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Alba se le acercó, observándola curiosa, como si quisiera guardar aquella imagen en algún rincón de la memoria, alejándola de cualquier peligro que la destrozara. Sin hacer a penas ruido, se metió debajo de la manta buscando calor, intentando sentirse comprendida con el roce de la piel, una piel ajena pero cercana curiosamente, una piel marcada por el dolor…
Sus ojos verdes correspondieron a todas las caricias, a todos los besos que alimentaban sus poros. La saliva fue durante aquel momento un punto de conexión entre ellas, sintiéndose pertenecientes la una a la otra Se imaginó correspondida, amada. La belleza de sus labios que tiritaban tras cada beso, el rosado de sus pechos que se volvían color sangre con el contacto de sus boca, la dureza de sus muslos, la delicada suavidad que emanaba de entre sus piernas…el inofensivo gemido que se asomaba tímidamente cuando Alba se adentraba en aquel lugar donde la vida nacía…

- Buenos días, dijo Elena vestida con solo una camiseta negra ajustada, mientras le llevaba el café con leche y las galletas a la orilla de la charca. ¿Cómo amaneciste? Le preguntó propinándole un beso en la mejilla.
- El sol está precioso esta mañana y lo de anoche fue genial, que se que te está rondando por la cabeza. Tengo tanta hambre..demasiadas calorías consumidas en una sola noche, bromeó Alba.
- Si, no paras chica.

Las dos mujeres desayunaron tranquilas planificando el día, bromeando sobre lo sucedido en la noche.

-Podemos ir a caminar un rato y descubrir senderos, así podremos alojarnos en cualquier otro lugar, me estoy empezando a cansar de esta charca.
- ay Alba, espero que no te canses tan rápido de todo, porque de verdad que desesperas mujer.

Alba y Elena se adentraron en el bosque
Menta28 de mayo de 2009

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