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El Ventanal (y Ii)

Cuadrada. Rectilinea. Ajada. Sucia. Limpia. Amarillenta. Impoluta. Se embadurna de huellas, de vomitos emocionales, urde planes en agoras ajenas y no responde ante nadie. Se jacta de ser los ojos de Dios, de tener por testigo a tantos colegas como ella. Huelen a cigarrillo gastado, a marihuana racial, a cera en los oídos, a polvos salvajes, a delirios de grandeza, a torturas mentales y polvora mojada de barril caduco. Un escenario tan pequeño como inabarcable, un encuadre de pelicula en el que habitan seres inimaginables, listos para desbarrar. Utopias y realidades bizarras, espadas en alto y pipas de la paz. Oscuridad que emana en medio de luces intermitentes, con velas fugaces o chispazos electricos. Una bocanada de aire cuando el hundimiento es constante. Un muro infinito si lo que se quiere es construir castillos en el aire. Asesina a sueldo y amante febril. Al abrir sus alas, se busca el mundanal ruido o el descanso eterno. Un giro de muñeca para cambiar las reglas del juego, para convertir al peón en rey, y al amo en siervo. Lagrimas ensangrentadas de estructuras de hormigón y ladrillo. Búsqueda de uno mismo a través de los demás, un salto al vacío sin seguro médico ni extremaunción divina. Delen recuerdos a la memoria de sus habitaciones, porque cada vez que sus pulmones se airean, nada ya es como antes.
Pangloss21 de octubre de 2014

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