EL SEPELIO DE LOS MARCHITOS
Esta hora es la más cruel: fecunda
musgo de la tundra muerta, mixtura
de efemérides y deseos, despiertan
indolentes las raíces de este mi hoy agónico.
La esperanza maldita mantiene mentirosa los hechos,
cubriendo la tierra de mendaces olvidadiza al ser,
y, lactando la asquerosa vida con perversa existencia amarga.
No prende la verdad como la vid en el talud,
calando la niebla los ojos vacíos,
nos engaña con farsas moradas para resguardarnos,
y más tarde, el infame el sol, vacía las cuencas,
para ser definitivamente ciegos.
Ni cuando éramos niños era verdad, sólo una ilusión de mago,
artimañas, de las soledades sembradas por el mal de las almas.
Se acerca la hora y tengo miedo. Yo que dije que: nunca lo tendría,
ahora me agarro fuerte a mí instinto. Ahora me dejo arrastrar por el río.
Intento llegar, allí, entre montañas donde vive el amor.
Diserto, todas la noche, caminando hacia mí sueño.