En las paredes no quedaba ni un palmo que no estuviera cubierto con posters de la más diversa procedencia. Desde los míticos de los Back Street Boys, pasando por grupos de rock como GreenDay o el de la película Jóvenes y Brujas . O su colección de objetos de muy diversa procedencia pero, en lo que más se diferenciaba era el caos, que allí reinaba la mirada de la intrusa vagaba por todos lados posándose en todo lo que había esparcido, estaba segura que si se fijaba bien descubriría cosas interesantes.
                                     - Aquí los tienes – le dijo Jasmina mientras le tiraba una cajita que Laura casi
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se le cae – en el Cd tienes los apuntes del curso. – con la vista fija en el ordenador - ¿te parezco un bicho raro? Con esta habitación, comparada con el resto de la casa, ¿verdad?
                                     - ¡Gracias, por dármelos en Cd!-procuró pasar por alto la pregunta - ¿Cuándo te lo tengo que devolver?
                                     - Esa es una copia, no tienes porque devolvérmela – giró la silla del escritorio para encararla con una media sonrisa – pero, no has contestado a mi pregunta, no creas que dejaré pasar esto así como así.
                                      - Me choca, ¿cómo no lo iba a hacer? – Sonrió respondiendo a su compañera – supongo que lo haces por rebeldía aunque, lo que a mí me gusta la figura de shiva y el poster de Buda – dijo acariciando la figura y señalando el techo.
                                     - ¿En serio? – su voz a pesar de intentar ser irónica, no podo ocultar su sorpresa - no lo dirás por lo mismo que todo el mundo, porque ahora este algo de moda, ¿no?
                                     - Me gusta la literatura de los dioses de diferentes culturas. Comencé leyendo sobre los griegos, los plagiaron los romanos – su voz demostraba el entusiasmo que sentía -  algunos pasajes de los egipcios, pasé por encima de los más de trescientos de la cultura hindú, seguí con los nórdicos que también se las traen y ahora estoy buscando algo sobre los mayas y los aztecas.
                                     - ¿Hablas en serio? – la miró extrañada – lo dices en serio, ¿cómo te puede divertir eso? No tienes la pinta de ser una empollona, ¿o lo eres? – no paraba de hablar y aún así no dejaba de sonreír como si esto la divirtiese.
                       Sin darse cuenta hablaban saltaban de un tema a otro, cogiendo un tema y luego otro. Habían salido al poco de la casa a una cafetería y ya iban por el cuarto o quinto café  y el tiempo les pasó volando, cuando se dio cuenta, habían pasado ya un par de horas. Tenían muchas cosas en común, quitando lo extrovertida que era con los chicos, lo cual las llevó al tema de los chicos que, Laura pasó por ese tema muy por  encima. Cosa que, a Jasmin no dejo de darse cuenta aunque, de momento decidió, no comentar nada. No fuera que rompiera esta nueva amistad,  ya se lo preguntaría más tarde.  Estuvieron en el café, dando vueltas y revueltas hasta que, a Laura le sonó el móvil, era su padre que eran ya cerca de las diez de la noche. Se despidieron intercambiándose, los números de teléfono y sus direcciones electrónicas.
                        En casa, la estaba esperando en la puerta Ana, su madre, con cara de malos amigos, una redecilla en el cabello, una bata azul celeste y unas zapatillas rosa chicle que ya deberían haber sido tiradas a la basura hace años.
                                     - ¿Qué hora – gritó con la vena del cuello palpitando – te crees que es para llegar a casa y sin avisar? – sin darle tiempo a contestar, continuó – saliste sobre las siete y media y llegas con más de doce horas tarde, ¿te parece normal? – Fulminándola con la mirada siguió - ¿con quién demonios has estado?
                                    - Ni que hubiera estado haciendo algo malo, - replicó alzando la voz al nivel que su madre – mamá. ¿Qué te piensas que he estado haciendo, drogándome o algo por el estilo?
                                     - ¿Por qué eres tan melodramática? – estaban a poco centímetros la una de la otra, que casi se podían rozar – no te pido nada tan raro creo yo, solo que nos digas con quien sales y que nos des un número para localizarte en caso de que tú móvil este fuera de cobertura.
