Para una Mujer Con El Corazón
Roto
El Viaje
Amigos, con esta carta me despido de ustedes, partiré hacía mí más arrojada expedición. Voy a una tierra extraña, alejada, dónde se pueden notar todavía los rastros de inescrupulosos conquistadores que por un tiempo creyeron poseerla, un lugar que ha tallado sobre su propio manto, a modo de recordatorio, su historia y su futuro.
Ondulados campos de tonos claros, dónde la vida y la muerte se abrazan en perfecta armonía, bañados por el mas dulce y puro perfume que solo flores regadas con lágrimas pueden producir.
Lugar lleno de misterios, cómo sus dos soles tibios y oscuros, portales a universos que escapan a la imaginación del más avezado soñador.
Sepan que este indómito paraíso ya no permite visitantes, altas montañas se formaron para protegerlo de los que no comprenden su rara belleza.
Tuve la fortuna de ser invitado una vez, no conozco la razón de semejante privilegio, ni porqué éste eterno buscador fue elegido, pero en mí breve estancia allí, pude sentir que todo vibraba al posar mis manos, al apoyar mí cuerpo sobre su suelo, un suave, mágico y magnético temblor afloraba, indescriptible mezcla de temor y paz profunda.
Esto señores es el motivo de mi largo y difícil viaje, quiero sentir esa sensación nuevamente, quiero conocer, explorar, ver el paso de las estaciones, la mutación de los aromas, sentarme y observar sus soles por horas, sin arrancar ninguna flor, sin cambiar su perfecto equilibrio.
No sé si lo lograré, es mas que suerte o voluntad lo que necesito, pero si no vuelvo.... No me busquen, tal vez fui considerado digno e invitado a quedarme y pasaré mis días disfrutando los cambios que el tiempo dibujará en su paisaje, y en el invierno final, dónde la fría nieve parezca cubrir todo, allí estaré vibrando junto a ella.
G.E.
