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Parte de una Historia

Siempre tuvo curiosidad por la cultura romana, le llamaba la atención la búsqueda del placer, la mitología, el sexo sin control y esas celebraciones por todo lo alto.
Tal vez Roma sea mi destino, pensó.
Había estado trabajando en bares cercanos a su alojamiento en Francia, tenía unos cuantos ahorros, ya que su residencia le salía por muy poco dinero, así lo demostraban las paredes roídas y descoloridas de aquel zulo.
Ella se sentía cómoda en cualquier lugar que tuviese una cama, realmente la comida no era algo que le preocupara, podía mantenerse en píe con solo unas migajas.
Planeó su viaje y se dirigió rumbo al destino fijado, la ciudad mitológica, con sus panteones hermosos, altos, antiguos; la divinidad de sus dioses, los romanos…

Se sentía observada en el aeropuerto de Toulouse, tal vez fuera egocentrismo o quizás, su extrema delgadez y grandes ojeras. Por otra parte, todo aquello también podría ser fruto de su propio autoconcepto. Ella sabía que su vida estaba, de momento, mal encaminada y todo ello le llevaba al remordimiento, a pensar que era el punto de mira, cuando realmente, sólo era importante para sí misma.
Llevaba un pantalón vaquero que alguna vez fue ajustado, una camisa blanca, que además, dejaba ver sinuosamente sus pechos descolgados y la falta de un buen sujetador.
Traía consigo la maleta que le había acompañado en su viaje por Francia. El vuelo duraba dos horas. Siempre había odiado los aviones, volando sin volar, pensaba. Le hubiese gustado saborear el aire. Tal vez, sentía envidia de aquellas máquinas. Eran libres, bueno, medianamente libres, ya que, como cualquier cosa de este mundo estaba dominado por la mano del ser más despreciable que había pisado la tierra, el ser humano.
El vuelo pasó, a penas, sin que se diera cuenta. La mujer del asiento de al lado, no hacía mas que cotorrear como un loro. ¿la gente necesitaba ser escuchada? Se preguntaba Alba. El hecho de tener que ser cordial, atenta y hacer que la estaba escuchando era algo que le ponía de los nervios.
No le importaba si era divorciada, si su marido le había engañado con otra y que además, la amante de su fiel esposo fuese su hermana.
El avión aterrizó justo cuando iba por la 3ª generación familiar, el bisabuelo de su abuelo que era militar…se levantó del asiento interrumpiéndola y se dirigió a la cola.
Había llegado a Roma olía a antigüedad, a cultura, tenía un sabor familiar.
Allí, en la terminal, se subió a un autobús para dirigirse al centro y comprar un par de cosas necesarias para la acampada solitaria que había organizado mientras la señora del avión parloteaba al ritmo del vuelo.
Roma se le antojó hermosa. La fascinante repartición de sus calles, sus gentes. Preguntó a un par de personas en algún idioma inventado dónde podría comprar accesorios para irse de camping...
Menta23 de mayo de 2009

2 Comentarios

  • Diesel

    Buen relat?. Dominas muy bien el arte narrativo. Parece que tendr? continuaci?n ?no es cierto?... me he quedado a la exectativa y curiosidad de seguir leyendo. Ese detalle de la viajera cotorra me hace pensar que es cierto... jejeje... cuando viajas en avi?n sueles encontrar a personas as?. Bien-. El texto es un ejemplo de buena redacci?n. Vamos a ver c?mo contin?a porque sabes detallar f?sica y psicol?gicamente a tus personajes. Y eso es dominar el arte de la literatura.

    23/05/09 05:05

  • Voltereta

    Un relato perfectamente estructurado narrado de una forma que atrapa desde el principio, me has dejado con la intriga de saber como continua.

    Un saludo.

    24/05/09 10:05

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