                                     - Si hasta ahora nunca te has molestado ni en saber lo que pasaba a mi alrededor, - estaba roja de rabia - ¿por qué narices te va importar de repente lo que cojones me pase?
                                      - ¿Quién te crees que eres? – Ana le cruzó la cara -  mientras vivas bajo mi
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techo, tendrás que aceptar mis normas.
                       Con la fuerza del primer golpe, la había tirado al suelo.  Tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no llorar, más por el dolor de que su madre la golpeara que por el dolor que le había causado.  Estaba despatarrada en el suelo, miró en dirección de su madre que, la iba a pegar de nuevo, cerró los ojos para prepararse para el próximo golpe que nunca llegó. Al abrirlos para comprobar la causa, se asombró de la razón.
                                      - ¡Ve a tu cuarto, gatita! – dijo Esteban, su padre mientras miraba seriamente a Ana – y olvídate de lo sucedido esta noche. Hazte a la idea de que nunca pasó, ¿de acuerdo, cariño?
                        Fue una larga, larga noche que Laura tardaría en olvidar a lo largo de los años. Una vez cerrada la puerta, oyó la mayor pelea que sus padres tuvieron nunca, en esta salieron de todo. Desde los celos descontrolados de su madre y sus carencias, hasta las oportunidades que había echado a perder por  la familia o por estar con él. Esteban contraatacó  con que su matrimonio era pura fachada, que en la cama ya hacía que solo dormían, que era un lecho frío y muerto, que él trabajaba para mantener la casa y que al volver a la casa ella solo le decía los fallos que había hecho antes de marchar. Nunca lo recibía con un “hola, ¿qué tal el día?” o nada por el estilo solo quejas, quejas y quejas, cuando ella  estaba depresiva él la tenía que oír pero, si era al revés ni de coña pues, sus problemas eran siempre insignificantes.
                        El viejo remedio de poner la almohada alrededor de la cabeza no daba resultado, ni con los diminutos cascos e su mp3 lograba aislar los gritos que daban. Realmente parecía que había llegado el fin del mundo con los portazos y los cacharros que volaban en todas direcciones, ¿tendrían que comprar vajillas y jarrones nuevos tras esta noche? O por lo contrario, ¿acabaría el matrimonio de sus padres por esta solemne tontería que había sacado a la luz tanta mierda? Se durmió por cansancio más que por hubieran dejado de gritar, cuando eran cerca de las tres de la mañana. Tuvo una noche bastante movida, con horribles pesadillas en las cuales, sus padres se separaban y la obligaban a elegir con quien quería vivir.
                        Cuando sonó el despertador al día siguiente casi lo tiró por la ventana, maldiciendo su suerte se vistió y con pereza se arrastró hasta el instituto, donde se pasó el día dormitando. Sólo Jasmin se le acercó para decirle, con tono irónico, que le quedaban bien las ojeras y que si quería ponerlas de moda le iba a costar un poco pues, a nadie le quedaban tan sexis como a ella. Lo más curioso fue que en casa su madre estaba de buen humor, incluso silbaba una canción un tanto picante de su juventud sin ningún tipo de pudor. Y dirigió a su hija una sonrisa abierta al verla pasar que la dejó totalmente descolocada, ¿es qué el mundo se había vuelto loco o que? Nunca entendería a los mayores, se tumbó en la cama y quedó dormida.
                         ¿Por qué cuando nos divertimos o nos lo pasamos bien, da la sensación de que el tiempo pasa más deprisa? Pensaba Laura mientras miraba los días tachados del calendario de su cuarto, desde que había dejado a sus viejos amigos en Avilés. Mantenía contacto con ellos pero, hoy había quedado para ir al cine con su única amiga del instituto  a las seis de la tarde. Hacía mucho frío por lo que, de falda nada por más que a Jasmin  no se le veía sin sus minúsculos cinturones y sus ceñidas camisetas que parecían tatuadas sobre su delicada piel. No, ella prefería su gorro de lana encontrado en el bus, su parca estilo militar – regalo de  los reyes - , sus viejos pantalones vaqueros y sus botas negras de caña alta. Así vestida salió dirección al cine, oyendo a todo volumen en su mp3 las canciones que había grabado de un cd de la biblioteca. Las salas quedaban a un buen paseo y aunque habían quedado antes, para tomar algo en la única cafetería del centro comercial que permitía fumar lo más seguro era que la tuviera que esperar pues, la otra no solía aparecer a su hora.
