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Como un ángel

Como un ángel a un moribundo viniste a mí, me abriste los ojos, me tendiste tu mano, con tu aliento me susurraste una vida nueva y tus alas me protegieron del frío, del miedo, de la muerte. Volamos tan alto que todo parecía insignificante, volamos tan bajo que podíamos tocar el mar, y soñamos con un mundo nuevo solo para nosotros y dormimos sobre nubes, vivimos bajo estrellas. Y allí estabas tú siempre para mí, y yo para ti, compartiendo la grandeza de la insignificancia y la insignificancia de la grandeza en un lugar en que no existía el dolor, en un lugar en que no había lugar, y juntos nos reímos de la oscuridad, y la oscuridad tuvo miedo de nosotros.

Ahora, ahora eres todo, eres la razón de mi ser y el ser de mi razón, eres todos aquellos que creyeron en mí, y a tu lado puedo desear para el mundo, y mis deseos son una realidad, mi realidad… mi realidad es un sueño en tu cabeza, y tu sueño, un deseo que convertiré en mundo, porque tú eres la sonrisa de una flor, el calor de una niña ilusionada y el aroma del amanecer, y cuando lo posible no está a mi alcance alargas mi mano hasta más allá, hasta tocar lo que más deseo, hasta llegar a tu corazón. Nada temo, nada me duele, porque tú, ángel de mi vida, me cubres con tus alas, me calientas con tus besos, me curas de la locura, y me guardas el mundo en un bolsillo.
Montecristo10 de diciembre de 2009

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