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Esta Tarde es Ideal

Esta tarde es ideal para muchas cosas. No se ni siquiera por donde empezar. Quiero hacer esto pero aquello no me deja. Desde aquel rincón me llama a gritos un “hacer“; quiere que le haga caso y yo cada vez me pierdo más y más entre tantas opciones. Me encanta esta oportunidad por el derroche de ideas fantásticas que me rodean, pero también me siento incrédulo de dichas ideas: quisiera saber cual de todas es perfecta para no dejarla ir por otra que no lo era tanto. Vuelve ahora el aroma que me levantó del asiento y me doy cuenta entonces que cualquier cosa que haga es tan perfecta como dicho aroma; aroma a humedad de lluvia recién caída, a lluvia fresca, de esas que también se siente en los pueblos, pero en especial el mío. El grisáceo del cielo cambia por completo mi ánimo, el viento me confirma que no me equivoco; siento que este instante idóneo me beneficia y quizás me haga decir o pensar cosas que después fascinen a más de uno. Ha llegado entonces la hora, la hora de ver alrededor y escoger; veo a dos metros una guitarra de buena madera, puedo escuchar las cuerdas que por si solas lo armonizan todo, vibran con delicadeza solicitándome que las haga sonar con mis dedos y no lo pienso dos veces, voy hacia ellas, pero, ¿acaso es ese el suave ruido de una pluma al escribir? Estoy seguro que sí ya que lo conozco muy bien, entonces dejo la guitarra y busco ese sonidito que me es difícil de encontrar por lo leve que es, por fin lo hallé, viene de mi humilde librero, lo produce ese libro que llevo a la mitad: es la pluma del protagonista que no se cansa de enviarle cartas a una hermosa dama que aun ni siquiera ha visto, él quiere que yo sepa qué va a suceder después de tantas cartas, y la verdad es que sí se me antoja leer, pero pensándolo bien talvez sea mejor no hacer nada y aprovechar el golpeteo continuo de la lluvia sobre el techo para relajarme y escuchar unas cuantas canciones de trova mientras me tomo un café que aun no he preparado. Ya traigo el café, pongo el disco con lo mejor de la trova, arrastro un poco el sofá y me recuesto inhalando dos de mis más favoritas fragancias; la de la humedad provocada por la lluvia y la del café americano recién hecho. Cuando ya me quité los zapatos y todo parece conjeturar para ser disfrutado, me siento acechado por un terrible descontrol bastante molesto acompañado de sonidos ensordecedores que se agravan sin mesura: mi guitarra brincotea y hace sonar sus cuerdas de manera desafinada y sin compás, aquella pluma esta siendo tan forzada que hace que las hojas se rompan y se arruguen; al parecer mis actividades predilectas me reprochan por haberlas abandonado en este momento de tanta inspiración. Mi instrumento, el libro, la música y la lluvia juntos provocan que el ambiente en este cuarto sea fastidioso, entonces huyo de ellos bajando las escaleras en dirección a la cocina a esperar que la lluvia pase y todo se halla calmado; pero que pena, para entonces mi café ya se habrá enfriado.
Metalstring06 de marzo de 2008

1 Comentarios

  • Josermac

    BUeno, una descripcion de una tarde a solas...
    aunque me parece que un recuerdo ronda.

    Algo muy cotidiano, como lo es el aburrimiento y como lo es el recuerdo.

    Solo que, estimado METALSTRING, deberias de separar con párrafos. Haría más fácil la lectura y no tan densa.

    10/03/08 02:03

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