                        A todo volumen oía La Bola de Cristal, una canción de un programa infantil de los ochenta, mientras tamborileaba en la mesa  y soplaba la taza hirviendo. Lo había pedido templado pero, parecía que nunca la escuchaban pues, en las por lo menos ocho veces que se había acercado
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hasta allí no se lo pusieron como quería ni por casualidad. Estaba profundamente sumergida entre los acordes de la canción y sus propios pensamientos cuando una mano se le posó en un hombro.
                                     - ¡Uy! Que sorpresa, hoy si que estas temprano… - quedó de piedra al ver quien era- ¿?
                                      - No esperabas que fuera yo, ¿verdad? – dijo el chico con voz ronca, pasando la mano por la calva – esperabas que fuera Jasmin, ¿no? Tranqui, no pasa nada con que no te acuerdes de mi nombre. Yo tampoco me acuerdo del tuyo ¡je, je, je! – cogió la silla y se sentó en la mesa mirándola a los ojos, en ellos había reflejado cierto hastió.
                                      - ¡Siéntate, hombre! – dijo irónicamente entrelazando los dedos debajo de la barbilla -  total no pasa nada Pablo – suspiró y de forma exagerada miro a su alrededor - . Por cierto, ¿dónde tienes al harén que te sigue siempre?
                                      - ¡Te acuerdas de mi nombre! – exclamó fingiendo sorpresa pero, sintiéndose alagado -  les he dado vacaciones – se rió de su propio chiste –¿ venís por aquí a menudo? La descarada y tú. Por cierto, ¿cómo te llamas?
                                       - No la llames descarada – se defendió – sino, por su nombre. ¿Con esas frases tan cutres pretendes ligar conmigo? ¡Je, je! la próxima vez que lo quieras hacer apréndete  primero mi nombre, ¿ok? – sus ojos se iluminaron al ver  entrar por la puerta a su amiga.
                                        - ¡Esto es trampa! – fingía indignación para ver si picaba – tu sabes mi nombre y yo el tuyo no, ¡es injusto!.
                                         -¡Increíble! – exclamó al oído sensualmente - ¿qué haces aquí tan solo un sábado por la noche? Te hacía en un aparcamiento magreándote con alguna inocente.
                                         - No te pases de la raya – dijo sonriendo – por mucho que me pongas, eso no se lo consiento a nadie – por el tono que empleaba no se podían saber si bromeaba o lo decía en serio, aun así le dedicó un guiño.
                      Quedaron sentados, en silencio, tomando cada cual su café, mientras que por las pantallas distribuidas por el local  salían diversos avances de películas. A los que nadie les prestaba demasiada atención, Jasmin  examinaba el mercado de chicos de la cafetería pero, al juzgar por su expresión no encontraba ninguno de su interés. Pablo parecía abstraído mirando los pocos coches que cruzaban la calzada y ella, miraba a todos lados.
                                          - Vamos a ver la peli “Cuando ella me encontró” – comentó Laura para romper el silencio que se impuso entre ellos – ya sé que me dirás que es un drama para mujeres maduras pero, hoy no hay nada para ver, la verdad.
                                          - ¿Y qué os parece Ultimátum a la tierra? – comentó más animado el chico.
                                          - ¿No es esa del Keano Reeves? – Preguntó Jasmin – el de la serie Expediente X, ¿no?
                                           - Esta un pelín encasillado, ¿no creéis? – apoyó el índice en los labios, en actitud pensativa -  Evolutium, las dos de Expedientes X y ahora la que quieres ver – dijo levantando los dedos, a la vez que enumeraba los títulos.
                                           - Os olvidáis de la serie  Californicasion que emitieron por la Fox, aunque solo emitieron la primera temporada – informó Pablo – porque no tuvo mucha suerte, que pena, ¿no?
                                            - Después de la cual, ¿no se internó en una clínica para adictos al
