La primera mirada

La primera mirada

La primera mirada



En este día de octubre fatigado,
los laxos espíritus no concurren,
en la incauta expedición al Vellocino de oro
creen que semejante quimera es sacrificar
una infancia pétrea guardada en el baúl
de las lecciones aprendidas.

En el altar de las evocaciones vierte el recuerdo.

Qué estupor digerir una tribulación una vez yerma,
auscultar cómo rehíla el denuedo en las sienes,
en la bizarría, en los remos inquietos
amparo de unos belfos que se desgajan
que expresiones tan insólitas, desaliñadas,
de guarismos amparados en el viento exánime,
cómo otros léxicos, eventos, acostumbrados
y a partir de ello, ya enervados, se exorcizan
para imposibilitar el univoco espectro del ahínco.

Descubrir un espacio a la primera mirada,
término en el cual asir al prolongado destierro
esos originarios ojos, aún no prodigados
las iniciales miradas,
las que quedan vendidas de significados,
del envoltorio genuino, de la pura vida,
hallar un reguero con las primitivas veredas,
agua clara, para que el camino a los ojos, se abra.


Hemos de contemplarnos
hacer una alto en el camino
mirar el interior del alma
sin la fruición usual
explorar el pretérito
rubro por "Las primeras miradas"
nada sabe en la oscuridad del otoño ermitaño,
de postrados lémures que ya no acaecen,
se sacrifica la disoluta inocencia
yuxtapuesta a remembranzas que existen arraigadas.


Qué sorpresa sufrirse una vez desolado,
escuchar cómo tiembla el coraje en las sienes,
en el pecho, en los muslos impacientes
sentir cómo los labios se desprenden
de verbos maravillosos y descuidados,
de cifras defendidas en el aire muerto,
y cómo otras palabras, nuevas, endurecidas
desde ya el cansancio se conjuran
para impedirnos el único fantasma de veras.


Cómo encontrar un sitio con los primeros ojos,
un sitio donde asir la larga soledad
con los primeros ojos, sin gastar
las primeras miradas,
y si quedan maltrechas de significados,
de cáscara de ideales, de purezas inmundas,
cómo encontrar un río con los primeros pasos,
un río -para lavarlos- que las lleve.



De vez en cuando hay que hacer
una pausa
contemplarse a sí mismo
sin la fruición cotidiana
examinar el pasado
rubro por rubro
epígrafe a epígrafe
tu patria en tus zapatos
no en la bandera
negarse al engaño de las mentiras
y si recitar verdades.

La Primera mirada es inicio
de una rúbrica, que aunque fracase
vivirá eternamente toda la vida.
La vida entera en esa descripción
que el deseo llama amor
y el amor, deseo.