TusTextos

Capítulo 1: Inocencia.

Dos.
-J. -L.
2, Octubre, 75.
“No soy lo que quieres, pero sigue observándome”

Se dice que nació del fruto de dos constelaciones que en otra realidad chocaron y crearon lo que es el “todo”,cuando la conocí se llamaba Jordana, pero, dejo de gustarle su nombre y le deje de gustar yo…

Ella nació en Essex, Inglaterra, sus padres no diferían mucho de nosotros, en verdad que dieron fruto a alguien precioso, se crió tres años ahí, unos días después de su tercer cumpleaños decidieron mudarse a Gales, siempre ha sido un lugar tranquilo y su padre podría darle a su pequeña la seguridad y tranquilidad que siempre había querido.

Ella estaba tan, radiante ese día…

Todavía tomábamos líquidos a través de boquillas plásticas hacia nuestros cuerpos en desarrollo, y no sé por qué sigo recordando ese momento, fue en unas escaleras al casi fondo del campo de rugby cerca de mi hogar, desde niño siempre salía no por fuera de los límites de mi madre, pero Gales tiene una baja taza de asaltos y robos así que decidí salir a jugar al campo de rugby con mi nuevo accesorio, por no poner en otras palabras que tenía un biberón con delicioso fluido para bebés dentro, estaba vestido con mi pequeño abrigo azul y… mi gorro color azul petróleo, el petróleo es de las cosas que mezclaría con todos los colores del mundo hasta formar las esencias tranquilas que deseo…

Y llegó el momento.

Ella vestía de abrigo negro y gorro color violeta, un violeta flor, y estaba en una esquina derramando gotas de sus tiernos párpados, tan, sola, y, bajé como pude usando mis manos y mis brazos a ver a esa hermosa niña, mi ser, decidió cuidarla, aunque lo único que podía cuidar era mi oso Teddy, eso en pocas palabras era malo, pero siempre estaba dispuesto a aprender. Llegué a esa esquina llena de flores de otoño y hierbas secas.

-¿Niña?-
Ella seguía llorando.

-Hey, habla, ¿Qué tienes?-
Hasta que notó mi presencia me dejó ver a la niña más hermosa de todas, ella, estaba cubierta de pecas en las mejillas y su piel era blanca, como el yogurt de fresa de bote de galón que compraba mi madre, estaba roja de su cara de tantas lagrimas, bueno, nunca había visto a una niña llorar así que hice lo que me nació por instinto.

-¿Ya me vas a decir qué tienes?-
Le dije en la insistencia de poder hacer algo por ella.



-Vamos, no hago daño-
Le dije como cuando mi madre me decía eso y quería hablarme cuando hacía pucheros.

-Do…
Me daban ternura sus palabras.

-¿Donde está mi casa?
Era claro que estaba perdida. (Genio)

-No eres de por aquí ¿verdad?-

-No… yo, acabo de mudarme-
(Yo pensé que era el único niño que hablaba fluido a esa edad)

-Oh, ¿qué haces aquí?

-Yo, salí a jugar con Fred, es mi perrito, y ya no sé donde está el, no se donde está mi casa-
Hice lo más sensato que pude tener a esa edad.

-Ven, déjame ayudarte, mi casa está cerca y te llevaremos a la tuya-
Ese escenario no parece nada nuevo, pero ¿Quien puede juzgar? sólo éramos niños. Le extendí la mano dandole mi biberón con líquido aún caliente.

-¿Y eso?-

-Tómalo, puedes beber de él, mi madre lo acaba de preparar, puedes tomarlo mientras encontramos a tu familia.

Y ella, muy roja, lo tomó, soltó lagrimas y sollozos y comenzó a beber poco a poco, la tomé de la mano y nos fuimos por el campo de rugby camino a mi hogar, era una casa vieja, pero mis padres eran unos grandes samaritanos, puedo resumir esto a que ella vivía a sólo unas calles, me agradecieron el favor, bueno, desde entonces no la dejaron salir, así que no pude verla en mucho tiempo, me devolvió el biberón vacío y me dio un beso en la mejilla.

-Gracias.

Fue el primer gracias sincero de la vida.
Olivertate22 de marzo de 2015

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