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Pensamientos de Alcoba: la Angustia de Ser Joven.

No será un relato corto, ni tampoco muy largo, será más bien basto y no apto para quienes buscan explicaciones lógicas todo el tiempo.

El narrador en este relato no tiene un género específico.

¿Cómo empezar? Bueno, supongo que desde que mis padres se conocieron y narrando la parte que considero más significativa de sus vidas. Ambos simples y uno más triste que otro. En décadas pasadas, dícese los 60 incluso, 70 y 80 existía muy poca o nula comunicación entre padres e hijos, los roles familiares se basaban en tradicionalismos y en la opinión de conservadores que se jactaban de las bondades de la disciplina estricta y un tanto insensible, cualquier cosa contraria era mal vista o simplemente no se entendía, no existía la preparación para entender de todas formas, la psicología era vista como instrumento inútil, o al menos eso pienso cada que mi madre me echa un vistazo a sus años de juventud.

Si algo puedo afirmar con seguridad es la dualidad con la que fue dotado el ser humano y en la crianza no era la excepción a la regla. Mi madre me cuenta o más bien se queja amargamente, debo añadir, de sus años mozos viviendo en casa de sus padres, los que ahora son mis abuelos, así como también hace un recuento exacerbado de los bienes que tuvo, tanto económicos, como personales. En mi opinión yo podría decir que fue más el daño emocional y que eso ningún bien lo pudo equilibrar. ¿A que quiero llegar con todo esto? No tengo el afán de juzgar sino que se entienda el entorno previo al entorno de mi posterior crianza.

Antes de que mis padres se conocieran mi madre tuvo prospectos que con seguridad fueron mejores que mi padre, (sin ofender) sin embargo, el ambiente que se respiraba en casa de mi madre era óptimo para que cualquiera externo saliera corriendo despavorido, claro que cualquiera que tuviera una crianza ligeramente diferente y eso fue lo que sucedió con esos primeros prospectos, mi madre creyó que el ambiente era horrible para alguien sano mentalmente y decidió cortar comunicación o ya de plano ni siquiera cruzar palabra, eso no fue lo único, se vio entre la espada y la pared por la presión que ese mismo ambiente ejercía sobre ella, sus hermanas, ahora mis tías, se corroían de envidia y optaban por la ley del hielo cada que algo "bueno" (más bien diría yo "normal") le acontecía a la menor de la familia. Eso no era lo único, también fue robada por sus hermanos, mis tíos ya que hubo un tiempo en el que mi madre era quien sostenía el hogar trabajando, no había apoyo de nadie, y claro que de mis abuelos mucho menos, siendo ellos los que desde un principio propiciaron toda la sarta de costumbres de rapiña dignas de alguna tribu agresiva en lo más profundo del Amazonas o de África. La vida siempre ha sido difícil pero a mi parecer en ese entonces estabas completamente solo en el mundo, todo lo que intentaras para librarte estaba mal y parecía casi una obligación cargar con esa "cruz" toda tu vida.

La lista de abusos no se detiene ahí y no es de sorprender que todos los que salieron de esa casa terminaron no en las mejores condiciones o al menos ni siquiera en condiciones básicas del ser humano como ser simplemente "feliz" con tu cónyuge y tu nueva familia. (Tengo un tío que siempre se queja amargamente de sus tres hijos y de su esposa, otro que está involucrado con tres familias y otro más que tiene una esposa ausente) Con mis tías la situación no fue mejor: la mayor vive bajo la pesada etiqueta de seguir soltera, la de en medio de no poder convivir en armonía ni un solo momento y de resguardarse en su soledad y mi madre de ser infeliz, no me sorprende que viera en mi padre la única escapatoria y así fue... Sin embargo y por la cruel ingenuidad digna de la juventud no contaba ella con que mis abuelos comenzaran a "idealizar" la idea de la primer boda en casa y ya se pueden imaginar quién sería el conejillo de indias para llevar a cabo el primer "experimento nupcial"...
Maryjane200017 de septiembre de 2020

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