sexo? A la que apuntó antes Kirt Duglas, ¿no?
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                                               - Mira que estas informada  de todo, ¿tanto te interesan las estrellas del cine? – se sorprendió un poco el chico - ¡mierda que casi no llego! – estaba viendo la hora en su móvil – me parece que vosotras tampoco, ¿nos vemos al acabar? – sin darles tiempo a acabar se levantó  de la mesa y marchó, mientras marchaba aun tuvo tiempo de decirles – si salís primero esperáis vosotras y si no, os espero yo.
                    El film, no fue nada novedoso, totalmente previsible de principio al final. Intentaba conciliarse con el público, mujeres de más de cuarenta años, entre el cual la presencia masculina casi brillaba por su ausencia. Era un drama sobre una mujer adoptada  que, se encontraba cerca de la menopausia y que deseaba ser madre. Lo malo era que se encontraba indecisa entre dos amores su ex marido, un niño grande, y un divorciado con dos hijos, para acabar de liarla aparecía su madre biológica. Lo dicho, un mortal aburrimiento a la mitad de ella cuando ya hablaban y se reían de diferentes temas, los espectadores más próximos no paraban de exigirles que se callasen. Tanto escándalo armaron que, finalmente apareció el acomodador y las echó – bueno, realmente lo que hizo fue invitarles a salir de la sala -  al bar del local.
                     De camino al principio, lo que hicieron fue quejarse de los demás espectadores pero, acabaron echándose unas risas por la actitud de la gente. Preguntaron cuanto tardaría en acabar la sesión de Pablo, gracias al cielo duraban por el estilo, calculaban que tardaría aun  cerca de diez o veinte minutos.
                      Pablo se divertía lo suyo con el filme, este tenía el equilibrio de lo que  buscaba. Poseía intriga pues, aunque superas la respuesta se podía preguntar ¿se salvaría la tierra?, también salía un poco de pasteleo – entre el de los expedientes esos y la chica- pero, aunque era comprensible desde el punto de vista argumentativo no lo era por el imaginativo pues, el tema ya está demasiado trillado. Y lo que más le entusiasmaba, los efectos especiales ¡Dios! que pasada, la de Matrix  fue como el génesis de la biblia para los efectos generados por ordenador. Él esperaba ver pronto como los actores desaparecerían y fuera todo digital, los actores cobran cifras astronómicas y para colmo había que colmar sus extravagancias o echaban por tierra los rodajes.  Habían salido varios intentos de lo que sería el futuro y aunque cada vez eran mejores, los gráficos de los videojuegos les daban vueltas quizás, fuera por los motores  gráficos o a saber porque. Starwars, la batalla de los clones conservaba demasiadas caras angulosas se notaba de lejos que no eran reales.
                        Ojalá durase un par de horas más, se lo estaba pasando de miedo pero, se acercaba su, inevitable, final y le esperaban dos tremendas bellezas. Esto también valía para subirle el ánimo con un poco de suerte, las convencería para ir de juerga y se podría liar con una, la idea le resultaba muy tentadora. Tentaría la suerte e iría a por la nueva que, pensaba sería más inocente o por lo menos, daba esa impresión. Además, quería liarse con una chica que no hubiera pasado por todos los chicos del instituto – a saber de cuantos tontos le tocaría comer las babas- ya salían los créditos, nunca se había levantado tan rápido de la butaca de un cine ni con tantas ganas como ese día. Las encontró riéndose a mandíbula batiente, la que le gustaba se hallaba sentada  riéndose, elegantemente mirando a Jasmin  que estaba sobre la mesa palmeando el muslo de la risa que le entraba.
                                       - ¿Qué es lo que os hace tanta gracia? – dijo como frase de entrada- se os oye desde la salida de la sala.
                                       - Es que a una chica que salió unos segundos antes que tú le sonó el móvil – las chicas se miraron y no pudieron más que volver a reírse.
                                       - ¿? - ¿eso tenía gracia?- no os acabo de entender.
                                       - ¿Es que no conoces la canción del mamut? – Laura secaba las lágrimas.

