Ella le reza a su musa todas las noches
en las que soy un ídolo abandonado,
y se deleita en desangrarse en un lecho de estrellas
mientras mi corazón está seco de pedir auxilio.
Sé que soy otra figura en el mural;
carezco de volumen
y de significado.
Ella pasa a mi lado
y yo me acomodo en su sombra,
ella roza mis miembros muertos sin sospechar
que mi espíritu se estremece.
Si ella pudiera confiarme sus turbulentos sueños
o regalarme la caricia de sus palabras desesperadas