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Creerse Enamorado

Dos palabras podían hacer la diferencia, tenían la suficiente fuerza para colocar otra realidad ante mis ojos y una sonrisa en mi rostro. Era la primera vez que alguien lo decía de verdad, la primera vez que nació sin quererlo y sin pensarlo, era la primera vez que era verdadero sin fachadas y sin presiones, al natural, a lo impulsivo, a lo frenético. Me gustaría especificar el momento en donde comencé amarlo, pero solamente me traslado a cada abrazo, a cada beso, a cada mano entrelazada y a ese pulgar jugando con mi muñeca, a esos ojos sin parpadear, y el sentimiento empieza a nacer, como si siempre estuvo ahí, esperando el momento de salir.
Somos jóvenes e impulsivos, somos testarudos y aferrados, clavando las uñas a la defensiva, cubriendo las cosas que empiezan a romperse en un intento fallido de aparentar que todo está bien y que todo seguirá estándolo. Éramos tan poco convencionales que provocaba romperse a reír hasta llorar de la injusticia disfrazada de ironía. Prometimos luchar contra lo que viniera mientras nuestras manos se juntaban sellando el juramento, para después cernir mis manos en su cabello y chocar mis labios con los suyos, pero no tomo en cuenta que tenía que luchar contra mí y mi miedo a lo desconocido, lo cierto es que, no daría mucha batalla.
Estaba acostumbrándome a su sonrisa y su perfil mientras conducía, a su silla en la cocina levantando la taza de café mientras me miraba a los ojos tratando de decirme algo sin palabras, algo que ya sabía, estaba acostumbrándome a reír por nada y abrazarlo porque sí. Estaba acostumbrándome a él y a la manera en la que me hacía sentir segura, era como si lo hubiese esperado toda mi vida sin darme cuenta y como si lo amará antes de conocerlo.
Me fijaba en sus gestos tratando de memorizar cada pequeña cosa que sucediera, era la forma desesperada de crear recuerdos en una bandeja del adiós anticipado. Tenía miedo a soltar y a despedirme, pero siempre me preparaba para hacerlo, era una clase de masoquismo intelectual y realista. Pero aun pensando con la cabeza fría, la idea de perderlo me atemorizaba, mis ojos empezaban a cristalizarse impidiéndome ver la ausencia del nosotros, del Tu y yo, del Te amo, trataba imaginarme en un mundo sin él, pero sin él no había mundo, estaba siendo dependiente a algo inseguro, era como darle un arma a un desconocido que caminará por la noche oscura en un callejón solitario, y confiar en que no iba de dispararme, así de absurdo, y así de estúpido, porque el final del día la estupidez, era un efecto colateral del creerse enamorado, era la justificación de los cobardes y la excusa de los mentirosos recitando con los ojos temblorosos el Lo hice porque te amo. ¿Era lo mío algo diferente? Y lo más importante ¿Era lo tuyo más que eso?



Meralinarriola09 de agosto de 2016

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