TusTextos

Soñar que Sueñas que Sueñas

Soñar que sueñas que sueñas.

Joder qué absurdo.

Era el día de la exposición. Todo estaba preparado. Los cuadros colgados en su sitio, las iluminación adecuada al color y ambiente de cada pintura, unas cuantas sillas para la gente que no pudiera permanecer demasiado tiempo de pie; los canapés, en la mesa del fondo, donde los remolinos de personas ávidas por un piscolabis gratis no molestaran a los que de verdad quisieran ver las pinturas, las pegatinas de circulitos rojos que señalarían los cuadros vendidos y yo hecho un manojo de nervios.

Todo listo.

Las puertas se abrieron de par en par. No esperaba demasiada gente, esa es la verdad. Fuera aguardaban tres o cuatro personas. Por el aperitivo, supuse. Pero sabía de una serie de amigos que, seguramente, no me fallarían. No me preocupaba por la asistencia, sino por la opinión que tendrían de mi obra y si ésta sería vendible o no.

Estaba previsto que yo hiciera un pequeño discurso. Ya sabéis. Agradecimientos múltiples y emotivos, el sentido de mi obra, la técnica. En fin. Eso que siempre gusta oír a los asistentes o, más bien, gusta decir a los artistas.

Los cinco segundos de gloria.

Decidimos esperar unos minutos para que acudiera algo más de gente. Puestos a tener cinco segundos de gloria, cuantos más lo compartieran, mejor.

Soñar que sueñas que sueñas...

Cuando terminé de repasar las palabras que llevaba escritas y me di la vuelta, la sala estaba a rebosar. Una sorpresa agradable: la mayoría eran desconocidos. No es que a mí no me guste que vengan mis amigos. Joder, no es eso. Lo que pasa es que los amigos siempre están ahí pero que acuda gente que no te conoce, eso sí tiene mérito. Me animé mucho, la verdad. Pero cual no sería asombro, cuando vi aparecer por la puerta a mi primo Agapito. No veía a Agapito desde hacía por lo menos veinte años.

No os dirá nada ese nombre, es cierto, pero si os dijera que cambió el que le dieron sus padres por otro más normal como Antonio y os desvelara cuál es su apellido artístico, comprenderíais por qué es tan importante. Agapito es una estrella del espectáculo. Un tío conocido, admirado y querido en todo el país. Pretendido por toda la prensa rosa.

Joder, tíos, un chollo para una exposición.

Mi primo se acercó a mí con ese cariño que gastamos en mi familia aunque sólo nos veamos en bodas y funerales. Abrazo, abrazo. Sonrisa, sonrisa. De repente, se dio la vuelta y allí estaban. Un enjambre de cámaras y micrófonos en espera de lo que Antonio, el del apellido artístico, quisiera dignarse a comentarles. Y él, con esa voz de barítono y esa impostura tan practicada, les dijo que había venido a ver a un gran artista que, para orgullo suyo, era su primo.

Casi me lo hago encima, tíos.

De repente todo eran entrevistas, saludos afectuosos, cariño enlatado de gente que jamás había visto. Y todo por mi querido queridísimo primo Agapito.

¡Me cago en la leche, qué tío más grande!

Sólo que yo no tengo un primo Agapito.

Mierda.

Soñar que sueñas que sueñas...

Joder qué absurdo, tíos.

Allí estaba yo, intentando abrir los ojos del todo, con la exposición a punto de ser inaugurada y sin apenas nada que decir. Al otro lado de la puerta: amigos y algunos desconocidos, esperando para juzgar mi obra, para juzgarme a mí en definitiva. Los comentarios preparados en sus bocas. “Pues no es tan bueno...”, los demasiado críticos. “No está mal, pero...”, los envidiosos. “¡Qué bien!”, los que no saben qué otra cosa decir. “¡Tío, eres un puto genio!”, los pelotas...

Todo en su sitio, todo preparado. Ya sabéis: cuadros, luces, canapés, sillas, pegatinas... Todo listo para las hordas.

Sólo que en la puerta no había nadie.

Soñar que sueñas...

Y cuando despierto, la cosa va a ser un fiasco, y seguro que no vendo ni un puñetero cuadro.

Sólo que ninguna galería, jamás, ha querido exponer mis cuadros.

Sueños...

A veces son absurdos, tíos.

Así que, cuando recobro el sentido y vuelvo a esto que todos llamamos el mundo real, me paso la mano por el pelo mientras bostezo y me lo pregunto.

¿Por qué coño habré soñado que soy pintor?

No he cogido un pincel en mi vida.

Os lo juro, tíos.

Absurdo.

Pabloaguilar04 de enero de 2008

3 Comentarios

  • Monicaerotica

    El "vermisage" es lo más odioso para soportar de un artista. Hay qye "aguantarse" cada plomo, que da calambre.
    Por suerte Agapito, no era quien era, y tu revelación artistica no era tal. Soñamos lo que soñamos. A veces despertamos.
    Presta atención al subconsciente a veces nos "dice" más cosas de las que creemos.

    04/01/08 02:01

  • Uca

    Me ha gustado mucho! ten?a intriga por llegar al final para ver qu? pasaba....y el final me ha gustado. Enhorabuena por so?ar, como otros tanto, yo inclu?da. Es una maravilla dejar volar la imaginaci?n.
    Besines.

    23/05/08 05:05

  • Mejorana

    Me ha encantado la escalada descendente de tu relato.

    23/05/08 09:05

Más de Pabloaguilar

Chat