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                                        - ¿Del mamut? No, no me suena.
                                        - “¡¡Mieeerda y el mamut pisó, mieeerda!!” – cantó a su manera Jasmin, ante la cara de asco del chico y la sonrisa de su amiga.
                                         - Pues, vaya gusto que tenía la chica, ¿no? – ladeo la cabeza como para hacer un chiste pero, al no lograrlo, se dejó caer sobre una silla libre. 
                                          - Ni a ti, ni a nadie le gusta la canción – comentó entre risas Laura- lo más seguro que fue una broma de algún amigo pues, por la cara que puso, ni ella misma lo sabía.
                                          - ¡Vaya, pandilla de cabronazos que tiene como amigos! – de la cazadora vaquera sacó un cigarro – con amigos así, ¿quién necesita enemigos?
                                           - Ya pero, mira a tu alrededor – Jasmin hizo un gesto con la mano- hoy por hoy, es lo que te vas a encontrar. Todos se juntan para conseguir algo y si no eres un miembro del que puedan sacar algo te expulsan de él, dame un cigarro.
                                           - Creo que no todos los grupos sean de esa forma – con la mano Laura se quitó el humo de tabaco de la cara – no me echéis el humo. Seguro que los hay que son hasta normales
                                            - ¡Aaah! Te refieres a grupos de chicos como los que salieron el año pasado en el periódico, ¿verdad?
                                         - Me parece que de esos ya quedan pocos – dijo de pasada Jasmin- lo malo fue que en la prensa no se nombraba ni sus nombres  ni salieron su foto, la verdad que fue algo un tanto extraño.
                                            - ¿A qué noticia te refieres?
                                            - ¿Hablas en serio o me tomas el pelo? Perdona, me olvidaba que eras tú con quien halaba – suspiró para cortar la risa – si llega  a ser él – señaló a Pablo – ni de coña lo creería. Salió en todos los periódicos una pandilla de adolescentes atraparon a una  banda de atracadores…
                        Su cara simuló el interés que se suponía que la historia le tenía que causar. Pero, en su mente se desarrollaba con nítidas imágenes de los hechos, aun hoy le sorprendía los recuerdos de como Samuel, se había ido adelantando a los acontecimientos. Desde el principio hasta el final, al enfrentarse con los pocos periodistas – con una mano izquierda, increíble- que se enteraron de quienes habían sido  un grupo de adolescentes. Fue increíble que no se enterasen nunca de sus nombres pero, al leer la prensa al día siguiente se dio cuenta de que contaban demasiados detalles, hasta que intrigada había interrogado. A su novio le costó bastante aguantarse las ganas de carcajearse y le confesó que llegó a un acuerdo con uno de los periodistas, ¿Qué si no lo prefería de esta manera? Y para hacerla callar le dio un beso, aunque, su cabeza nunca dejó de darle vueltas.
                                      - …lo único malo es que en ningún artículo salían sus nombres, ¿no pensáis lo mismo? – llevó el índice al labio pensativamente – es algo de lo más rarísimo, que con tanto revuelo no hubieran indagado más.
                                       - Es la verdad pero, a lo que íbamos - cogió la palabra Pablo -  como ves,  no hay mucha gente así, es como si dijeras que un juego de rol los personajes van todos juntos, cuando cada uno va a su bola. Si no dais crédito, preguntarle a Javier ¡je, je, je!
                                         - ¿A Javier? –preguntó Jasmin- ¿qué tiene que ver Javier con eso del rol?
                                         - Javier es un puto rol máster, ¿no lo sabías? Seguro que ahora estará en una de sus partidas en el cementerio.
                                          - ¿En un cementerio? – Laura no entendía que podía haber de
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emocionante el jugar en un campo santo- además ¿no es también de ahí de donde salieron varios asesinos, que confundían la realidad con ese juego?  
                                           - Te creía más inteligente, cariño – resultaba chocante ver a Jasmin tan seria- es lo mismo que las tonterías que dicen otros que por jugar a video juegos violentos surgen asesinos. Cuando no es más que una pobre escusa y lo sabes.
                                        - ¿No te resulta repulsiva la idea de divertirse tan cerca del lugar de descanso de los muertos? – su tono intentaba dar miedo mas, a juzgar por la expresión del rostro de las chicas no lo había conseguido.
                                         - ¿Habéis jugado alguna vez a ello? Me refiero a si participasteis en alguna partida, porque yo no.
                                          - Yo no, la verdad – confesó Jasmin, que ya pensaba por donde iban a ir los tiros- ¿y tú?
                                          - Pues, sí que lo he hecho – se encogió de hombros – por curiosidad.
                                       - Ya estas tardando en sacar el móvil y llamarlo para saber si está ahí e informarle que hoy se le van a unir tres jugadores más, ¿no Laura?
