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Todas Mis Almas y 21 Gramos de Plata

Vivo en el callejón del Olvido. No recuerdo haber vivido en ningún otro sitio. No recuerdo ninguna mudanza. Simplemente existo aquí desde tiempos inmemoriales.
Es un callejón sin salida, estrecho, oscuro. El único mobiliario urbano son dos contenedores de basura y el tobogán de los desesperados, poblado de criaturas frenéticas que suben y bajan en un ciclo maníacodepresivo perpetuo, sin finalidad aparente.

La calle es tan lúgubre que la luz ha dejado de existir para nosotros. En los mejores días podemos ver un atardecer y después la noche, siempre la noche. La única luz que ilumina el callejón es el letrero del Bar de los Perdidos, que se enciende y apaga a espacios intermitentes, como si él también quisiera ocultar su propia existencia y desaparecer para siempre de su propia vista.

Duendes grotescos trepan por los balcones y asoman sus lenguas lascivas entre los geranios negros, burlándose, animándonos a saltar al vacío, a abandonar el olvido, a retorcer la existencia, a lamentar la ausencia.

Entonces, como cada día, comienzo mi ritual. Me maquillo a la luz de unas velas; todos los ocres de la tierra abanican mis párpados, toda la sangre de los inocentes besa mis labios, todo el negro de mi alma perfila mis ojos. Soy tan bella que me doy miedo. No necesito espejos, todo me lo cuenta mi sombra, todo me lo canta mi corazón, ese que Medusa miró de frente y transformó en piedra.

Extiendo sábanas limpias sobre la cama, la habitación se inunda de chispas, el crepitar eléctrico del satén reclamando su fricción, su grito de esclavo. Me visto despacio, estiro las medias cuidadosamente, abrocho el liguero. Acaricio el encaje curvado sobre mis pechos, estoy lista. Solo queda abrir la puerta y esperar a cualquier hombre.

No hablamos, no pronunciamos nombres. Los que vienen a mi puerta saben que lo que yo vendo no es un cuerpo, es mucho más que eso. Es la belleza de todo lo que han perdido, la voz que ya no recuerdan, las sirenas que buscaron y no hallaron. Vendo la vida, y el precio no es barato. Tan sólo lo que les reste de alma y 21 gramos de plata.

Consumen mi belleza como bestias feroces, me estrujan, me apuran, y por último, se derraman en mí, exhaustos y vacíos. En ese instante los atrapo, los absorbo, son míos para siempre. Quieren volver, pero ya no pueden. Las reglas son claras: una sola vez, un instante, después…después la nada.

Forjo puñales afilados en un pequeño crisol, puñales hechos de plata pura y lágrimas frías. Puñales forjados para abrir mi carne, para despedazar mi corazón de granito, para alcanzar el éxtasis de la alquimia. Es el único momento en que siento fluir algo parecido a la sangre por mis venas, y dejo que mane en una marea roja, que broten amapolas de mis pechos, rosas de mis manos, rubíes en mi vientre. Apenas cuarenta segundos de éxtasis, un orgasmo, un miserere, un aleluya.

Algún día me escurriré junto a los duendes por las cloacas hasta encontrar las puertas del averno, las abriré de una sola patada y contemplaré la quietud del infierno. Mis ojos te encontrarán allí, mi amado, mi hermoso Lucifer, infinitamente sediento, infinitamente ardiente.

Sólo te pediré un beso, un beso que atraviese las venas de calcita de mi corazón, un beso que me transforme en carne, calor, sangre, huesos, piel. Un beso que sea eterno, hasta el final de los tiempos. A cambio, mi amado, te daré lo que más ansías, todas mis almas y 21 gramos de plata.
Nereael06 de junio de 2012

7 Comentarios

  • Albasilencio

    "todos los ocres de la tierra abanican mis párpados " una hermosisima prosa, palabras que taladran los sentimientos." algún día me escurriré junto a los duendes... pura poesía.

    06/06/12 07:06

  • Libelle

    Es la primera vez que te leo y es una grata sorpresa tu buen hacer en la prosa me encanto saludos

    06/06/12 07:06

  • Lumino

    Apunto el nombre del callejón, para no aparecer por allí, aunque los cantos de sirena me quieran convencer de lo contrario. Buen texto.
    Otro registro más en el que te veo muy agusto. Un saludo

    06/06/12 08:06

  • Buitrago

    Un placer pararme a leerte
    saludos

    Antonio

    06/06/12 09:06

  • Beth

    Me ha dejado huella tu texto. Si, dicen que el alma pesa 21 gramos. No lo se, pero en todo caso si se que el cuerpo carece de importancia y se puede vender, traficar y comerciar con él; al fin y al cabo, solo es carne. Pero el alma...solo se da en ocasiones especiales y a quien se ama.

    Gracias

    Un beso

    07/06/12 12:06

  • Danae

    Alucinando estoy, en serio te lo digo. Qué sensibilidad más pura la tuya! Hablas de puñales hechos de plata pura y lágrimas frías ... Y como siete puñales entra tu texto. Encantada, encantada de leerte. Y admirada.
    Un abrazo enorme.

    12/06/12 09:06

  • Nereael

    Hola, Danae, gracias por pasarte por aquí. Te aseguro que el placer y la admiración son mutuos. Un beso.

    13/06/12 05:06

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