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Vivir la Vida que Nunca Vivirás

Hay sueños en los que enseguida descubres que estas soñando porqué vives un yo diferente, te das cuenta al avanzar en la trama, aunque tu subconsciente con su afán desmesurado intente engañarte, no lo logra.

A noche, de repente, era un escritor famoso. -¡Mierda!- Pensé. -Estoy soñando.- Si hubiera podido elegir, ya que se trataba de mí sueño, hubiera preferido ser un rockero con su ratito de mala vida, para dos o tres horas supongo que me hubiera divertido más. Pero no, no sé el por qué, a menudo, la actividad cerebral dormidos, nos engaña llevándonos allí donde quiere.

Un escritor famoso. Sentado en una silla, en medio de una feria del libro en una abarrotada plaza de armas, bajo un estante rotulado con mi nombre. Lo de famoso lo digo después de ver que la gente se acercaba a mí, conociendo mi nombre y mi obra, desconozco que me alegró más, sin embargo y a la vez, la contradicción con una obra que nunca he escrito y a saber si nunca escribiré. Me sentía, estando dormido desertor de esa vida que estaba soñando.

Únicamente, trataba de ser atento con la gente que se acercaba con un ejemplar del libro que aún no he escrito, para que les hiciera una dedicatoria cercana. Casi todos, querían una frase, como si nos conociéramos de una vida, que como esta, jamás he vivido.

No paraba de firmar libros, con frases y autógrafos como quién sella cartas rutinariamente, con una sonrisa y una mirada de complicidad hacía esos fans, de una época perdida en un lugar que creo nunca sabré encontrar. Hasta que en un momento concreto del crepúsculo (¿desconozco si escribir estas palabras te hace mejor escritor?) cuando el anochecer hacía engañar mi estómago con una comida que no hacía mucho había tomado, se acercó ella ¿Y quién era ella? Ella era una mirada, un gesto, una melena en movimiento por una brisa suave, y sobre todo, una sonrisa. Unas suaves palabras, un recuerdo, una imaginación, una quimera o un deseo. Ella, eran mil mujeres en una, una y mil mujeres. Ella, era la renta del amor, los beneficios de todo lo que quiero. Era lo que es. Y me pidió un sello, un autógrafo, una firma, como si no nos conociéramos de nada, ni de mil conversaciones, ni de dos millones de preguntas, ni de una infinidad de respuestas y de más noches y amaneceres. Y firmé, como vengo firmando deudas, cheques, nominas, papeles bancarios, de hospitales, de seguros o de multas por pilotar como entre cenizas. Agarró su libro del cuál y por suerte no recuerdo el título. Me sentiría condenado a escribir sobre eso y a más, ponerle ese encabezamiento aunque lo que haga sea un diccionario. Si es, que algún día, hago algo que sea o no interesante. Y se alejó.

Y mientras se alejaba no pude más que gritarle: -Princesa errante ¿No voy a besarte?-

Vengo de donde no me pertenece:
El lugar el cuál habito.
Un poco más abajo de donde descendí,
Y con el hábito del sitio.

Despertar; es desengañarse.
Niebla13 de marzo de 2018

2 Recomendaciones

5 Comentarios

  • Niebla

    Gracias Regina, no lo soy y dudo que jamás lo sea. Pero en fin...

    14/03/18 07:03

  • Lasombra

    Vivir es soñar y yo quiero seguir soñando...
    Saludos Niebla!

    14/03/18 03:03

  • Diegozami

    Niebla, no pensaste que un día puedes despertar, y encontrar el libro soñado junto a tu almohada?...

    Tus textos son muy originales.

    Saludos.

    14/03/18 04:03

  • Niebla

    Gracias Lasombra y Diegozami

    16/03/18 11:03

  • Paulitinamente

    Madre mía !
    Qué talento y qué imaginación !
    Mejoras la creatividad de los sueños !

    19/06/18 05:06

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