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Ella Toca Las Cuerdas de mi Guitarra.

UNA LÁGRIMA










He descubierto contigo, que lo más hermoso que puedo ofrecerte es mi silencio, contigo ya no necesito hablar, solo con mirarte, siento.


A Charo:



Ella toca las cuerdas de mi guitarra.






El silencio fue mi ágora,
desde el instante que la amé
en mi doliente sesgo,
ya apenas a nada aspiro, solo a su amor
más sí saber, que quise a quien amé
que ese amor valió la pena
y que si lo perdí,
no era amor para mí.

Ella toca las cuerdas de mi guitarra
penetra mis notas hasta el altar del alma
y un leve roce de su mano al caminar
es superior a cualquier sentimiento
solo su contacto era amor, amor verdadero
amor puro, y es que ese amor oscuro
que se oculta tras las sombras, secretamente,
es el usufructo del alma.

Quiéreme, o no me quieras
fustígame con tus iras, con tus celos
pero no dejes de tocar la cuerdas de mi guitarra
no pares de cantar, susurrándome al oído
nada ya es capaz de salvarme,
solo tú rosa con espinas
tú lágrima derramada en mi pecho desnudo
pues solo sana mi corazón con el tuyo
y tan solo de tu alma llegara a mí,
aquello que dormido estaba.

Dicen que la vida sigue ¡ingenuos!
que sabe el mundo de mi vida,
de la tuya, de las vidas que sufren
la vida no sigue cuando se para
solo siguen los días,
la vida se detiene en una hora
y nunca más se mueve,
te quedas atrapada en ella,
en un bucle haciendo que el amor
que nació en un recuerdo,
viva instantes de juicio
muriendo en el olvido muerto.

Yo la quiero, es axiomático, pero más la quería, antes de querer.
mi palabra inquiría el céfiro para acariciar su sentido.

De mí, quiero que sea, de mis besos.
Su palabra, su cuerpo sosegado. Sus ojos eternos.

Yo la amo, es innegable, pero también la quiero.
Es tan fugaz el amor, y es tan larga su indiferencia.

Vendrán noches, noches que han de venir,
contaremos cuentos de las dunas desnudas
y de las sirenas que a la luz de la luna saltan,
sobre la mar, en reflejo que luna pone para nosotros
porque las almas que pernoctan en los sentimientos,
se acurrucan a la luz de las luciérnagas
meciéndolas con las parábolas que sanan el advenimiento
es por ello, que no es suficiente caminar junto ella en el camino
mi alma no se contenta con haberla encontrado,
quiero todo el cuento, el cuento de Príncipes y Princesas, completo.

Esa guitarra que suena a esperanza,
es la dicha de su manos por mi amadas
y, aunque sean estos los últimos versos que yo le escribo.

En mi oscuridad no he de tener miedo alguno,
porqué la amo y la quiero, y no es mayor dicha
que haber amado estando enamorado,
y loco de amor habiendo estado, queriéndola.

Amándola,
queriéndola,
queriéndola.









Polaris23 de marzo de 2017

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1 Comentarios

  • Danielagomez

    Pol, tú, estás enamorado hasta las trancas.

    08/04/17 10:04

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