                        Así pues, la chica se llamaba Laura bonito nombre, sí señor. Mascullaba para sí, mientras sacaba su teléfono y distraídamente buscaba el número de Javier y lo llamó. Los planes que había preparado para esa noche se iban por el retrete, aunque si no lo veían y colgaba lo reconduciría a donde deseaba. Tenía disimuladamente el pulgar sobre la tecla, cuando Jasmin se lo quitó de las manos. Pablo maldijo en su interior su mala suerte, estuvo a un tris de engañarlas si esa maldita zorra no se le hubiera adelantado. Seguro que con un par de aguas de Valencia ya le habría caído.
                                  - ¿Qué tripas se te han roto? – tronó la voz del interlocutor- ¡más te vale que sea algo interesante porque estábamos en lo mejor de la partida!
                                  - Vaya forma más original-dijo a la par que alejaba del aparato-  de contestar al móvil que tienes, Javiercito ¡ja, ja, ja!
                                   - ¿Jasmin? ¿eres tú? – Javier sonaba como si le hiciera gracia- ¿es que ahora te dedicas a robar móviles? ¿u hoy te ha dado por liarte con ese pringado?
                                    - Te equivocas como siempre, tesoro. Lo que sucede es que aquí nos aburrimos un montón y queríamos ir los tres a ver que tal es eso del rol, ¿entiendes?
                                     - Corrígeme si me equivoco, ¿vale? Os apuntarías tú, al que le birlaste el teléfono y… ¿cómo se llamaba la nueva? – incluso desde ahí se oía su intento por recordar su nombre -  sí esa preciosidad morena y con los ojos verdes, ¡mmm! ¿Laura? Me parece que se llamaba.
                                      - ¡Bingo! Has acertado, esto si que es toda una novedad ¡je, je! Precisamente, fue de ella la idea pues, nunca ha jugado al rol y tenía curiosidad.
                                      - Lo malo es que hoy estamos echando una partida de cartas del Warhamer y esta de lo más reñida – suspiró – si hubiera sido cualquier otro día sería genial que os unierais, por cierto ¿dónde estáis? No escucho la música tan alta como en esos antros a los que soléis ir.
                                        - Estamos donde los multicines – con un sutil cambio de voz que fue ligeramente suplicante - ¿y hoy no se podría?
                                         - Buenooo, dejaré de machacar al pobre de Cesar y llamaré a Hugo para que se una a la fiesta que, seguro que le encanta. Sabéis llegar al cementerio y  a un panteón donde hay tallado el ángel de la muerte, ¿verdad? – hizo una pausa, en la cual se oían ruidos de fondo que
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le impidieron varias veces continuar hasta que, alzando la voz se impuso y pudo puntualizar- tranquilos, es que por la zona hay interferencias en la señal. Donde os esperamos es uno de los túmulos más antiguos, esta que se cae a pedazos y las figuras que lo adornan llaman mucho la atención así que, no tiene perdida.
                        Habían colgado del otro lado y además, ya no había mucho más que contar. Todos los que conocían a Javier sabían lo que le atraían los cementerios, seguramente habría profanado alguna que otra tumba antes de los dieciséis. Era de ese tipo de chicos alocados por lo que, ¿cómo estaría el mausoleo? El camino era bastante largo y más teniendo en cuenta que, a esas horas no paraba ningún urbano cerca de él.  Lo más rápido sería atravesar la ciudad por la parte más vieja del casco antiguo, el problema era que era también el más transitado a esas horas de la noche. Casi había un pub  a cada dos pasos, lo cual no iba a facilitar la tarea de ser puntuales.
                           Tuvieron que arrastrar a Pablo que se quedaba como hipnotizado cada vez que oía una canción en la que la batería le hiciera sentir el ritmo. Además, varias chicas lo abordaron y les había costado un gran esfuerzo que los dejaran en paz, por poco se vieron implicadas por este motivo en un sinfín de peleas. Finalmente lograron salir del tumulto de callejuelas y del agobio de tanta gente, por Dios, - pensó Laura para sí - ¿por qué a la gente le gustará tanto estar en este tipo de aglomeraciones en las cuales no te puedes ni mover por miedo a pegar a alguien sin querer?  Cayeron sentados en un banco para descansar del calor y del agobio de esas calles. Un grafiti un tanto extraño despertó su atención, haciéndola desconectar de todo lo relacionado con el cementerio. El símbolo le resultaba familiar, ¿dónde lo habría visto? ¿en una revista? ¿en una web de internet? Lo tenía en la punta de la lengua, era una rara sensación esa de saberlo pero, no caer en ello.
                                        - Regresa a la tierra, chica – miró en su misma dirección - ¿qué te ha llamado tanto la atención?
                                        -  El dibujo de la pared, lo he visto antes pero, no consigo acordarme de donde- de repente su mente volvió a la causa del camino- ¿Queda mucho rato para el cementerio? – se frotó los gemelos para relajarlos.
                                         - ¿Eso? Empezaron a aparecer hace cosa de un año por toda la ciudad, nadie sabe la razón pero, llamó la atención de la policía.- Pasó de mirar la pared a los ojos de su amiga- la verdad es que queda un poco, casi estamos en el campo santo.
                                          - No le mientas de esa manera tan descarada, Jasmin – en su cara se veía que prefería volver a uno de los pubs – nos queda un buen camino aun, Laura. Casi un kilómetro, me atrevería a decir. Te acabas de inventar, ¿no? No me suena eso de la policía.
