Le podía el silencio, la necesidad enfermiza de sentirse acompañada, que le hablaran, realmente no le interesaban los temas que se comentaban, pero todo ello le hacía despistarse de si misma. era egocéntrica, nunca pudo evitarlo, tal vez, había sido el rechazo que había sentido desde niña lo que le hizo incrementarse, ponerse por encima de todo el mundo.
Siempre le costó asimilar que no era una estrella, que todos los conceptos creados por la tele y por la ensoñación de sentirse capaz de ir más allá que el resto, eran pura mentira. Ella no había nacido para ser una más, no era de esas que se conformaban con poca cosa, quería ser alguien sin necesidad de tener que ocuparse de ello.
No podía ser que naciera y creciera para vivir, sin más, sin aportar nada, sin ser nadie, un eslabón más de la cutre cadena que se había compuesto en aquella sociedad no elegida, de aquella sociedad poco fructífera e ignorante que se había creado después de tantas historias pasadas.
No entendía como la misma sociedad individualista en la que estaba establecida se preocupaba del resto, ¿eran solo mentiras o realmente había un interés real en todas aquellas noticias?.¿ No era la necesidad de tener audiencia la que mandaba más allá del puro lamento del mundo en general? ¿Realmente importaba si el paro era paro, si miles de personas se quedaban sin hogar, o si las empresas expulsaban a los trabajadores que mantenían la economía en la familia, o importaba, más bien, el bienestar de la familia o de la persona en particular?
Se enfrentan los intereses..
Me gusta tu relato. La pregunta surge inevitablemente; ¡cuanto de lo que hacemos en realidad obedece a interés personales y cuanto más a darnos auténticamente a los demás?.
Un Saludo...