                                           - ¡Claro que no me lo he inventado!- exclamó indignada- ¿de verdad que no leísteis nada? – al ver que no iban a responder siguió-  en la ciudad había sucesos bastante chocantes, al principio eran cosas sencillas como quema de contenedores. Después pasaron a cosas un poco más serias como romper farolas y destrozar bancos de parques, bloqueaban  carreteras con paneles de obras o romper las cristaleras de las tiendas más vigiladas.
                                            - Algo sí que oí pero, no creía que fueran hechos  estuvieran relacionados. Pensaba que eran cosas aisladas.
                                       - ¿Y qué tiene eso que ver con lo de la pared?
                                       - Es que eso, – y las dos se quedaron un tanto sorprendas de que fuera Pablo quien hablase- aparecía en todos los lugares donde pasaban estas acciones de gamberrismo, ¿no?
                                        - ¿No decías que no habías escuchado nada? – preguntaron las dos a la vez.
                                         - Dije que no pensaba que tuvieran relación, que eran cosas aisladas. Lo
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me llamó la atención fue que, siempre había uno de esas cosas donde sucedían esos actos de violencia callejera.
                                         - La policía trabaja con la hipótesis de que es una banda y que el grafiti es su marca. Hasta el momento, no han logrado saber  quienes son – suspiró – es como si fuera su tarjeta o carta de presentación. Aunque, a veces cambia un poco mas,  tiene siempre  un diseño similar.
                                         - ¿Y cómo es posible que sepas tanto? – intervino el chico – yo lo sé por lo que oído pero, ¿y tú? Eres tú la autora o…
                                        - Lo que pasa es que mi familia siempre han sido del cuerpo de policía, es una especie de tradición – dijo esto como si lo escupiera-. Mi padre lleva en el cuerpo unos años le queda poco para aprobar los exámenes para sargento. Y de vez en cuando, comenta los casos con mi madre.
                                       - ¿Sabes que si lo cogieran le quedaría una mancha en su expediente, que le impediría promocionar? – dijo alzando una ceja.
                                        - ¡Claro, por eso me sonaba! – los interrumpió a los dos – perdona, Pablo. Son como las cartas de póker, se pueden usar para jugar o para intentar adivinar el futuro – se estaba mordiendo el pulgar- aquí significan otra cosa.
                                        - ¿Para adivinar el futuro no se suelen usar más otras? –cada vez le asombraba más los temas que conocía Laura – pero, todo eso son tonterías no se basan en nada científico.
                                        - Se denominan cartas del tarot o de los arcanos – le fastidiaba que lo cortasen – y yo también pienso que eso no son más que chorradas de personas incultas. Volviendo al tema, nadie ha probado esas teorías de las que te habló tu padre. Lo más seguro es que fueran simples casualidades y que se encontraran ya pintadas en esos sitos antes.
                         No había forma de que se pusieran de acuerdo, cada una mantenía su opinión el único que la cambiaba cada poco era el chico, que iba de una a la otra. La charla estaba derivando a otras cosas cuando, sonó el móvil de Pablo. Era Javier, preguntando donde estaban y  el origen de su tardanza pues, ya había pasado una hora. Por la voz se notaba impaciente, como se nota que pocas veces tiene la posibilidad de estar con chicas pensó Pablo. Bueno, comentó a las chicas ya va siendo hora de que nos levantemos y de acelerar el paso o el rolmasters se enfadará con nosotros – en su voz hubo mezcla de aburrimiento y de intento de dar miedo- ellas, no pudieron evitar reírse, lo cual animó al chico a hacer una burda imitación de Javier. De la que, solo se rió Jasmin.
                         El camino no fue nada del otro mundo, al ser fin de semana apenas se cruzaron con nadie. Su meta se encontraba a las afueras de la ciudad, la habían tenido que trasladar al crecer la cuidad, hacía cerca de cien años ahora la ciudad se expandía en sentido contrario. A los leoneses no les hacía mucha gracia, eso de tener vistas a un lugar tan triste, como algunos de sus panteones, no se encontraban en buenas condiciones para ser trasladados con sus esculturas. El lugar tenía una tapia que lo rodeaba, junto a numerosas verjas cerradas dieron una vuelta buscando un punto flaco por el que entrar. Cipreses  podados sobresalían por  encima del muro, la verdad es que era uno de los más grandes que había visto Laura. Aunque, a decir verdad nunca le habían llamado la atención.
                             Finalmente, encontraron un agujero por el que podrían caber un poco justos para pasar en fila india. Estaba bastante mal escondido tras unas cajas de madera, puestas de forma rudimentaria, traspasaron por el hueco saliendo en lo que parecía zona sur.  Lo malo era que había más oscuridad que en la boca de un lobo, a simple vista no distinguían lo que su amigo les había descrito, tendrían que pasear entre las tumbas hasta encontrarlo pero, sin luz estarían en peligro de hacerse daño. No podían llamar a gritos a su amigo por si hubiera sereno por el campo santo, además, la luz de los móviles no iba más allá de casi un metro de distancia. Iban  agachados,
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cogidos unos a otros en fila india los búhos eran los únicos que producían ruido, alguna vez tuvieron la impresión de que algo se movía a su alrededor. Pero, cuando miraban para comprobarlo no había nada más que sombras y ramas que movía el aire, de repente una figura surgió de entre las ramas del árbol más próximo, colocándose delante de ellos y haciéndoles caer al suelo.
                      - ¡Joer! – dijo una voz extrañamente divertida por lo que veía – si sé que os ibais a asustar tanto os sorprendo primero ¡je, je, je! – los tres, iluminaron al chico que no podía aguantar las risas.
                       -  Javier, vaya susto que nos has dado – dijo enojada Jasmín.
                       - No lo pude evitar – soltó entre risas el susodicho – podría haberos dado un susto mayor, vaya trío que sois – hizo una mala imitación de los tres – hacéis más ruido que un elefante en una cacharrería y tenéis la sutilidad de una manada de toros ¡je, je, je! – parecía que se caería al suelo -  ¡ay! ¿Cómo te atreves a pegarme?
                         - Como me vuelvas a insultar no será la ultima que recibas – dijo de forma amenazante Jasmin.
                         -¿Es un desafió? – había un deje en la voz como si se lo estuviera pensando y le resultara divertido la opción- pues, acepto ¡je, je, je! Porque resulta que hoy te pareces a un ángel ….caído pintado por Picasso – casi sin darle tiempo a acabar la chica se lanzó sobre él - ¡uy! Casi me atrapas ¡je, je, je!
                    A Laura le costó trabajo aguantar la risa, ver a Jasmin persiguiendo a Javier.  Parecían un par de niños persiguiéndose en el recreo de cualquier patio de colegio, realmente era algo divertido de ver. Pero, como suele pasar en momentos así, su mente le jugó una mala pasada, haciéndole recordar su infancia. Un crio, la había robado la muñeca con la que estaba jugando y para hacerla rabiar le golpeó con ella. El golpe no le causó verdadero daño pero, lo que verdaderamente la enfadó fue la actitud descarada del chico que, incluso se dedicó a tirar piedras sobre su cabeza y a reírse de ella, al verla llorar. Se levantó con lágrimas en los ojos y le pegó un buen mordisco, en los brazos en los que portaba el juguete. El niño, enfadado por el dolor le pegó y se dedicó a chincharla hasta que lo persiguió un buen rato por el patio. Como no lo cogía, derramó lágrimas por la impotencia que sentía al no conseguir que le devolviera su muñeca favorita. Entonces, un chico se la puso en sus bracitos su aspecto era desalineado, con algunas marcas de haberse peleado aun así lo abrazó, le dio las gracias y le preguntó su nombre, a la par que le ofrecía una mano para ayudarla a levantarse. Su nombre, era increíble que todos estos años nunca se hubiera acordado de esa escena, ni de las veces que después aparecería el mismo chico para salvarla.
                             - ¿Estás bien Laura? – Pablo la devolvió al presente – llevas un buen rato como ida.
                              - ¡Como duele, te tas pasando cuatro pueblos, Jas! – suplicaba una voz que venía del suelo.
                               - Pues no haberme tentado – estaba sentada sobre la espalda de Javier, pegándole collejas, parecía que se lo estaba pasando bien.
                                - Llevas un rato como ida – repitió, intentando llamar su atención – y hace unos segundos abriste los ojos como platos, como si te hubieras sorprendido con algo.
                                - Era una tontería, solo que me acordé de los amigos que dejé en mi otro instituto – bueno, realmente no había mentido – los echo de menos, muchas veces -pensó para sí misma, - ¿no íbamos a jugar una partida de rol o algo parecido? - a fin de cuentas el nombre de aquel chico de su infancia era Samuel.
  Alborotaron camino a la cripta abandonada, parecía que estaban de fiesta en vez de
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 en un campo santo, rodeados de tristes lápidas y cuerpos sin vida. Dentro de la sala los ánimos tardaron en calmarse por más que el ambiente fuera un poco más serio, por respeto o porque se sentaron alrededor de un ataúd que parecía venirse abajo se apoyaban demasiado, el rolmaster se sentó en lo que bien podría ser la cabecera de la mesa y con un gesto un tanto teatral invitó al resto a que lo imitaran. La falta de luz era suplida por gran multitud de velas, por sus restos se aventuraba que esa no era la primera vez que iban pues, había un gran rastro de restos de cera derretida por todas partes, amen de algunas fotos y grabados de nombres de algunos de los miembros de la mesa esparcidos por las paredes junto a bolsas vacías de doritos y patatitas.
-¿ Cómo se juega? - preguntó Laura mientras observaba los extraños dados colocados en la mesa polvorienta.
- ¡ Mmm ! ¿es que nunca has jugado? - al ver su expresión, Javier no pudo hacer otra cosa que batir las palmas – ¡me habéis traído una virgen!.




 
 
 
 
 
 
 
 
 
                                            
                                                 
 
                     
 
 
 
 
                                  
                                  
 
                  
Marcuan3012 de diciembre de 2010

1 Comentarios

  • Feelmemary

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    07/06/11 03:06

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